Enrique Cruz (h)
Equipo competitivo que se convierta en “atracción”, incremento del ingreso societario, la ampliación de la cancha para que entre más gente y la salida del salvataje, son sus claves de gobierno.
Enrique Cruz (h)
Se podrán reconsiderar algunas cosas en la vida y con el paso del tiempo, pero, en escencia, la gente no cambia. Y Vignatti, en la extensa charla que El Litoral publicó el viernes, no hizo más que refrescar conceptos que, en cuanto a su política, proyecto y formas de ejecución, quedan muy claros y han sido los postulados que manejó desde aquel diciembre de 1992 cuando le ganó las elecciones a Italo Giménez e inició su histórica carrera dirigencial en Colón.
¿Cuáles son hoy las metas del presidente?
* 1) Armar un equipo competitivo y que se convierta en atracción para la gente. No lo consiguió al principio de su nueva gestión, pero enseguida lo revirtió con la llegada de Domínguez, Vera y Pereyra. Colón peleó arriba y clasificó para la Sudamericana. En el primer torneo con Vignatti, Colón se olvidó de pelear el descenso y volvió a clasificar para una copa internacional.
* 2) Llegar a 30.000 socios y agrandar la cancha. Para que Colón tenga 30.000 socios, hay que seducir al hincha con el equipo de fútbol. Colón no es un club social que ofrezca otra cosa a sus socios que no sea la posibilidad de ver al equipo. Cuando se ganó el clásico y se atravesó aquella racha de siete triunfos consecutivos, se lanzó aquella campaña pretendiendo llegar a 25.000 socios y estuvieron bastante cerca. Fue el contagio por lo que se ofrecía deportivamente. El socio deja de pagar cuando no hay fútbol, porque el club no tiene una infraestructura deportiva que permita el desenvolvimiento de otro tipo de actividades. Es muy escaso lo que hay, al margen del fútbol. Y el termómetro es el equipo, creándose en consecuencia una fuerte dependencia de los resultados.
* 3) Salir rápidamente del salvataje para no continuar siendo controlado judicialmente. Hasta ahora, el actual sistema de trabajo funcionó bastante bien y casi no existieron tachaduras ni enmiendas para las pretensiones dirigenciales en el momento del armado de los planteles. Pudieron producirse demoras en las habilitaciones de los jugadores e instalarse dudas, aunque casi siempre llegó el “sí” para satisfacer las pretensiones dirigenciales. Pero a Vignatti no le “agrada” sentirse controlado y teniendo que justificar cada una de las gestiones que encara, por eso busca la manera de regularizar la situación. En ese tren de justificar los gastos, sabe que debe generarse de recursos y por eso aspira al crecimiento societario, a la ampliación del estadio y a una buena campaña futbolística que pueda aumentar la cotización de los jugadores. Gastar más, pero generando más, parece ser el método. Muchos se preguntan cómo hace Colón para incorporar tantos jugadores y para pagar muchos sueldos que son realmente importantes, pero también hay que ver lo que se genera y que, por aquéllas características particulares que tiene la institución, Colón es un club en el que los recursos se destinan, casi en su totalidad, al fútbol.
En la charla, no paró de tirarle flores a Domínguez. El lo ve con futuro de Selección y se regodea con aquéllos que alguna vez estuvieron en el club y que alcanzaron posteriormente esa meta: Ferraro, Fossati, Gareca, Basile, Bauza, Maturana y Martino. Y salió a defenderlo en el tema Brian Fernández, aclarando en todo momento que nunca le bajó el pulgar a su llegada, sólo que tenía otra prioridad, llamada Lucas Albertengo.
El punto oscuro y en el que Vignatti, si se quiere y cabe la expresión, “perdió la batalla”, fue lo de Gerónimo Poblete. Un cúmulo de cuestiones llevaron a que Colón pierda un patrimonio muy importante. Seguramente Poblete no iba a ser transferido como en su momento se hizo con Carignano, Bertoglio, Luque o hasta el mismo Alario, por el que Colón se aseguró 4 millones de dólares como base y la esperanza latente de un ingreso formidable si es que River lo vende antes de junio del año que viene. Pero se fue del club estando en la cresta de la ola, con una buena campaña y a un club europeo. Sin dudas que Poblete no se portó bien con el club que lo cobijó desde los 14 años —y mucha de esa culpa la tiene el representante—, pero también se debe considerar como un error en la previsión. Y un ejemplo a tener en cuenta para el futuro, como por ejemplo ahora con Conti, a quien Vignatti, claramente, lo diferencia de Poblete.
Pero volvamos al principio: el proyecto Vignatti está en plena marcha. Es un presidente que no se ocupará de lleno en el tema inferiores (“mi sueño es tener las mejores inferiores pero hablen de ese tema con José Alonso, que es el dirigente que está a cargo”, señala) y que tiene, sin dudas, otras prioridades. Su manera de conducir el club es esa. Y hasta parece que en esta vuelta, impensada hace unos años atrás, reafirma aquellos objetivos que fueron los de siempre. Armar un buen equipo, aspirar a logros (como la clasificación a copas internacionales) y generar una infraestructura importante para que el hincha de Colón se movilice y le aporte al club, fueron siempre sus prioridades, casi me animo a decir que absolutas. Algunos estarán de acuerdo y otros verán falencias, pero es el “estilo Vignatti”, que no cambió a pesar de que pasaron casi 12 años desde su salida como presidente hasta el retorno a ocupar el máximo sitio dirigencial.
“Cuando llegamos al club había más de 50 jugadores, fuimos bajando la cantidad y en este momento estamos en unos 30, que es la cifra ideal para trabajar”.
José Néstor Vignatti
Presidente de Colón
Algo más sobre Heredia
La nueva incorporación que tendrá Colón en las próximas horas —Leonardo Heredia— es un jugador surgido de un barrio muy humilde, que jugó en Almirante Brown y fue transferido, de club a club, a Boston River de Uruguay a cambio de 300.000 dólares por el 80 por ciento del pase.
Todavía Colón no informó sobre las características de su llegada al club, pero sin dudas que se trata de una apuesta a futuro.
Quienes lo conocen, lo han definido como un jugador de muy buen remate de media distancia y con características de un “10 a la vieja usanza”, es decir, un volante de muy buena técnica, que por allí no tiene la dinámica de un carrilero pero aporta buen manejo de pelota y desequilibrio.
Entre los entrenadores que tuvo, uno de ellos fue Alberto Pascutti, que lo hizo jugar por izquierda pero sin tanto recorrido.