Ignacio Andrés Amarillo
Vetamadre llega a Santa Fe para despedir “Igual/Distinto”, con Mëdula como banda invitada. Antes del desembarco, el bajista Marcelo “Coca” Monte repasa pasado, presente y futuro del grupo.
Ignacio Andrés Amarillo
Este viernes desde las 21, en el Centro Cultural Provincial (Junín 2457), Vetamadre viene a despedir “Igual/Distinto”; como banda invitada estará Mëdula. Las anticipadas se pueden conseguir en Megaforce (Galería Colonial, local 33), Santa Fe Rock & Tour (San Martín 2347, Galería Florida, locales 8 y 9) Terco Tour Paraná (Corrientes 367) y en el propio CCP. En la previa, El Litoral dialogó con Marcelo “Coca” Monte, bajista del cuarteto, para adentrarse en estos 20 años de andanzas.
—Están cumpliendo 20 años. ¿Cómo se ven las cosas en perspectiva?
—Primero te agarra un gran orgullo como artista: siempre buscando lo mismo en lo artístico, sin querer cambiarlo para que te vaya mejor. Siempre comprendimos que estamos envueltos en un rock que va a revés, nunca lo pensamos en términos económicos. Quizás por eso Vetamadre no es una banda más convocante: no sabemos hacer marketing, hacemos la música que nos sale de la manera en que nos sale.
Hoy nos llena de orgullo, porque estamos escuchando bandas que llenan el Luna Park, de las que musicalmente nos sentimos muy lejos, y no entendemos cómo convocan esa cantidad de gente con esa forma de armar las canciones. Estamos revalorizándonos; como un pintor, que pinta sus cuadros, los cuelga ahí, si te gustan te gustan, y si no mirá a otro. Estamos en esa, y estamos muy contentos con el resultado artístico. Y muy contentos con quiénes somos para la gente: periodistas, músicos, colegas.
—Y un público de culto.
—Sí, siempre creímos que iba a ser mayor, ahora nos damos cuenta de que no va a ser mucho más grande que este; o sí, quizás no lo manejamos nosotros. Si nosotros juntáramos los fans que tenemos en Latinoamérica y la Argentina, sí somos una banda convocante. Le gustamos a muchas personas, pero las que se van a tomar el trabajo de ir hasta el show, no van a ser tantas como las de otras bandas.
Prehistoria
—Antes de sumarlo a Julio (Breshnev) habían sido Veta Madre.
—Teníamos una banda con un grupo de amigos y registré el nombre mediante un trámite. Esa banda fue desapareciendo: nos quedamos con Martín (Dejean, tecladista) y Fede (Colella, baterista), que había tocado en una parte de esa banda. Entró Julio, empezamos a hacer otra música, el rumbo fue totalmente diferente, de hecho empecé a ser muy protagonista en la composición y mis canciones empezaron a tener presencia junto a las letras de Julio. Y nadie tenía ganas de hacer de nuevo ese trámite engorroso (risas), yo tengo registrado Vetamadre, junto, separado, con V y con B. Lo usamos: fue un error comercial.
—Todo un tema juntarse para ver qué se hace, después de una década del anterior proyecto.
—No lo pensás. Soy músico: tuve la fortuna de que (a los ponchazos o no) ser músico e ingeniero de sonido. Si no toco el bajo, no escribo mis canciones, que es lo que me gusta hacer, me muero. Desde que apareció el videoclip, que me traían de afuera VHS grabados de MTV, siempre le puse música a las cosas: voy viendo cómo camina la gente, la cara, los autos, el clima, los colores de la ciudad. De todo me imagino qué música tendría (sé que es un poquito obsesivo).
Tocar y armar un proyecto nuevo es como estar vivo. Me pone feliz cuando hay canciones nuevas, cuando hay una fecha, cuando me llaman para hablar de música.
Renovación
—En “Igual/Distinto” regrabaron las canciones más emblemáticas. ¿Cómo fue el proceso?
—Surgió cuando entramos a la compañía: la propuesta de entrar a Sony Music nos sorprendió, que nos buscaran...
