José E. Bordón
José E. Bordón
El año parece avanzar sin modificaciones para algunos nichos de la industria santafesina. Los textiles, el calzado, las carrocerías, la línea blanca y otras producciones más, siguen afectadas como consecuencia de la apertura de las importaciones. Hay diferentes situaciones a contemplar y pocas respuestas hasta el momento. Ahora apareció en la superficie el tema de la frutilla, con el alto impacto que significa para una región reducida a pocos kilómetros al sur de esta capital.
Según el Observatorio de Importaciones santafesino, que viene observando un creciente aumento del ingreso de mercadería extranjera desde 2015, la importación de frutillas subió 400% en menos de dos años y afecta al sector industrial. Según los últimos datos conocidos, se pasó de importar 11.618 kilos en el primer semestre de 2015 a 57.666 kilos en el mismo período de este año, lo que evidencia un aumento exponencial del 396 por ciento. Sólo en Coronda se siembran 340 hectáreas con frutillas, con un rendimiento promedio de 35/50 quintales por año, lo que convierten a esa micro-región en la líder del ranking de producción de frutillas en el país.
En los datos que acercaron funcionarios corondinos y provinciales, la producción está en el orden de las 1.300 toneladas anuales. Con esa producción se abastece el mercado interno (60 por ciento) y el 40 por ciento se destina a la industrialización. Es una fruta que se “trabaja” como producto congelado y también enlatado. La llegada de fruta importada, especialmente la proveniente de China y Marruecos, está destinada a la elaboración de pulpa para productos como mermelada, gelatina, y helados, entre otros. También Polonia es otro país que empezó a colocar esa materia prima en el mercado nacional. Todo eso generó meses atrás una complicada situación en la firma Agrana Fruit, única firma dedicada a la exportación, cuando anunció que se trasladaba a la provincia de Corrientes. En la vecina provincia, Main Process SA, empresa dedicada a la exportación de congelados, realiza la pasteurización de la fruta corondina. La decisión empresarial, que no se pudo revertir ni siquiera con un lobby político, dejó 82 desempleados. Hoy, en la planta que Agrana se sigue congelando pero para tal fin sólo permanecen 30 empleados, según comentó Ricardo “Bachi” Ramírez, concejal de esa ciudad pero también productor frutillero por excelencia. Debe recordarse que el ingreso de esta fruta de otros países se produjo cuando la producción lugareña no alcanzaba a satisfacer la demanda regional e industrial. Hoy, la actual campaña sigue avanzando y ya se estima que el 30 por ciento ya fue cosechado, después de un invierno muy húmedo, que ocasionó alteraciones en el normal ritmo de producción.
Esperanzados en una reactivación de sus actividades, los frutilleros siguen mirando de reojo los números brindados sobre importaciones. “La economía del país ha comenzado a reactivarse. Ese envión nos va a ayudar”, confía Ramírez.
Otra preocupación es el caso de las zanahorias en la zona costera del centro de la provincia. De 8 mil kilos importados, se pasó a 7 millones, coincidiendo con la pérdida de la cosecha por las inundaciones del último lustro. Así, cobra importancia un resumen del análisis oficial sobre el tema. “Las importaciones de estos productos generan un desequilibrio que puede afectar a la producción regional. Las importaciones no son la única variable. Menor venta y mayores costos de producción, ponen al entramado industrial y a las economías regionales en una situación complicada”, se señaló al respecto.