Susana Rueda
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La ex jueza es el nuevo referente “de afuera de la política” para representar a Santa Fe en la Cámara de Diputados. Hija de Tito Rodenas y genéticamente peronista, cuestiona el método.
Susana Rueda
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Precandidata en las PASO a diputada nacional por el Nuevo Espacio Santafesino, deberá competir con Agustín Rossi, el referente más K de Santa Fe.
Alejandra Rodenas fue jueza penal durante 30 años, tuvo a su cargo casos resonantes como el atentado a la casa del Bonfatti y el procesamiento de los integrantes del Clan Cantero. Pero antes, mucho antes, le tocó nacer como hija menor de uno de los emblemas peronistas de la provincia y de Rosario en los ‘50, Antonio Osvaldo “Tito” Rodenas.
El estadio de Central lleva su nombre, ya que fue presidente del club y canalla desde la cuna. Así que Alejandra heredó mucho de su padre, pero básicamente -dice- la intensa pasión impresa en el código genético.
—¿Por qué a esta altura elegís la política?
—Creo que uno es una suma de cosas, y yo tengo la impresión de mí misma que tiene que ver con este pasado que me construyó, que me sostuvo mucho a la hora de ejercer la magistratura, y que tiene que ver con una mirada política sobre mí misma y sobre el mundo. Siempre sostuve que los jueces son sujetos políticos, no en términos partidarios, sino en términos de mirar la realidad, comprometerse, hacer determinados recortes de la realidad. Y también hay una Alejandra que ingresó en el ‘82 a la facultad, en plena recuperación democrática luego de la dictadura, que militó en la JUP 8 años, que la dejé en suspenso cuando empecé a trabajar en tribunales y ya en el ‘99 cuando juré como jueza. Entonces hay una Alejandra allá atrás. Me parece que es una Alejandra que vuelve. Esa Alejandra dice sentir el peso de una figura tan fuerte como su padre y su historia familiar en cada paso y en muchas cosas.
—¿De qué cosas te acordaste cuando te dijeron si querías ser candidata por esta lista?
—Yo soy la menor de cuatro hermanos, nací en el ‘63 y no viví la primera etapa del primer peronismo de mi padre, cuando fue diputado provincial, luego ministro de Acción Social, y finalmente, con “La Fusiladora” confinado en el sur casi un año y medio (tengo un hermano que mi papá conoció cuando ya caminaba). Entonces esa primera etapa de la historia familiar no la recuerdo porque no la viví, pero sí está el relato sobre aquellos dolores, aquellas pérdidas. Y me acordé también de aquel otro gran golpe, cuando mi padre fue dejado cesante de todos sus cargos en ‘76, que también fue una gran desestructuración de la familia. El jefe familiar, el que aportaba el dinero con que se comía todos los días, con una madre que si bien había estudiado, nunca había trabajado.Esa fue una de las cosas que me aparecieron: el miedo de lo que significan las interrupciones en la vida institucional de Argentina. Ese miedo apareció.
—¿Y alguna frase que tu padre te decía?
—Hay dos frases, una es de mi madre, que era “No quiero que ningún hijo mío se dedique a la política”, justamente por todo lo que ella había sufrido; y otra era la de mi viejo diciendo “Hagan lo que se les dé la gana con su vida, lo que quieran, sigan su deseo, sean ustedes”. Mi papá era una persona con el formato de hombre de su tiempo, que transmitía una imagen muy seria, muy autoritaria. Y no, mi viejo era un transgresor, y la verdad es que creo que para ser peronista hay que ser transgresor. Entonces era un hombre que a los 26 años era diputado provincial y de los que decía “doy la vida por Perón”, y literalmente la daba. Esas imágenes están muy grabadas en mí.
—En tu historia, entonces, ganó Tito...
—Entre los dos ganó él, (risas). Mi madre está muy presente en muchas más cosas de las que me doy cuenta... Pero no sé si gano él, lo que ganó fue la pasión, fue la manera de mirar la vida. Fue la entrega, fue el desapego, fue esa cosa pródiga, de vivir una familia de puertas abiertas. Mi mamá decía, “esta casa es la casa del pueblo, cierren la puerta” y mi viejo abría la puerta y la gente entraba. La gente del peronismo, la de Central, era un gran mix mi familia.
