Gabriel Rossini
Los periodistas Germán de los Santos y Hernán Lascano reconstruyeron en un libro la impactante trayectoria del clan que asoló la ciudad del sur provincial.
Gabriel Rossini
El 26 de mayo de 2013, a las 5,30, seis balazos disparados por al menos dos personas frente a la disco Infinity Night en el límite entre las ciudades de Villa Gobernador Gálvez y Rosario, terminaron con la vida de Claudio “Pájaro” Cantero, de 29 años.
Esa muerte fue la presentación en sociedad de una de las bandas delictivas más violentas de los últimos tiempos, cuya historia es reconstruida en el libro “Los Monos. Historia de la familia narco que transformó a Rosario en un infierno” por los periodistas Germán de los Santos -actual corresponsal en Rosario de los diarios El Litoral y La Nación- y de Hernán Lascano -periodista del diario La Capital y ex corresponsal de El Litoral-.
—¿Quiénes son Los Monos?
—Tomamos una parte de la historia: desde el asesinato de Claudio “Pájaro” Cantero hasta que meten presos a la mayoría de los integrantes de la banda porque consideramos que este hecho fue una bisagra del crimen en Rosario. La semana posterior a la muerte del “Pájaro” hubo cinco homicidios planificados como no estábamos acostumbrados en la ciudad. El mismo día del hecho empiezan a ejecutar la venganza sin tener en claro quién había sido el que se animó a matarlo. En realidad, nunca supieron exactamente quién fue. Les empiezan a vender “carne podrida”, por Facebook ofrecen 500 mil pesos para que les den el nombre de quien había sido. Y se equivocan. El día 27 de mayo matan al dueño del boliche que se llamaba Diego Demarre.
—Que no tenía nada que ver.
—Creen que “lo vendió” creando una “zona liberada”. Demarre sabía que lo iban a matar cuando vio en la tapa del diario La Capital la foto del boliche. Se presentó ante el juez para decirle que él no tenía nada que ver y que si bien era el dueño lo había alquilado. Dentro de Tribunales dos personas ya lo estaban siguiendo y lo matan ese mismo día cuando estaba llegando a su domicilio con su esposa. Y después matan a la familia de Milton César, pero cometen un error. Había dos Milton: Damario y César. La información que en esas horas les va llegando es que el homicidio lo había cometido César, que era un sicario del “Pollo” Bassi, y le asesinan a toda la familia. En el libro reconstruimos cómo los integrantes de la familia también sabían que Los Monos los estaban buscando y se esconden. Es impresionante porque todo esto va a la par de la investigación policial y judicial: es un Estado paralelo cobrando venganza.
—Pero antes del 26 de mayo de 2013 ya existían.
—Ellos surgen en el barrio La Granada que está frente al casino City Center, dentro de barrio Las Flores. La Granada se crea en 1978 como parte de la organización del mundial de fútbol, cuando recolectan a la gente más pobre de Rosario y la “tiran” en esa zona, detrás de una muralla que construyen. Entonces se crea una villa, de las más pobres de la ciudad. Para el libro hablamos con las maestras de la escuela, que los trataron mucho, y nos decían que eran muy pobres, analfabetos, que se movían a caballo. Los Monos empiezan a tener preponderancia a fines de los ‘90, sobre todo por el tema de la violencia. La droga era incipiente. Lo que hacían era cobrar una especie de peaje a aquel que en la zona sur robaba, vendía droga, etc. Tenían que pagarles para comprar tranquilidad. En ese momento, estaban enfrentados con otro grupo de la zona sur que eran Los Garompa y que a la mayoría los mataron. A uno lo torturaron y lo enterraron en un cañaveral con la cabeza afuera para que lo vieran. Eran muy pesados, ésa fue la característica de ellos.
—Muy violentos.
—Muy sangrientos, no dudaban en matar.
—Vendían protección, como la mafia.