—Por lo que decías antes...
—De hecho no lo creímos, fue un proceso donde insistían (risas). Cuando nos dimos cuenta de que nos iba a sumar y no nos iba a restar nada, en la presentación en el Vorterix del disco “Ahora” el presidente de la compañía vio temas que no estaban en ese disco, y dijo: “Esas canciones están buenísimas, se merece que lo graben bien, elijan unas canciones y háganlas”.
Fue un mimo enorme y una revancha: cuando arrancás con una banda no tenés un sope, vas al estudio que podés, terminás las cosas antes de tiempo para no pagar más, y acá lo hicimos muy apoyados. El resultado es casi igual, tiene algo de distinto, muy poco.
—¿Y cómo eligieron a los invitados?
—Son amigos del grupo. Nunca invitamos a nadie para que nos traiga más gente, más vistas en YouTube. En “Ruido del mundo” toca Gaby Pedernera, y nos dicen que lo pongamos así lo escuchan los fans de Eruca. Toca Tery Langer (Carajo), un amigo personal de toda la vida, Corvata (Marcelo Corvalán) también. En el disco tocó Gaby que fue el productor; Pandita Elliot; Rodrigo, mi hijo que también es bajista (y me reemplazó cuando me rebané un dedo hace unos años); Agustín Rocino de Catupecu Machu. Semilla (Bucciarelli), bajista de los Redondos, también: le hice poner un acordeón que está bajito, porque él decía que estaba un poquito desafinado. Son amigos que vienen cuando se enteran que estamos grabando y pasan a vernos, a comer el catering y siempre les decimos de tocar.
Aprendizajes
—¿Cómo se renueva la energía para sostener el grupo humano?
—Eso es magia. Nunca nos peleamos, nos llevamos bárbaro, estamos de acuerdo en todas las decisiones que tomamos artísticamente. Si uno no está de acuerdo, nos miramos y no se hace. Nos encanta estar bien, y que todo lo que hagamos tenga una buena onda. Creo que es suerte, como esos matrimonios que duran años: “Ah, ¿la elegiste?”, “No, me enamoré y después duré muchísimo tiempo porque éramos compatibles”, es una lotería.
Por supuesto que se trabaja la convivencia, respetándonos. Somos cuatro seres humanos muy fáciles para el adentro; después para afuera somos tímidos, retraídos, nostálgicos, oscuros; nos atrae más la melancolía y la soledad que las fiestas.
—Como ingeniero y productor trabajaste con un montón de gente. ¿Qué aprendizaje te dio todo eso como músico?
—De toda la gente con que he trabajado he aprendido muchísimo, que cuando laburás tenés resultados, no hay cosas que son obra de la casualidad y la suerte. Después aprendí un montón de cosas de Diego Arnedo sin que él lo supiera, estuve 11 años con Divididos: lo vas mirando, lo escuchás íntimamente, participás de ensayos y grabaciones.
De Adriana Varela su increíble manejo de carrera, súper alternativa. Rubén Rada, con esa musicalidad increíble, su vigencia a través de los años. Juana Molina, un personaje enigmático, una artista que se la pasa jugando con sus propias canciones: aprendés a hacer varias versiones hasta que divirtiéndote encontrás algo que te vuela la cabeza.
Lo que viene
—¿Qué se viene para el futuro de Vetamadre?
—Un cierre para “Igual/Distinto”, el 22 de septiembre en el Teatro Vorterix. Algunos shows más como el de Santa Fe, vamos a participar del BARock, y después vamos a componer material del disco nuevo: somos de juntarnos a aportar las ideas de cada uno y tocarlas todos. Estamos planeando hacer un disco muy libre, maduro, propio de estos años que han pasado; un disco de propuestas, y vamos a incorporar cosas sonidos, aparatos y texturas de audio que no estábamos manejando. Un disco que no quede otra que decir: “¿Escuchaste lo nuevo de Vetamadre?”, algo que ni las radios ni el marketing pueden hacer. Tenemos algunas canciones, hay que empezar a grabarlas. Eso es el futuro.