Cristina y las PASO
—Vos sos mujer de criterio muy fuerte, muy independiente. Venimos de un gobierno liderado por una mujer fuerte. ¿Sentís una responsabilidad en ese sentido, de parecerte a Cristina?
—Nadie se parece a nadie. Esto es como la figura de Evita, no? Quién puede parecerse a Evita, quien puede emular esa figura? Son personajes únicos. Cristina es una mujer con una gran personalidad, una gran formación política, a la que yo sinceramente respeto desde ese punto de vista, pero lo que puedo registrar de estos últimos tiempos es que las mujeres hemos obtenido a fuerza de luchas un espacio muy importante en la vida social, pero me parece que también tenemos que apelar a que las construcciones políticas tengan más que ver con el diálogo y con el consenso.
—¿Eso es un cuestionamiento que vos le podrías hacer a Cristina?
—No sé si es un cuestionamiento a nivel personal, sino lo que estoy escuchando, lo que estoy recogiendo en estas primeras recorridas en los territorios. Esta forma de construir política desde las cúpulas, sin tener muy en claro qué es lo que pasa en cada lugar. Creo que es una gran deformación del peronismo, es el costado autoritario del peronismo que creo que hay que revertir. Y es culturalmente difícil de cambiar.
—Es que yo creo que las Paso son ley nacional, que hay que cumplirla. El congreso del partido fue soberano. Y decidió ir a una interna. Después, cómo se acomode la lista es otro tema, pero hay que permitir que la voluntad de esos territorios y la voluntad popular se exprese. Entonces me parece que cada vez que podamos sesgar un poco más, limitar un poco más los gestos autoritarios en todas las instituciones, vamos a avanzar a un país con más diálogo y con más consenso. Lo que no quiere decir que yo personalmente esté de acuerdo con este gobierno actual. Tengo profundas diferencias y realmente me siento en la vereda de enfrente de este gobierno, pero creo que la construcción de alternativa posible hay que hacerla de otra manera, de otras formas.
—Yo creo que hay que esperar que ese proceso se decante. Hay que ver qué convocatoria se hace. Yo no soy la jefa de este espacio, soy una más. He sido llamada a aportar mi grano de arena, que tiene que ver con la forma de hacer mi trabajo, con mi forma de ver la vida, por el coraje que le puse a algunas causas que investigué, como el atentado al gobernador y la causa de Los Monos. Soy parte de una estructura, sería muy prematuro, muy imprudente, hacer un análisis hoy acerca de la política nacional.
—Yo creo que Agustín tiene un tremendo trabajo militante de muchos años de su vida, pero creo que él se arroga -y en esto sí nos diferenciamos- el monopolio de la crítica, y el monopolio de ser “el” adversario de Macri. Yo creo que él no es el único adversario de Macri. El espacio que represento está constituido por gente que ha transitado mucho, el peronismo tiene una larga historia de internas en la provincia, y también de grandes personalismos. Mi propuesta es hoy: ¿por qué no pensamos en estructuras? ¿Por qué no pensamos en el peronismo como un partido más moderno, por qué no pensamos en el peronismo como un partido más del siglo XXI? ¿Por que no pensamos al peronismo como un partido que deje de tener jefes territoriales, caudillos, que en definitiva lo único que hacen es impedir que haya una construcción colectiva que busque recuperar la provincia? Entonces, si bien creo que tenemos una mirada similar con Agustín Rossi a la hora de hacer un diagnóstico de la realidad actual, creo que no coincido en esa manera de erigirse en el único referente de la crítica. En mi espacio hay una mirada sumamente crítica al gobierno nacional.
