Domingo Sahda
Domingo Sahda
En las salas del Museo de Arte Contemporáneo (MAC), Bv. Gálvez 1578, ciudad de Santa Fe se exhiben obras cuya autoría corresponde a los artistas plásticos Paula Rivas y Christian Wloch. Los artistas expositores orientan su producción estética hacia la construcción de objetos, “Volúmenes con movimiento planteado como energía dinámica permanente”. A estas piezas se incorpora la luz direccionada en tanto partícipe compositivo del constructo” artístico en movimiento y recorrido en constante reiteración visual.
Esencialmente, la definición conceptual de “escultura” (“esculturas cinéticas” subtitulado de la exhibición) se define como entidad espacial estática, figurativa o abstracta según las pautas socioculturales de las sociedades humanas que las producen otorgándole sentido vinculante, ya sea éste religioso o profano. “Esculpir”, “escultura” hace referencia conceptual y actitudinal a la acción deliberada de definir una nueva presencia simbólica o descriptiva, un cuerpo matérico al que se le adjudica valor referencial. Estamos refiriéndonos a volúmenes inmóviles situados.
En el caso de “Cosmos y espacialidad geométrica” el concepto antes citado se recorta como un tanto extemporáneo, un modo de definir la presencia de un volumen en movimiento rítmico y regular, de diseño abstracto distante del concepto esencial que define precisamente la “escultura”. La rotulación aparece como un tanto distante y generalizada. La luz proyectada como elemento constitutivo, no circunstancial, remite a la apreciación de cada conjunto como “instalación”, como ambientación conceptual y fáctica de un producto al que le adjudica un sentido expresivo particular. De este modo las obras a la vista se asocian a la idea de ornamentación dinámica no convencional.
La exploración y búsquedas referidas al sentido comunicacional del objeto artístico resulta legitima en tanto propósito discursivo que intenta distanciarse de lo predecible.
Estas exploraciones creativas tropiezan con conflictos de esencialidad expresiva, remitiéndonos a la apreciación de objetos curiosos, ornamentales, a los cuales se les dota de un movimiento reiterado y regular.
La idea de ornamentación asoma de manera recurrente trasladando la idea esencial de comunicación entre obra y espectador a la mera observación circunstancial. La exposición vale en tanto exploración un tanto ambigua, llamativa en cuanto producto móvil, quizás de carácter ornamental.
Las búsquedas personales de todo artista creador resultan legítimas en cuanto actitud que intenta construir un sendero expresivo propio. Más, de suya se sabe que el Arte Visual en tanto vínculo expresivo interpersonal tiene perfiles indelegables desde el origen de las culturas. Cuando este vínculo deviene en un hecho un tanto críptico, impactando por su presencia, antes que por su significado, se corre el riesgo de la banalización de los lenguajes artísticos.