Por Néstor Vittori
La información oficial de las pericias complementarias de la autopsia de Santiago Maldonado indican que se ahogó en el lugar donde fue encontrado, que su permanencia en el agua coincide con la fecha de su desaparición, que no fue ni golpeado, ni lastimado, ni manipulado, ni arrastrado.
Por Néstor Vittori
Los hechos, en muchas oportunidades resuelven la contradicción de opiniones y evitan los conflictos en torno a cuestiones opinables, o por lo menos los conducen por cauces racionales.
La información oficial de las pericias complementarias de la autopsia de Santiago Maldonado indican que se ahogó en el lugar donde fue encontrado, que su permanencia en el agua coincide con la fecha de su desaparición, que no fue ni golpeado, ni lastimado, ni manipulado, ni arrastrado.
Sin perjuicio de la fantástica deconstrucción de la realidad que intentaron muchos de los involucrados directa e indirectamente, con la intencionalidad de atribuir la desaparición y muerte del joven a una acción deliberada de la Gendarmería Nacional, los hechos demuestran por su propio peso la falsedad de toda la trama de afirmaciones que, en la figura de la “desaparición forzada de personas”, han intentado infructuosamente confundir a la opinión pública, dibujando un accionar de la fuerza de seguridad y del gobierno nacional, a la medida de los excesos de la dictadura militar en su tarea represiva.
Pero hurgando en las motivaciones de los constructores de la patraña que tuvo en vilo a la sociedad por más de dos meses, es posible delimitar los intereses que confluyeron y se asociaron en la mentira, que son 1) los propios mapuches, que lo habían visto ahogarse a Maldonado y sabían desde el primer día dónde estaba y por eso hostigaron las investigaciones en el terreno para evitar que lo encontraran. Además testimoniando falsamente que la Gendarmería lo había detenido y se lo había llevado en una camioneta (declaración de Santana) y posteriormente cuando fue hallado, acusando que el cadáver fue plantado en el río con posterioridad a su muerte.
2) El kirchnerismo, que con la construcción del “desaparecido” creyó poder dañar la posibilidad electoral de Cambiemos, de cara a las elecciones del 22 de octubre y también la imagen argentina en el exterior, obstaculizando las posibles inversiones en el país por parte de capitales foráneos, espantados por el temor ante la presunta ilegalidad e ilegitimidad de la acción de gobierno del presidente Macri.
Cabe señalar también la coincidencia de gran parte del manual de instrucciones para la resistencia mapuche “Kutralwe”, con las instrucciones operativas de Montoneros para sus operaciones subversivas.
3) Militantes de sectores trotskistas, anarquistas y comunistas, que cada uno por su lado intentan cooptar al indigenismo, adoctrinándolo en su prédica antiimperialista y anticapitalista, poniéndolos en línea con el antiguo proyecto del Movimiento Revolucionario Indigenista Iberoamericano, heredero directo del Che Guevara, que liderara Roberto Santucho y que fuera antecedente cercano del ERP.
También cabe señalar que en esa línea trabajan sectores del Partido Comunista chileno, que apoyan al movimiento independentista mapuche representado por la Coordinadora Arauco Malleco, que es la responsable de los reiterados atentados incendiarios en el país trasandino y antecedente directo del RAM.
Está probado, a través de documentación secuestrada por las Fuerzas Armadas de Colombia, en particular correos intercambiados por autoridades de PC de Chile encontrados en la computadora del fallecido segundo jefe de las Farc, Raúl Reyes, en su campamento en Ecuador luego del bombardeo de la aviación colombiana, donde se comprueba que activistas mapuches concurrieron a Colombia para su entrenamiento por las Farc durante dos meses.
Todos estos elementos se conjugan, para fundamentar un cuadro de preocupación, donde por un lado aparecen los atentados del RAM en territorio argentino, la utilización del triste fenómeno Maldonado, para escandalizar y predisponer negativamente a la opinión pública ante la posibilidad de acciones represivas contra este grupo por parte del gobierno a través de las fuerzas de seguridad y la intensificación de los actos de terrorismo de los mapuches chilenos y la posibilidad de una mayor represión en el vecino país contra estas bandas subversivas.
En ese marco, es posible que se intensifique la conflictividad como ocurrió en el siglo XVIII, cuando la guerra a muerte desatada por el caudillo realista Vicente Benavides en Chile (1819-1832) por encargo del Virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela, provocó que contingentes indígenas alineados con ese bando, luego huyeran, invadiendo y asolando nuestro territorio.
De escalar esta cuestión, el gobierno nacional deberá establecer consultas y acuerdos con el gobierno de Chile para militarizar la región que hermana el territorio de nuestro país con la Araucanía chilena. Esto es desde el río Bíobio hasta el canal de Chacao que separa el territorio continental de la isla grande de Chiloé, territorio de asentamiento en el pasado de las tribus araucanas.