Luciano Andreychuk
Fue invitado por la Fundación Mateo Esquivo, que asiste a niños pacientes oncológicos. Enfatizó en la importancia de manejar las tensiones y el estrés. “Los chicos tienen una capacidad de recuperación increíble”, dijo. Emoción, sentimiento, razón y una delgada línea que debe equilibrarse para sobrellevar obstáculos y sostener un bienestar de vida.
Luciano Andreychuk
Twitter: @landreychuk
Se hospedó en un coqueto hotel que está en el corazón del Dique II del Puerto. De traje negro salió desde el hall a recibir a los periodistas que lo esperaban, impecable y con la prestancia que fue cultivando gracias a sus micros en medios nacionales. Era el Dr. Daniel López Rosetti, especialista en Clínica Médica y cardiólogo, hoy abocado al estudio del impacto que generan las emociones y los sentimientos en el bienestar humano.
Llegó a la ciudad para dar una charla, invitado por la Fundación Mateo Esquivo, que se dedica a ayudar a niños y niñas que padecen enfermedades oncológicas, tomando como puntapié su último libro, Emoción y Sentimiento (Planeta, 2017). “No somos seres racionales (hace las señas ‘entre comillas’) como solemos presentarnos; somos seres emocionales que razonan”, empezó definiendo.
No quiso pecar de reduccionista respecto de las enfermedades, que pueden ser estrictamente biológicas. “Pero la salud y la enfermedad tienen estrecha relación con las emociones y los sentimientos. Esto que digo no va en desmedro de la razón (aclaró), pero la inteligencia constituye una dimensión recién llegada en la historia evolutiva del hombre. Las emociones anteceden mucho al desarrollo del lóbulo frontal, al pensamiento, a las matemáticas, al intelecto humano”.
Es decir, las emociones son primitivas y la razón es una área de estudio nueva. “No es casual que todo lo que podamos recordar esté anclado en la memoria emotiva”, agregó. “Creo que hay que buscar un equilibrio entre la esfera emocional y la racional; no obstante, metafóricamente hablando, me quedo con el corazón antes que con el cerebro. El corazón decide, y la razón justifica”.
Pacientes oncológicos
—Respecto de los niños con cáncer y sus padres, que se enfrentan a una situación delicada y de fragilidad, ¿cómo abordar esta situación desde las emociones y los sentimientos, o cómo encontrar ese equilibrio con la racionalidad?
—Pienso en las situaciones de guerra, el terreno de lo “crudamente real”... Hay chicos que pueden seguir jugando entre los escombros que dejan los bombardeos de esa guerra. Quiero decir con esto que los chicos tienen una capacidad “plástica” de recuperarse increíble, y a veces debiéramos aprender de ellos. No digo que no sufran, porque sufren. Pero esa emocionalidad que rodea a esa criatura enferma, rodea también todo el vínculo familiar y social, inevitablemente.
La relación entre estrés, tensiones y oncología es muy compleja y a veces controversial; respecto de lo último depende del tipo de tumor, cómo y cuánto maligniza. Pero lo cierto es que ante una enfermedad oncológica, sin ningún lugar a dudas cuando no se manejan en forma adecuada aquellas emociones, la situación pueden empeorar.
“El adecuado manejo emocional influye enormemente sobre el cuerpo. En rigor, emoción y cuerpo son lo mismo”, insistió Rosetti.
“El adecuado manejo emocional influye enormemente sobre el cuerpo”
Estrés, mal de época
Respecto del estrés, la velocidad tan acelerada en que discurre el tiempo de la modernidad imprime al ser humano desafíos a los que no estaba preparado, por su naturaleza. Como si fuera que el estrés viaja más rápido que la capacidad adaptativa de las personas a la modernidad, y mira todo desde el espejo retrovisor.
“Vayamos a la época de nuestros abuelos, por ejemplo. La velocidad del tiempo mental y emocional era otra. Hoy es como que no hay tiempo. No hay tiempo para nada, y no sólo les pasa a los adultos, sino también a los chicos y adolescentes. Hay pacientes que me dicen: ‘Qué rápido va todo’ ”, relató Rosetti.
“Y cuando trato de responder el porqué de eso concluyo en que si algo no se vive con bienestar, hay que reflexionar para intentar mejorar. Creo que lo que sucede es que no hay espacios para nada. Hoy vivimos en una línea continua: el hecho de estar todo el tiempo en las redes sociales, hiperconectados, siempre tensos... Hoy le pasa eso a muchos chicos”, dijo.
“Pero sarna con gusto no pica”, parafrasea al refranero popular. “Si uno está bien con eso, está bien. El problema es cuando una está mal: ahí tiene que hacer algo, un cambio. Es una responsabilidad individual. Y uno ciertamente es artífice de su destino. Es cierto que nos es difícil salirnos de la realidad en que vivimos, pero algo podemos hacer, y ese algo va por el abordaje filosófico, reflexivo. Es cierto que hay psicología cognitiva que ayuda mucho; pero la frontera final es el cómo cada uno se toda la vida y cuáles son sus proyectos, sus escalas de valores y prioridades”, concluyó.