—Exacto. Y así se fueron enredando con gente vinculada al narcotráfico, conectadas con las barras de Newell’s y Central. “El Pájaro” Cantero era el cerebro. Ellos pasan de ser una mafia rudimentaria, marginal, a convertirse en narcos. La primera condena que tiene un integrante de Los Monos, “el Viejo” Cantero, es de 1999 en Itatí. Lo detuvieron en la estación de servicio de la Ruta 12 con 70 kilos de marihuana que había ido a comprar a esa localidad. Con la investigación, se fueron descubriendo todos los lazos que habían desde entonces.
—Empezaron a hacer trabajos sucios para narcotraficantes y terminaron siendo parte del negocio del narcotráfico.
—Del narcomenudeo. Porque ellos también imponen en Rosario el búnker, que es lo contrario a cualquier modalidad de venta ilegal ya que se trata de un lugar fijo y visible. Eso da la pauta, y queda demostrado en la causa de Los Monos, de la connivencia con la policía.
—Uno tiene la idea de que quien vende drogas está permanentemente en movimiento para que no lo agarren.
—Porque es clandestino y éste no lo era. Se trataba de un negocio visible. Al búnker lo crean para protegerse de los ataques de otras bandas, no de la policía porque con la policía estaba todo arreglado. El ejemplo más elocuente es que hay 17 policías procesados por la Justicia provincial, más de la mitad de la banda. Y empieza a aparecer el crimen narco, el sicariato.
—¿Quiénes son las otras bandas?
—La de los Bassi es una. La de Luis Medina es otra, la de Reina Quevedo... Eran varias, pero fueron cayendo o los fueron matando. Muchos no eran socios de Los Monos pero tenían relación con ellos, les pagaban para que los dejaran trabajar.
—Y cuando se querían independizar, los mataban...
—Hay como una especie de lenguaje ahí que se ve muy claro en las escuchas telefónicas: primero disparar a la casa y después matar. El disparo frente a la casa funcionaba como advertencia porque se iban mejicaneando los búnkeres entre los distintos grupos. Después aparece la usurpación de casas.
—Uno tiene la idea de que un grupo de narcotraficantes de las características de Los Monos gana mucha plata ¿Les fue bien a ellos?
—Ganaron plata. Pero nunca salieron de La Granada. No se fueron a vivir a otro lado porque el barrio representaba la protección. Se les descubrió una casa que estaban haciendo en Pérez, con una caballeriza y una pileta en forma de Ratón Mickey. Una de las particularidades es que siempre estuvieron ligados a los caballos. Y después fueron reformando casas, pero no ostentaban. A diferencia de Mario Segovia, “el Rey de la Efedrina”, que andaba en un Rolls Roys y una camioneta Hummer, la única que había en Rosario. Pero tampoco necesitaba lavar plata porque se movía en una economía informal, no necesitaba lavar plata.
—No se les conoce una vida ostentosa. No eran Pablo Escobar que llevaba chicas a la hacienda Nápoles en su avión privado.
—Lo que sí tenían con la plata era un control total del barrio. La violencia y la plata. Por ejemplo, la mayoría de los cumpleaños de 15 del barrio los pagaban ellos. Y caían a la fiesta al final, para marcar territorio. De esa manera se aseguraban lealtad.
—Lo matan al “Pájaro” Cantero y empieza todo lo que ustedes cuentan en el libro. Pero además se encuentran con un problema adicional para este tipo de organizaciones y es que se hacen visibles.
—Sí, sobre todo por el enojo y la furia con que reaccionan ante la muerte de su líder. Esa brutalidad los deja a la vista de todos, en un contexto político que tampoco los favorece. Estaba detenido Hugo Tognolli, el jefe de la policía, con el gobierno de Bonfatti de alguna manera debilitado. Ahí se gesta la causa de Los Monos.
—Además de con la policía ¿Estuvieron en connivencia con algún sector del poder político?
—En la investigación judicial no aparece. “Monchi” Cantero, que es el que estuvo prófugo un tiempo, ante cada entrevista que daba advertía que iba a contar quiénes recibían plata. Pero eso nunca se concretó. Ahora dicen que en el juicio va a aparecer.
—El caso que más cerca rozó a la política fue el homicidio de Luis Medina y su novia porque hubo funcionarios del gobierno investigados por intervenir en la computadora del muerto sin autorización judicial.
—Ahí hubo una injerencia del poder político después del homicidio que en la Justicia no prosperó.
