Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Con sólo 18 años, asoma con un gran potencial y fue el héroe de la victoria en Sarandí. ¿Quién es el “chiquilín” que en Colón descubrieron cuando tenía 8 años y ya está en la selección?
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Cuando vino el pelotazo al costado derecho, ya el pibe Chancalay estaba ubicado en el medio del área. Fue mérito de Ceballos al verlo y también de este juvenil de apenas 18 años, que como si fuese un veterano goleador de mil batallas, le pegó como venía, a colocar, marcando el gol de la victoria sabalera bajo la lluvia de Sarandí.
El grito de su mamá, Marisel, se hizo escuchar en la platea. Ella, como nadie, supo del esfuerzo de tantos años para que la distancia desde Viale no se haga sentir. Era muy chiquitito Tomás, pero en Colón ya lo habían “fichado”. Ella tuvo el presentimiento de madre y por eso se tomó un avión para venir a verlo. “Sabía que iba a hacer un gol, no podía faltar esta noche”, confesó después del partido, con el orgullo a cuesta y una emoción que no se pudo contener.
La historia futbolística de Tomás Chancalay arrancó hace nueve años. El proyecto deportivo que había pergeñado la comisión directiva de Germán Lerche, con Pedro Eusebio como principal dirigente del fútbol amateur y Rubén Rossi a la cabeza, tenía algunos pilares fundamentales. Gustavo Marín era uno de los tantos responsables en el trabajo de captación de talentos. “Nosotros debíamos bregar porque los muy buenos jugadores de la ciudad jueguen en Colón y que los talentosos de otros lados tengan la ocasión de probarse en el club. Y cuando Tomás tenía 8 o 9 años, vino el profe Leo Colman con el dato. ‘Hay un pibe en Viale que la rompe’, nos dijo. Y fuimos a verlo y tenía razón. Era Tomás, un distinto a esa corta edad”, cuenta Gustavo, quien remarca la importancia fundamental en el crecimiento de Chancalay de dos entrenadores: Martín Sánchez y Ariel Segalla. “Martín lo tuvo al principio y el que le dio la ‘horneada’ final fue ‘Tapita’, que como conocía a fondo el puesto de ‘10’ le enseñó muchos secretos”, remarca Marín, quien cobijó a Chancalay en su casa cuando todavía no podía quedarse en la pensión porque era muy chiquito.
Tomás Chancalay tenía dos “serios” inconvenientes: el primero era que vivía en Viale; el segundo, que iba al colegio de tarde y no podía practicar con las categorías del club. El desafío asumido fue el de hacerlo venir para que entrene con la escuelita y de mañana. Así que allí entraron a tallar dos personas que fueron fundamentales: su mamá y su abuelo. Ellos, dos veces por semana, traían al pequeño Tomás a Santa Fe para que se entrene de 9 a 10 de la mañana con la escuelita y luego vuelva a Viale para seguir adelante con sus estudios, que en ese entonces era de escuela primaria.
“Lo fichamos a los 9 años y jugó todos los torneos infantiles: el Valesanito, el de San Carlos, el de Brinkman. Hasta que esa categoría 99, en la que estaba Sandoval, fue a jugar un torneo nacional y salió campeona. Entonces, le tocó representar al país en un torneo internacional que se jugó en el mismísimo estadio Santiago Bernabeu del Real Madrid”, señala Gustavo Marín.
A los 12 años, con edad ya de Afa, Tomás “pintaba” lindo y empezaba a complicarse el tema de los entrenamientos. Allí, la familia tomó la decisión de mudarse a Paraná para estar más cerca de Santa Fe. Todo un esfuerzo y una movilización familiar, apuntando al crecimiento del pequeño, que en ese momento se divertía jugando.
“Con Rossi, siempre tuvimos en claro que nosotros no descubrimos a nadie, lo que hacemos es ayudar al jugador a desarrollarse. El caso de Tomás es el resultado del gran esfuerzo que hizo mucha gente, sobre todo su familia”, señala Marín, quien no se cansa de remarcar el enorme potencial de Chancalay.
Como ha pasado con muchos chicos en los últimos tiempos, Colón ha encontrado verdaderas soluciones deportivas y económicas. El ingreso en dólares ha sido millonario. Algunos, como Alario, triunfaron; otros apuntaron para más cosas (Meli) y hoy el plantel tiene tres jugadores de esos que pueden valer y mucho, como Leguizamón, Sandoval y Chancalay, además de tener a un referente como Conti en la defensa, más consolidado incluso que los otros tres, pero ocupando un lugar en la cancha que no tiene el mismo valor —si todo se mide por el término pesos o dólares— que los que hacen goles.
Vignatti, ¿y lo de Alario?
El presidente de Colón, José Néstor Vignatti, estuvo en el estadio acompañado por el vicepresidente Patricio Fleming y por Roberto Aduriz, un ex dirigente y activo colaborador de Colón en esta capital.
El enviado de El Litoral estuvo conversando antes del encuentro con los dirigentes y se le preguntó a Vignatti, puntualmente, por lo de Alario. El presidente no quiso hacer declaraciones, pero escuetamente y casi en sorna le dijo a este diario que “de verdad que ahora, ustedes, los periodistas, saben más que nosotros”.
El dinero está depositado en Afa y de acuerdo a lo que se pudo averiguar, si no se destraba la situación —y el dinero— la semana que viene, Colón estudiará los pasos legales a seguir.
Ledesma
Pablo Ledesma pidió el cambio cuando promediaba el segundo tiempo. Después del partido se dijo que se trataba de una contractura producto, quizás, de una fatiga pero que de todos modos se le practicarán estudios. El plantel tuvo día de descanso este sábado y vuelve al trabajo este domingo esperando el partido del viernes que viene ante Estudiantes en el barrio Centenario.