La Picasa está 30 centímetros arriba del nivel tope que tuvo durante las inundaciones de 1999

Patricio Dobal
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La situación en el extremo sur santafesino continúa siendo crítica, incluso sin lluvias en temporada invernal. La cuenca de La Picasa está saturada de agua y el anegamiento de la laguna demora el escurrimiento de otros sectores productivos. En el medio, quienes siguen de cerca el pulso de las aguas ensayan estrategias para resolver el problema y tratar que la inundación no se convierta en un fantasma de nunca acabar.

Por lo pronto, desde hace semanas la laguna está desbordando, sorprendentemente para muchos, de manera ordenada y encauzada, ya que todo el flujo hídrico que sale del espejo de agua va hacia el canal Alternativa Norte, como si se estuviera bombeando en forma mecánica.

“Están saliendo unos 7 metros cúbicos de agua que afortunadamente se concentran en el canal y no están produciendo mayores perjuicios de los que ya se venían detectando en una zona de por sí anegada”, precisó Juan Carlos Duhalde, presidente del Comité de Cuenca de La Picasa.

Que se produzca el escurrimiento cuenca afuera podría ser para muchos una buena noticia, aunque para los hombres de campo, constituye una variable que mueve poco la aguja de una pronta recuperación de los terrenos.

Seguir esperando por la Ruta 7

“Manteniendo el flujo actual de salida de agua de la laguna, yo estimo que deberíamos aguardar al menos un año para que baje el nivel lo suficiente como para despejar la Ruta 7”, indicó Duhalde en contacto con Mirador Provincial, y agregó: “Ese tiempo, en tanto y en cuanto no haya períodos de grandes lluvias otra vez y se mantenga el margen de evacuación”.

Más allá de la brecha que la presión de la masa hídrica abrió en la zona norte de la laguna, sigue entrando agua a razón de 25 metros cúbicos por segundo. “La Picasa hoy no está bajando, pero se encuentra prácticamente estabilizada, es decir que no se registra el crecimiento desmedido que desde principio de año fue comiendo el terraplén de la ruta y las vías, hasta dejarlas sumergidas”, manifestó.

Aproximarse a La Picasa significa no ver la otra orilla en el horizonte. “Hay mucha agua. Sobre la ruta en algunos puntos hay un metro sobre la calzada”, dijo Duhalde. La gran superficie amenaza cada vez más a la localidad de Aarón Castellanos, que en el pasado estaba a más de 5 kilómetros de la laguna y hoy sólo está protegida por un terraplén.

“Toda el agua que llega a La Picasa se agolpa ahora sobre los límites de la localidad. Hay bombas para escurrir el pueblo aunque si las defensas se vencieran, la población terminaría inundada”, describió el presidente del Comité de Cuenca.

Por encima de la marca histórica

Otra variable que permite evidenciar la envergadura del problema es el nivel que registra hoy la laguna. “El espejo de agua está 30 centímetros arriba del pico de la última gran inundación de 1999. Hablamos que hoy la cota está en 105 metros con 67 cm, muy por encima de anegamientos anteriores”, precisó el dirigente.

En la puertas del cambio de siglo, la masa de agua se cobró por primera vez la ruta 7 y las vías del Ferrocarril San Martín. Durante casi una década ambos trazados estuvieron sumergidos e hizo falta un terraplén para el camino primero, y un pedraplén para los rieles después, para garantizar de nuevo la circulación. Ambas obras se reconstruyeron con mayor altura que los planes originales y en abril de este año quedaron nuevamente rebasadas por la inundación.

Reservorios

La compleja obra de saneamiento que nunca funcionó de manera eficiente en La Picasa, implica una serie de reservorios para ordenar el paso de las aguas en su camino hacia la laguna. Algunos de ellos estaban funcionando de manera poco eficiente y se avanzó en la adecuación de los mismos.

“En el reservorio 7 ya está subsanado el problema. Allí se colocaron los módulos que elevaron en 28 centímetros el vertedero, de manera que allí se acumula más agua que antes. En el reservorio 6 ya están hechos los módulos de cemento y hay que esperar unos días a que fragüe la mezcla para corregir las anomalías.” enumeró Duhalde. Queda pendiente el trabajo que hace falta en el reservorio 4 que está en territorio cordobés. “Nos comprometimos, junto al secretario de Recursos Hídricos de Santa Fe, en viajar a la capital mediterránea para lograr que adecuen la obra en el sector que les corresponde”, sumó.

Cuando se inició el desborde, las máquinas que estaban construyendo un canal aliviador por gravedad para descomprimir la laguna, se detuvieron. “No tenía razón de ser finalizar con la obra si estaba saliendo sin intervención del hombre la misma cantidad de agua que el canal diseñado soportaba. Lo tenemos casi terminado y la idea es ponerlo en funcionamiento si por alguna razón el rebalse se interrumpe”, explicó Duhalde.

“Manteniendo el flujo actual de salida de agua de la laguna, yo estimo que deberíamos aguardar al menos un año para que baje el nivel lo suficiente como para despejar la Ruta 7”.

“El espejo de agua está 30 centímetros arriba del pico de la última gran inundación de 1999. Hablamos que hoy la cota está en 105 metros con 67 cm, muy por encima de anegamientos anteriores”. Juan Carlos Duhalde, Pte. del Comité de Cuenca de La Picasa