Enrique Cruz (h)
Unión mantuvo su identidad de juego y su orden, pero hizo poco arriba. Alfaro no le dio espacios a Gamba y Soldano, que estuvieron lejos de la labor descollante ante Defensa. Fue un partido malo.
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Alguien dijo alguna vez que el 0 a 0 es “el resultado perfecto”... Discutible e inentendible ciento por ciento, ¿no? Generalmente, los 0 a 0 terminan siendo el fiel reflejo de un partido pobre y constituyen más un castigo que un premio. Tal cual lo que pasó con este partido, aunque lo de castigo no se adapta a la necesidad, el valor y el camino elegido por este Unión de Madelón.
Hay algo que está muy claro desde que empezó el torneo y es la urgencia que había por recuperar un equipo totalmente derrumbado, si hablamos de lo futbolístico, y la necesidad extrema de sumar puntos para no mirar con pesadumbre esa tabla de promedios. Esas dos premisas fueron el “big ban” de Madelón para reconstruir lo que se había caído. Y lo consiguió. Unión jugó casi siempre afuera en esta temporada: tres partidos del torneo local y uno de la Copa Argentina (por más que sea campo “neutral”) fuera del 15 de Abril. La sumatoria fue muy buena y la identidad de juego está muy clara y en consonancia con esas necesidades fundacionales que tenía este proceso.
Por eso, hablar de un 0 a 0 con castigo para Unión no sirve ni lo define. Forma parte del “negocio” (futbolístico y matemático) que se ha trazado el técnico y sus jugadores. Orden defensivo, muy tacticista, generoso en el despliegue, solidario y sin arriesgar un centímetro más de lo aconsejable. Unión no resignó la chance de llevarse los tres puntos de Parque Patricios, pero creó una sola situación de gol... Eso sí, Huracán también tuvo una sola. Y esto expresa con fidelidad lo que urge en este momento de, como se dice, necesidades casi extremas para no dejarse sorprender por un fútbol argentino que no permite distracciones.
Si lo de Unión fue así, como se cuenta, lo de Huracán no se alejó demasiado. En definitiva, se enfrentaron dos entrenadores que pensaron mucho el partido y que pensaron mucho en el rival. Porque Alfaro no le dio ningún resquicio a Unión para el contragolpe. Se preocupó mucho de los dos delanteros. Ni Gamba ni Soldano tuvieron esas facilidades que advirtieron y aprovecharon contundentemente hace una semana en Florencio Varela. Esta vez no hubo contragolpe posible, ni tampoco espacios aprovechables; los dos estuvieron totalmente controlados y absorbidos por una defensa atenta siempre, más allá de las subidas de Chimino y de un mediocampo que tiene más para crear que para marcar, pero que sabe retroceder y estuvo siempre atento para no dejarse sorprender.
Madelón y Alfaro están ante la misma disyuntiva. Es posible que Madelón quiera otra cosa para su equipo (por ejemplo, pararlo 20 metros más arriba y arriesgar un poco más), pero sabe que esto es lo aconsejable y le está saliendo muy bien. Y Alfaro le ha dado consistencia y solidez a un Huracán que estaba desarmado, frágil y otra vez a expensas de esos fantasmas que cada tanto lo persiguen.
El único jugador que tuvo claridad en un campo de juego de pésimo estado y que no ayudaba para nada, fue Patricio Toranzo. Criterioso y abriendo siempre hacia los costados, sabiendo que un pase entre líneas iba a ser complicado. El tema pasaba por cerrarle los caminos a Pussetto y a Wanchope Ábila, a priori los más peligrosos del rival. Y también impedir el manejo de la pelota a un zurdo habilidoso como Romero Gamarra. Se consiguió todo, aunque la jugada más clara de gol la tuvo Huracán, precisamente, en una jugada elaborada entre Pussetto y Wanchope (centro del “7” y cabezazo del “9” desde una posición inmejorable pero en forma desviada).
Unión jugó siempre igual durante los 90 minutos. Orden profundo en el fondo (bien el pibe Bruno Pittón en la marca de Pussetto y los centrales en la de Ábila), más el aporte de siempre de los dos volantes centrales para la recuperación de la pelota. El problema estuvo a la hora de construir juego (hubo mucha imprecisión) y de tratar de aprovechar los espacios que ante otros adversarios se pudieron fabricar y que en esta ocasión escasearon o directamente no existieron.
Ni siquiera los cambios modificaron algo. La estructura se mantuvo. Damián Martínez fue una interesante alternativa para el ida y vuelta por derecha, corriéndose Zabala a la izquierda; después, Fragapane trató de hacer lo mismo por izquierda pero se encontró con el peor sector de la cancha; y Méndez tampoco pudo aportar algo de su peligrosidad ante un rival que no abandonó en ningún momento su postura firme y cuidadosa en el fondo.
El punto sirve, se cotiza y no creo —como dijeron los jugadores y el DT luego del partido— que haya que ganarle a Olimpo para valorizarlo. De hecho que sí, que ganarle a los bahienses es un objetivo claro tratándose de un partido como local y para seguir aprovechando el buen momento y la racha, pero haber conseguido dos empates y una victoria en los tres partidos que se jugó como visitante en el torneo ya constituye, de por sí, una excelente sumatoria para un equipo necesitado de puntos. Unión, en definitiva, ya valorizó el punto con Huracán con aquello que logró hace siete días en Florencio Varela. Cuatro sobre seis en la doble excursión fuera de casa, fue un gran negocio.
“No sumamos los puntos deseados, pero este punto va a servir en la lucha que tiene Huracán. Unión hizo lo que creíamos. No les dimos chances de contra con presión y anticipo, pero faltó generar juego. Tuvimos buenas intenciones que no se transformaron en situaciones concretas y debemos mejorar en la pelota parada para abrir el partido”.
Gustavo Alfaro
Entrenador de Huracán