José Bordón
Hace casi tres meses que Afip y Aduana no brindan informes sobre qué y cuántos productos ingresan al país.
José Bordón
Muchas veces la falta de herramientas idóneas para elaborar estrategias comerciales, empresarias y de producción, alimentan la incertidumbre económica, más en el interior del país, sujeto tantas veces a la buena voluntad de funcionarios nacionales. Días atrás, el director del Observatorio de Importaciones de Santa Fe, Sergio Buchara, planteó un tema que no debe pasar desapercibido: denunció que “desde el 21 de julio Afip y Aduana cerraron todo el acceso a la información que teníamos para elaborar los informes”. Es decir, hace casi tres meses que a la provincia no se le brindan datos de importaciones, precisamente en un momento donde las propias economías regionales que se sostienen en esta provincia tienen las mismas dificultades de siempre señaladas varias veces en esta columna- para consolidarse como consecuencia del ingreso por momentos indiscriminado- de productos que se consiguen en este territorio. Lo peor es el argumento que utilizan las dependencias nacionales para eludir el compromiso de brindar información detallada de las importaciones: “Aducen un cambio informático, un cambio en el sistema que dicen va a ser para transparentar el ingreso de insumos y equipamiento y demás”, explicó Buchara.
La estrategia tiene patas cortas. El gobierno nacional debe justificar lo que muchas veces repiten funcionarios de segunda o tercera línea: que para estar en el mundo hay que aceptar ciertas reglas. Por ejemplo, si queremos venderles limones a los Estados Unidos debemos aceptar que ellos nos vendan carne de cerdo. El beneficio, así, no es lineal. Por eso es comprensible la inquietud empresaria en la región. Rubros como el porcino, el calzado, la frutilla y el textil, son los más perjudicados en no poder conocer qué y cuánto está ingresando del exterior. Así, la producción y el mercado se van desvirtuando. Y eso es peligroso.
El reclamo de la Unión Industrial Argentina no tuvo el eco esperado y tampoco hubo insistencia porque sabemos cómo piensa el sector en vísperas de una elección. Entretanto, en Santa Fe, el gobierno sigue tapando agujeros, realizando acciones de salvataje de los sectores con muchas complicaciones, como las pequeñas y medianas empresas fabricantes de calzado en Acebal, en el Gran Rosario. Para entender lo que sucede hay que repasar los números: en los últimos dos años la importación de calzados aumentó un 80%, es decir: en 2015 ingresaron nueve millones de pares mientras que en el primer semestre de 2017 esa cifra trepó a casi 16 millones. Acebal, ubicado a 45 kilómetros de Rosario y con 6.500 habitantes, cuenta con 19 empresas de calzado por lo que el 60% de su economía depende directa o indirectamente de este sector. Para evitar un colapso económico y financiero, la provincia concretó un desembolso que supera los 2 millones de pesos. El ministro de la Producción, Luis Contigiani, aclaró: “Nunca escuché a un solo funcionario nacional decir que van a defender la industria del calzado. No están administrando el comercio exterior y hablan de reconversiones industriales. Eso ya sabemos como termina: con menos fábricas y menos trabajadores”, advirtió.
El panorama, de continuar el sector con estas características, es preocupante porque los industriales se enteran de las importaciones “cuando los productos ya están en las góndolas. Nosotros no podemos estar improvisando datos o generando falsas expectativas por información no chequeada. Los informes están parados”, se descargó semanas atrás el propio Buchara.