La doctora Rodenas evita hablar sobre sus expectativas, aunque se sabe que la arena política despertará seguramente ansias superadoras en una mujer acostumbrada al ejercicio ejecutivo. Asegura que renunció a la justicia sin especulaciones: “Lo mío fue a todo o nada. Ahí aparece la voz de la historia, hay una voz ahí de mi padre diciendo hagan lo que quieran de su vida pero hay principio éticos que son irrenunciables. Y ese es uno. Yo estoy decidiendo renunciar, porque entiendo perfectamente el valor del trabajo. Entonces no me gusta especular con el trabajo”.
—No, falta mucho tiempo. Primero tenemos que hacer una buena elección, tenemos que consolidar este espacio territorial. Es increíble, nunca pensé que me iba a encontrar con un escenario de tanto desamparo. Escuchar a los presidentes comunales, a los intendentes, decir “a nosotros nadie nos llama, de nosotros nadie se ocupa”. Por eso te decía: de qué sirven los personalismos si esos personajes, a la hora de hacer política, han tenido el protagonismo que han tenido en la historia política de la provincia y no se han ocupado de sus territorios y de su gente? Entonces, yo vengo a este espacio a entregar eso de mí. La escucha, la reflexión, la comprensión. Estoy abierta a todo eso, y me parece que eso es lo que yo le puedo entregar.
Inseguridad y narcocriminalidad
—Es una expresión que sinceramente rechazo. Porque conocí esas causas. Tomemos como ejemplo esta cuestión: cuántos pobres tenemos? Los pobres se gestaron en un año y medio? No. Esto no es real. Hagamos esta autocrítica. No pudimos incluir a una gran masa social dentro de los beneficios que significa la inclusión. Ahora, la cantidad de pobres creció. El gobierno no está haciendo nada para que esto se evite, como no está haciendo nada para que se evite la precarización laboral, los despidos, el tarifazo. Ahora, pensar que una cuestión tan compleja como es la instalación de bandas narcocriminales en la provincia de Santa Fe tiene que ver con un solo gobierno es casi tener una mirada... inocente.
—Yo creo que al poder político, el fenómeno de la narcocriminalidad lo tomó de sorpresa, lo subestimó, pensó que era un fenómeno que de alguna manera iba a atravesar. Lo subestimó. No pudo ver la gravedad ni la profundidad del conflicto, no pudo ver hasta qué punto la narcocriminalidad atraviesa las estructuras sociales y las rompe, las destroza, hasta qué punto la narcocriminalidad que no es lo mismo que el narcotráfico, porque eso es competencia federal- es una forma de ejercer la delincuencia que atraviesa las estructuras sociales de manera tal que expulsa la gente de los barrios, que deja los barrios desamparados, que gesta una cultura y hasta una especie de seducción sobre esos líderes narcocriminales, que le impide pensar a un chico como diseñar su futuro. Un chico de diez años de barrio La Tablada sabía hace diez años que su historia iba a transitar por la escuela, por algún oficio que iba a aprender, por un futuro que no te digo que iba a estar asegurado, pero que iba a ser un futuro de laburantes, de trabajadores. Hoy eso se perdió.
—Sentía una terrible impotencia. Lo sentía como un ataque institucional, a la provincia, a las instituciones, a la policía. La policía también atravesó un proceso muy crítico. Hubo que separar la paja del trigo para ver quiénes eran los que estaban comprometidos con esta lucha y los que había que separar, y creo que hubo gente que traicionó su uniforme.
—Hubo un primer intento de transversalidad al cual el socialismo adhirió, y ellos como estructura política sabrían cuáles podían ser las consecuencias. Hacer historia sobre el pasado reciente de la provincia no es que me cueste, sino que tengo la necesidad de plantearle a la gente una mirada hacia el futuro. Todas estas cuestiones que tienen que ver con internas de internas, con grietas sobre grietas, me parece que tenemos que poner un límite, tenemos que trazar una raya y mirar hacia una construcción distinta. Sinceramente, qué fue lo que motivó al socialismo a tener al principio una adhesión al gobierno kirchnerista y después tener un enfrentamiento, eso lo tendrá que resolver el socialismo, y tendría que dar respuestas un candidato socialista, no yo.