Darío Pignata
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Del anterior 4-2-3-1 a este 4-4-2 bien simple y definido que ayudó a los jugadores. Recuperó a los “viejos” e insertó más que bien a los cuatro nuevos en la cueva y los carriles.
Darío Pignata
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El fútbol, ese estado de ánimo permanente, lo llevó a Unión en un puñado de meses desde el borde del abismo —campaña de descenso en el semestre anterior— a la gran ilusión de avanzar en la Copa Argentina y poder mostrar una cara mucho más feliz en la Superliga. Como si fuera un curandero, Leo Madelón parece dar en la tecla: ganó tres de los cuatro partidos que dirigió en el inicio de su tercer ciclo como entrenador tatengue, empató el restante y por ahora no conoce la derrota.
Ahora bien, la pregunta del millón es una sola: ¿cómo hizo Madelón en poco tiempo para reconstruir la idea futbolística? ¿Cómo lo “refundó” Leo a un equipo que parecía “re-fundido”, justo cuando Luis Spahn tomó el toro por las astas y usó esa ruidosa figura de “discontinuar” el ciclo de Pablo “Pomelo” Marini?
Que Madelón tiene plus, “coronita” y bonus en un club como Unión no es ninguna novedad. Que Leo es pasado siempre, presente casi siempre (éste es su quinto paso por López y Planes: dos como futbolista y tres como entrenador), tampoco es noticia. Pocos entrenadores de fútbol significan TODO en una institución de la Argentina como lo es Madelón en el Club Atlético Unión.
Porque cuando la mano viene bien, Madelón lo potencia para que parezca muy bien. Y cuando la moneda cae del otro lado, es el mejor piloto de tormentas, que él frena el temporal desde la tranquilidad del mensaje que —para alivio de los dirigentes— siempre le llega “de una manera muy especial” a la gente.
Ahora bien, hablemos de fútbol: de nombres, de esquema, de estrategia para jugar estos primeros cuatro partidos que dejaron tres victorias y un empate.
“Tenés que cambiar, Leo”
Dicen que en una de las tantas charlas con su representante, justo cuando decidió quedarse ese fin de semana porque no llegaba el “famoso delantero” como refuerzo, fue el mismo Cristian Bragarnik el que le hizo una sugerencia futbolera a Madelón: “Leo, más allá que seguimos buscando ese 9 que no aparece en el mercado de pases, quizás el mejor delantero es Franco Soldano... pero con otro esquema, con un dibujo táctico que lo alimente más y mejor con las situaciones de gol”.
Sólo Leo y su almohada saben hasta qué punto llegaron esas palabras del magnate de moda con jugadores y técnicos que tiene el fútbol argentino por estos tiempos. Lo que está claro es que a partir de ese día, Madelón cambió: lo hizo desde la convicción que lo mejor era trabajar un 4-4-2 bien fácil, elástico y definido. Así, de a poco, fue colgando en el placard el ropaje de ese 4-2-3-1 anterior, en el cual —por ejemplo— lo trabajó posicionalmente a Gamba “para que se haga 8 o carrilero”, siendo que naturalmente el cuyano es delantero.
Con este esquema insignia y dibujo madre, el capítulo III de Leo Madelón en Unión nació con el tradicional 4-4-2. “No lo mandes tanto al muere a Franco, porque se desgasta mucho y a veces llega cansado a definir. Si encima, el arco se le cierra, mucho peor”.
La misma almohada de Madelón guarda el secreto si Leo cambió porque no le quedaba otra o porque aceptó la sugerencia de “Braga”. La respuesta siempre pateará entre “obligación” o “convicción”. A esta altura, poco importa: lo concreto es que el entrenador cambió, los jugadores que venían de antes se aliviaron, los refuerzos se acomodaron y el equipo mejoró. Nació un nuevo Unión.
No quiero subestimar el acierto de Spahn/Madelón en los dos cueveros (el moreno Yeimar y el experimentado Bottinelli) y en los dos carrileros (el movedizo Zabala y “Pachorra” Aquino), pero hubo mucho de recuperación “mental” de Leo en la Guardia Vieja Tatengue: Nereo, Ema, los dos Pittón, “el Chaco” Acevedo y el tándem de ataque Gamba-Soldano.
Jugadores que con Marini no podían levantar las piernas y mucho menos la cabeza, hoy están reinventados con Madelón. Hoy, Unión debe disfrutar del famoso “viento de cola”. Y cruzar los dedos para que este equipo-base que el entrenador encontró no sufra accidentes de nombres, porque hay puestos donde realmente la manta es recontra-corta y no hay recambio del mismo nivel.
Como todo inicio de ciclo, por más que sea el tercero y todos conozcan el entrenador de turno, Madelón necesitaba consolidar la idea sobre la base a resultados. Y se le dio: ganó tres, pasó de fase en Copa Argentina, no perdió y empató el restante, con 7 sumados de 9 jugados. Para como venía Unión, prácticamente impensado.
Desde el mensaje simple, haciendo en algunos casos más de “gurú” o de “chamán” que de entrenador, Leo Madelón reconstruyó a Unión. Pudo traer al “Taca” Bieler, se le escapó ese tal Fydriszewski a España y se convenció en la charla con Mattos que no estaba apto físicamente para venir a Santa Fe. Conclusión: lo agrandó a Franco Soldano, se lo puso más cerquita a Gamba y propuso —cuando se puede— juego desde las bandas con Zabala y Aquino. No se equivocó: lo recuperó al cordobés formado en Unión de Sunchales con tres gritos en cuatro partidos.
El sábado, en el Ducó, jugará contra un espejo: este Huracán revivió de la mano de “Lechuga” Alfaro. Lindo tester para medir fuerzas, otra vez fuera de casa. La idea es no tocar nada, poner los mismos once. Estos once titulares que hoy marcan la “reconstrucción” del fútbol de Unión.
Leo Sánchez: empezó a trotar
El zaguero Leo Sánchez y el carrilero Lucas Algozino siguen de manera intensa los respectivos procesos de recuperación, para poder estar a las órdenes de Leo Madelón. En el caso de “Palmera”, el ruliento cuevero empezó a trotar. “En tres semanas, debería estar listo”, dijeron a El Litoral.
En cuanto a Lucas Algozino, empezó a tomar contacto con la pelota y está cerca de hacer fútbol. Finalmente, muchos se preguntan por Luciano Balbi, el buen refuerzo que llegó de Europa como marcador de punta izquierda: “Estuvo parado en España, llegó sin entrenar pero ya está al mismo nivel que el resto”. Es más, podría ir al banco.
Murió Antonio Mántaras
Quien fuera dirigente y tesorero en los años de gestión de Ángel Malvicino, ex empleado bancario, Antonio Mántaras, falleció ayer a la edad de 62 años. “El Club Unión expresa profundo pesar por el fallecimiento del ex tesorero Antonio Mántaras y acompaña a su familia en este difícil momento”, expresa la entidad de López y Planes en sus redes sociales en las últimas horas.