Sergio Ferrer
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La propuesta, que surgió de un grupo de vecinos, alcanzaría a todos los bares, restaurantes y confiterías de la ciudad. Se trata de instalaciones de implementación rápida y sencilla, destinadas a personas con movilidad reducida, que utilizan medios mecánicos para trasladarse.
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Un grupo de vecinos santotomesinos entiende que la ciudad de Santo Tomé necesita encarar el tema de la accesibilidad mediante acciones concretas y como política de Estado. En tal sentido, han propuesto al Concejo Municipal la implementación de las llamadas “mesas accesibles” para personas con discapacidad motriz, en el interior de todos los restaurantes, bares, confiterías y locales afines de la ciudad.
La ubicación de estas mesas especiales, que en el aspecto visual no reflejan grandes cambios respecto a las tradicionales o comunes, quedará a criterio de los titulares de los comercios alcanzados por la iniciativa, priorizándose su localización en lugares con fácil acceso.
La idea central de la propuesta, gira en torno a que las actividades comerciales descriptas cuenten con instalaciones que puedan ser destinadas a personas que utilicen algún medio mecánico para trasladarse, como ser una silla de ruedas. Estas “mesas accesibles”, inclusive, podrán implementarse en el actual mobiliario del establecimiento gastronómico; las formas y el diseño del mismo será libre, y lo podrá resolver cada local, en función de su estilo comercial.
En el proyecto, elevado por nota al cuerpo legislativo (que días atrás lo derivó a estudio de la comisión interna de Gobierno), los vecinos proponen un plazo no mayor de 180 días para que cada comercio pueda cumplimentar con la instalación de estas “mesas accesibles”. A la vez, consideran que la Oficina Municipal de Defensa al Consumidor y Usuario sería el organismo más apropiado para recepcionar las denuncias que puedan surgir en caso de no cumplirse la normativa.
Alternativa viable
Dentro de las modalidades de “mesas accesibles”, una de las posibilidades analizadas por los impulsores de esta iniciativa es el sistema provisto con mariposas reguladoras de altura. De acuerdo a lo descripto por el vecino Hugo Romero, esta modalidad sería una de las más simples y rápidas de resolver, ya que podría instrumentarse sin grandes costos, o cambios drásticos en las instalaciones del comercio afectado. Además, para implementarla no haría falta ni siquiera adquirir mobiliario nuevo o distinto, puesto que sólo bastaría con reformular o adaptar el ya existente.
Tal como lo explica Romero, a una o dos mesas de las comunes se les incorporaría el referido sistema, para poder levantarlas unos 10 o 15 centímetros. De esa manera, una persona en sillas de rueda quedaría a la misma altura del resto de los sentados en el lugar (en plano de igualdad) y su medio de movilidad no entorpecería el paso de la gente que transita por los pasillos entre mesas.
Una vez que el sitio en cuestión se desocupa, la mesa puede replegarse a su altura original. “Muchas veces, la persona con discapacidad motriz no sale a comer afuera y prefiere quedarse en su casa para no incomodar, porque siente que en esa clase de lugares entorpece y perjudica a los demás... con este sistema, ellos quedarían en un plano de igualdad y se solucionaría un problema de inclusión”, completó Romero.
Problema social
En el marco del proyecto elevado al Concejo Municipal, los vecinos exponen una serie de datos brindados por la Unesco, los que reflejan de algún modo el tenor o la importancia de esta problemática social. Según esa información, el número de personas con discapacidad en Argentina equivale al 10% de la población. Para los vecinos, dicha cifra “no se alcanza a magnificar en la realidad de todos los días, ante la eficacia de todas las barreras arquitectónicas y urbanísticas, que marginan e impiden su integración a una vida activa”. A su vez, para dimensionar la importancia de este sector, recuerdan que los familiares directos de personas con discapacidad, si se calculan tres por cada uno de ellos, llegan a 12 millones.
El grupo también destaca que la discapacidad motriz es una condición de vida que afecta el control y movimiento del cuerpo, generando alteraciones en el desplazamiento, equilibrio, manipulación, habla y respiración de las personas que la padecen, limitando su desarrollo personal y social. Por eso mismo, insisten, “toda medida que desde el Concejo Municipal se pueda impulsar en este sentido, debe ser tratada, analizada y materializada”.
La intención, concluyen, es eliminar las barreras arquitectónicas, es decir aquellos impedimentos que se encuentran en el entorno físico y dificultan la transitabilidad urbana, convierten en infranqueables a los edificios públicos y privados, haciendo inaccesibles o inutilizables parte de los edificios o su equipamiento.