—¿Qué papel jugó Tognolli en la actuación de Los Monos?
—Me parece que no tenía demasiada injerencia. Al menos en la investigación, nunca surgió su nombre. Además, me parece que lo de Los Monos era muy local, arreglaban acá. Tognolli estaba más en el norte.
—¿Cómo siguieron funcionando después de la muerte del “Pájaro” Cantero?
—Una parte de la banda, como “el Guille” Cantero, se entrega. “El Monchi”, que era el otro hermano, y “el Viejo” se profugan. Hay que decir que todo este derrotero se da en el contexto donde ellos no tienen ninguna causa por drogas. La causa por narcotráfico se inicia a fines de 2015, cuando las escuchas demuestran que ellos seguían manejando el negocio desde la cárcel de Piñeiro. La causa federal es un golpe mortal para la organización.
—¿Qué son Los Monos hoy? ¿Existen todavía? Porque la mayoría de ellos están muertos o presos.
—Es un nombre del que muchos sacan chapa. Eso se vio muy claro en el conflicto de la barra de Newell’s. Había un sector ligado a la banda, pero además el nombre le daba chapa de guapos, aunque no estaba tan claro si era así porque a uno de ellos lo mandan a matar y parece que son los propios Monos. Ahora da la impresión de que se han volcado al negocio del fútbol. Hay alguna relación con la venta de algunos jugadores pero sobre todo con la hinchada. Ellos tienen una relación histórica con el jefe de la barra de Central, “Pillín” Bracamonte, que queda claro también en las escuchas. Por ejemplo, cuando recibieron un 5 por ciento de la venta de Di María por los derechos de formación, Los Monos acuerdan ir a “cobrarle” a “Pillín” porque ahora tenía plata.
—¿Tiene nuevos líderes?
—Por lo que se ve no. La causa federal por tráfico de drogas los golpeó muy fuerte. Primero se entrega “el Guille” Cantero y después lo atrapan al “Monchi”. Lo que quedaba lo empiezan a manejar las mujeres, pero caen también. Ahora mataron a la hermana del “Viejo” Cantero y después fueron a matar a otro. En el barrio, hay una pelea entre los Cantero y los Schneider. Aparentemente, no está el tema de la droga como núcleo de la disputa, parecería ser algo colateral.
—Hoy Los Monos están desarmados.
—Eso parece. Pero después del juicio al “Pollo” Bassi y Milton Damario, que serían los presuntos asesinos del “Pájaro” Cantero, lo atacaron a balazos en la autopista en un operativo comando y siempre se sospechó que eran ellos. Muchos también dicen que estos son algunos hechos que cometen para demostrar que están activos.
—¿Alguien los reemplazó en el narcomenudeo?
—Seguro. Pero también cambió la forma de vender. El búnker perdió terreno. No es fácil tener uno porque desde la llegada de Gendarmería hay una identificación más precisa del tema. Volvió el delivery, el kiosco que aparece y desaparece.
>>> Una pelea territorial
El crimen del “Pájaro” Cantero se da en un contexto de lucha territorial por la venta de drogas en Rosario. No hay detenidos por este asesinato, luego de que en el juicio de este año fueron absueltos Luis Bassi, Macaco Muñoz y Milton Damario, quienes fueron emboscados en la autopista. Ese caso quedó impune pero se sospechó desde un principio que podría ser una venganza de los Monos.
En ese juicio apareció un personaje que es un misterio, que se llama Luis Paz. Un ex manager de box que vive en Santa Fe y es el padre de Martín Fantasma Paz, quien fue asesinado el 8 de setiembre de 2012 y se investigó a los Monos por este crimen. Paz tuvo relación con el juez Juan Carlos Vienna, con el que habría viajado dos veces a EE.UU. Y los familiares del “Pájaro” Cantero dijeron en el juicio que Paz podría estar detrás del homicidio del líder de los Monos. Pero todas estas hipótesis quedaron por ahora en el terreno de las suposiciones debido a que nunca se lo investigó en la justicia. Es una deuda muy fuerte que pesa sobre los tribunales, donde no se terminó de determinar el fondo y el porqué de este raid de muertes y venganzas.