Enrique Cruz (h)
El equipo de Madelón quedó eliminado de la Copa Argentina y perdió el invicto de la Superliga ante un rival al que había vencido hace dos meses y que ahora le dio vuelta el partido. La meta es que los golpes no derriben lo construido.
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Fueron dos golpes, claro que lo fueron. La eliminación de la Copa Argentina dolió, porque Unión se había hecho nuevamente ilusiones con este torneo. Enfrentaba a un rival de menor jerarquía y luego tenía en el horizonte a Olimpo, al que apabulló en el último partido jugado en el 15 de Abril. El camino hasta las semifinales parecía abierto. Pero Unión no pudo ni supo descifrar ese jeroglífico que le armó Morón, que jugó a empatar, lo logró y luego se quedó con el partido en la lotería de los penales, en la que esas jerarquías se igualan o directamente desaparecen. También dolió perder ante Lanús, porque el equipo había dado muestras de recuperación y jugó realmente bien el primer tiempo. Sucedió entonces lo que puede pasar ante un equipo que, como dijo Madelón, está “entre los tres o cuatro mejores del país”. Lanús lo dio vuelta en base a ambición ofensiva, variantes y peso específico de sus jugadores. Pasó al revés de lo que ocurrió hace dos meses en Copa Argentina, cuando el que lo dio vuelta fue Unión. Madelón pensó en aquél partido y quiso reformular el mediocampo para armar algo parecido a lo que ideó, acertadamente, aquella vez. Pero no salió y el equipo se deformó.
Más allá de la incidencia de Pompei —que la tuvo—, a Unión le faltó liquidar el partido. Tuvo un tiempo y un ratito del otro como para hacerlo. Pero el 1 a 0 a su favor le siguió dando vida a Lanús. Esto tiene una doble lectura: la favorable, que Unión supo de qué manera tenía que jugar el partido, no sólo para anular al rival sino para crearle situaciones; la negativa, que Unión no supo o no tuvo la contundencia suficiente para rubricar esa superioridad en el resultado.
“Nosotros estamos jugando nuestro propio torneo”, dijo Franco Soldano después del partido. Ese “propio torneo” de Unión es el de sumar puntos para no sufrir en la tabla de promedios. El buen arranque disimuló una situación que no era buena antes del comienzo. Madelón debía reconstituir —sin mucho presupuesto— un plantel que había quedado derrumbado por un semestre olvidable. Hasta ahora, la verdadera jerarquía la sumó en la defensa, con Bottinelli y Gómez Andrade. A ellos se va a sumar, en breve, Leo Sánchez. Cuando esté, habrá competencia en ese sector de la cancha, algo que no sucede, por ahora, en otros lugares. Incluso, a este concepto se le puede sumar Damián Martínez, que ha cumplido cuando le tocó jugar en reemplazo de Brítez, natural ocupante de la titularidad en el sector derecho.
Los aciertos de Madelón se dieron en levantar jugadores que él conocía, que estaban en el plantel y que habían caido en su rendimiento. Bruno y Mauro Pittón, Acevedo, Gamba y Soldano son claros ejemplos. También se puede sumar a De Iriondo, aunque hoy relegado a ser suplente por el buen nivel de los dos “5”. A propósito, terminó en error su intento de frenar la superioridad que empezaba a ejercer Lanús a partir de los 10 minutos del segundo tiempo, haciendo ingresar a De Iriondo en lugar de Zabala. Le sacó fútbol al equipo, el uruguayo estaba jugando bien, De Iriondo no se pudo acomodar y Mauro Pittón, que estaba haciendo un buen partido como doble cinco, tuvo que volcarse a la derecha (fue la posición que tuvo ante el mismo Lanús en Copa Argentina) y no se halló. Luego, con el resultado en contra, no había mucho en el banco como para cambiar la cara del equipo. Algozino y el uruguayo Méndez fueron los que entraron. No había más.
Cuando me iba de la cancha, alguien me dijo y con razón: “Si Unión hubiese tenido enfrente a cualquier otro equipo que no sean Lanús, Boca o River, seguramente a este partido lo ganaba”. Es que jugó bastante bien el primer tiempo, pero la jerarquía del rival podía aparecer en cualquier momento y, cuando lo hizo, marcó las diferencias que naturalmente existen entre uno y otro equipo.
No hay que perderse en la adversidad de este partido perdido o de aquella eliminación de la Copa Argentina y seguir enfocado en alinearse por el camino elegido sin perder el rumbo. Unión está para sumar puntos y escaparle al promedio. Tiene una línea de juego, se siente cómodo esperando y saliendo rápido. Con Lanús lo hizo bien, tuvo precisión en los pases y eso elevó el nivel de su juego. Todavía Zabala, Aquino y Fragapane no le han dado lo mejor que tienen. Zabala fue el que más aportó, pero son ellos tres los que tienen la obligación de ser los abanderados del fútbol rojiblanco.
Exprimir un plantel corto, es la meta que tiene Madelón. Hasta ahora lo viene logrando, aunque cuando tiene enfrente a un equipo con mejores individualidades (Lanús) o que sale a defenderse (Deportivo Morón), las cosas se le pueden complicar.
Unión está para sumar puntos y mejorar el promedio. Ese es su principal objetivo en este momento, más allá de cierta ilusión que se había creado con llegar bien alto en Copa Argentina.