El Litoral
Las decisiones del movimiento opositor facilitaron la victoria de la alianza oficialista.
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BBC Mundo
Tras sus airadas denuncias de fraude y la declaración de desconocimiento de los resultados, comienzan a surgir voces entre los referentes opositores que reconocen el revés electoral sufrido a manos del oficialismo en las elecciones regionales en las que el chavismo se quedó con 17 de 23 gobernaciones.
Entre el lunes y martes, excandidatos y líderes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) de diferentes partes del país rompieron con el libreto y admitieron culpas. También realizaron críticas a las decisiones del movimiento opositor que, según ellos, facilitaron la victoria de la alianza oficialista.
Según los resultados que dio el domingo el Consejo Nacional Electoral (CNE), no reconocidos por la oposición, que habla de fraude, el chavismo ganó claramente con 5,5 millones de votos, lo que supone aproximadamente un tercio del censo electoral.
Ese número dista de ser el de más de ocho millones que, según el CNE, dieron el apoyo a la Asamblea Constituyente el 30 de julio, pero suficiente para superar a una oposición que, de acuerdo a los controvertidos números, no llegó a cinco millones y se dejó más de dos millones de apoyos respecto al claro triunfo obtenido en las elecciones legislativas de 2015.
La MUD emitió un comunicado en el que denunció "un proceso electoral fraudulento sin precedentes", con irregularidades como el cambio de colegio a última hora de "más de 700.000 venezolanos". La plataforma opositora anunció que seguirá combatiendo la "dictadura" en Venezuela.
El núcleo duro chavista
Para explicar que el gobierno siga siendo competitivo en una elección, más allá de las irregularidades que denuncia la oposición y que supusieron trabas para miles de votantes, hay que analizar los movimientos del chavismo y los problemas de la oposición, agrupada en la coalición de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
El oficialismo cuenta con un núcleo duro de votantes que están con él pase lo que pase.
Daniel García Marco, corresponsal de BBC Mundo en Caracas, contó: "En Petare conocí a Tamara Viana, de 52 años y chavista desde el triunfo de Hugo Chávez en 1998. Viana se levantó a las 3:00 de la madrugada el domingo para empezar a movilizar gente. A las 10:00 tenía una lista con nombres y teléfonos de sus vecinos a los que llamó para saber si habían ido a votar. Los jeeps iban y venían al colegio Julio Calcaño de Petare. "¡A votar!", gritaba una joven con un megáfono mientras dos personas subían a una anciana al vehículo que tenía en el lateral un afiche de Héctor Rodríguez".
Tras 18 años en el poder y sólo dos de 22 derrotas electorales, el chavismo tiene una aceitada maquinaria electoral y de movilización reconocida incluso por la oposición, que denunció la reubicación de centros y que el CNE no permitiera las sustituciones de candidatos tras las primarias. Y es que el chavismo cuenta con un núcleo duro que sigue a sus dirigentes de manera fiel.
"No es una crisis, es una guerra económica, un bloqueo", me dijo Viana cuando le mencioné la situación que vive el país y que ella sufre. Cree sin dudas el argumento del gobierno. La activista mencionó varias veces la palabra "resolver", tan habitual ahora en Venezuela como lo es en Cuba.
El diputado opositor José Guerra, atribuyó el resultado adverso del domingo a los errores propios y no a las virtudes del contrincante oficialista. "Nos derrotamos nosotros mismos", concluyó el asambleísta a tiempo de señalar que es responsabilidad de la oposición haber reducido el caudal electoral alcanzado en las elecciones parlamentarias de 2015.