Danilo Chiapello
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Le pasó a Martín, dueño de una pilchería. Mientras desvalijaban su negocio, soportó que un rufián le apuntara con un arma a su cabeza.
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“Ellos eran cuatro y yo estaba solo. No me resistí e incluso les dije ‘llévense todo’. Pero igual me apuntaron a la cabeza. Entonces uno se queda pensando, ‘mirá si se le escapa un tiro... o si me dispara porque se le da la gana’, dice Martín (34) mientras sus ojos se llenan de lágrimas.
Martín, es el titular de The Pipe, negocio de indumentaria de surf, que se ubica en Pedro de Vega al 2400, a metros de la avenida Aristóbulo del Valle, en el corazón de barrio María Selva.
Ayer, poco antes del cierre de la jornada comercial, un individuo ingresó al local y preguntó por algunos de los productos que están a la venta.
Si bien el comerciante advirtió algo extraño en la situación, jamás imaginó que en rigor este “cliente” estaba haciendo una “inspección del terreno” para el violento asalto que se produjo después.
Dijeron ¡ahora!
* “ Todo ocurrió a las 19.50. Media hora antes entró un muchacho medio raro que me preguntó por algunas cosas y se fue. Pero al rato veo que se paran cuatro muchachos en la puerta. Y uno de ellos gritó: ‘¡Ahora!’
“Se meten y me acorralan acá... yo estaba sentado. Me apuntan con un arma y me hacen ir hasta los probadores y ahí me ataron con precintos las manos y los pies. “Me decían quedate quieto y gritaban cosas. Tres de ellos comenzaron a cargar mercaderías, mientras el otro me apuntaba a la cabeza.
“No recuerdo sus caras, pero sí me quedó grabada la imagen del revólver apuntándome a la cabeza. Nunca en mi vida me había pasado algo así”, comentó Martín en diálogo con El Litoral.
Cargaron todo en bolsas
Además de certero, puede afirmarse que fue un golpe express. No más de 15 a 20 segundos les llevó a los rufianes vaciar el negocio.
Se llevaron gran cantidad de mercaderías, como remeras, shorts y gorras. También cargaron con una computadora personal; un Iphone y algo de dinero. El perjuicio ronda los 150 mil pesos, según estimó la propia víctima.
* “Fue todo una locura, que duró no más de 20 segundos. Cargaron todas las cosas en bolsas de residuos... creo que cada uno llevaba una bolsa. Se fueron en dos motos en contramano por Pedro de Vega hasta que doblaron por Rivadavia hacia el norte.
Cuando me logro sacar los precintos salgo a la calle. La gente que estaba parada en el semáforo me gritaban ‘te acaban de robar’. Aparece un patrullero y entonces le hago señas para que pare. Cuando les conté lo que había pasado salieron a toda velocidad, pero a los pocos minutos volvieron sin novedades”, agregó.
Pasadas algunas horas, vino la obligada reflexión.
* “Lo material es lo de menos. Lo tremendo es la sensación que te queda. Ahora entiendo a la gente que pierde un ser querido en circunstancias similares. Uno hace las cosas como para sobrevivir y que de pronto, aparezca uno de estos tipos y termine con todo... es muy fuerte, culminó.