Enrique Cruz (h)
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Moscú)
Informe Enrique Cruz:
Las primeras sensaciones en esta lejana tierra a la que arribamos con Hugo Isaak después de muchísimas horas de vuelo y escalas, fueron las esperadas. El frío, la presunta “turbonada” de nieve que, según dicen, se abatirá este sábado sobre Moscú, la lluvia gélida, la historia viva del mundo y el fútbol, que enseguida se transporta a aquel mes de marzo de 1976 en Kiev, cuando bajo la nieve, la selección del Flaco Menotti producía una de esas actuaciones que jamás se podrá olvidar. Uno no sabe si el hecho de haber sido un adolescente en aquellos tiempos, permite asombrarse y, por ende, agrandar el impacto que de por sí generó esa victoria. Pero podré olvidarme quizás de muchos partidos y hasta más importantes que ese, pero justamente es ese el que me transporta en el tiempo y en la geografía a esta ciudad de Moscú. Las atajadas del Loco Gatti, el gol de Kempes, el 1 a 0 bajo la nieve, la pelota anaranjada y algo que por aquel tiempo resultaba fundamental para el futbolista argentino: empezar a entender que esa gran distancia física que parecía existir entre nosotros y los europeos, se podía equiparar no sólo con mejor técnica, sino también con una preparación adecuada y que la iguale o al menos se le acerque.
Pero estamos en 2017 y se viene un Mundial por el que todavía se escucha el llanto de los italianos y los holandeses. Parece mentira que los tanos no estén aquí. A uno no le entra en la cabeza, más allá de que la curva descendente desde aquel título en 2006 no tuvo un corte a tiempo. Y también los holandeses, porque tampoco se entiende que un semifinalista que nos hizo transpirar la camiseta y convirtió en héroe a Chiquito Romero en Brasil, se quede a mirarlo por TV. En todo caso, lo de Holanda quizás sorprenda menos. Ellos están tristemente acostumbrados a este tipo de vaivenes, como el de ser los forjadores de una verdadera revolución sin título (la del 74 y 78) y enseguida quedarse afuera del torneo siguiente. No es la primera vez que les pasa.
Dicen que el verdadero Mundial empieza en octavos de final, ya una vez transcurrida la fase de grupos. Está claro que no es así. El Mundial empieza en las Eliminatorias. Y si no, pregúntenle a Italia. O a nosotros mismos, que tuvimos que depender de una noche genial de Messi en Quito para que entremos. Y si hay un acontecimiento casi tan trascendente como un partido mismo, es lo que va a pasar este viernes, ya entrada la noche en esta fría Moscú, seguramente en el calor abrasador del mediodía santafesino.
Y pensar que es tan grande el planeta y tan universal el fútbol, que hay un detalle en el que no se puede dejar de reparar: habrá cinco entrenadores argentinos de los 32. Y de ellos, dos son de Santa Fe: Sampaoli y Juan Antonio Pizzi. Esto lo hace aún más atrapante a este Mundial. Nunca antes pasó y quizás nunca más vuelva a ocurrir. Y hasta se podría dar el hecho de que haya enfrentamientos entre técnicos argentinos en algunas de las fases. A Sampaoli no le tocará contra Gareca y Pekerman, porque tanto Perú como Colombia van al bombo 2 y la condición explícita es que ningún grupo tenga más de un equipo de la misma zona de clasificación, salvo Europa, que tiene 14 selecciones. ¿Qué quiere decir esto?, que los sudamericanos no compartirán fase de grupo, pero los europeos sí lo harán aunque sólo habrá dos como máximo y en seis de los ocho grupos.
Hablando de los santafesinos, Juan Antonio Pizzi ha confirmado su presencia. Sólo habrá dos selecciones que no tendrán a sus técnicos en el máximo estrado del Palacio del Kremlin, en el momento del sorteo. Serán los de Australia y Uruguay. En el caso del primero, porque busca un sucesor (apuntaron a Bielsa y el dato no es menor: serían tres los entrenadores de la provincia que dirigirían el Mundial). Y en el de los uruguayos, seguramente por los problemas de salud del Maestro Tabárez.
La confirmación de Pizzi —el entrenador de Arabia Saudita— no es tampoco un detalle menor: Juanchi arregló el martes y de inmediato viajó a Japón y desde allí arribará a esta lejana y gélida ciudad que, con un clima totalmente diferente, será la principal anfitriona dentro de un país muy grande y en el que habrá que prepararse para cubrir las grandes distancias.
Todo es muy grande aquí en Moscú. Y si para muestra vale un botón, como se dice habitualmente, basta con decir que el centro de acreditaciones (El Litoral es uno de los medios mundiales que ha obtenido ese privilegio) se encuentra en el Museo de la Guerra Patriótica en 1812, en la plaza Revolutsii, que está a dos minutos a pie de las estaciones Okhotny Riad, Ploschad Revolutsii y Teatralnaya. ¿Saben cuántas salidas tienen esas tres estaciones que están conectadas entre sí?, nada menos que once. Y todo esto formando parte o en las fronteras del Kremlin propiamente dicho.
¿Nos tocará el “grupo de la muerte” como en el 2002?, ¿”zafaremos” de Inglaterra y España, potables rivales en la fase de grupos?, ¿y de Suecia o Dinamarca, que son las selecciones que van a marcar tendencia a la hora de buscar los grupos más difíciles?. Aquella mala experiencia con Bielsa en el 2002 o el mismo grupo que nos tocó en el 78 (Italia, Francia y Hungría), contrastan con las facilidades que hubo para clasificar en otros mundiales, como el de Sudáfrica o el mismo de Brasil.
Hace cuatro años, El Litoral también asistía en Costa do Sauipe a este mismo acontecimiento antes del Mundial de Brasil. Gritos de alegría de los mismos periodistas según cuál fuese la nacionalidad y la cara de los entrenadores en la zona mixta, eran el reflejo de lo que había ocurrido a la hora de sacar las bolillas de los cuatro bombos en esa previa en Brasil. Lo mismo pasará en el Kremlin, aunque con varios grados menos de temperatura y sin la rigurosidad de este clima que congela. No es lo mismo tener que pensar en España, Suecia y Nigeria, por ejemplo —si hablamos de un grupo complicado— que si nos toca eliminarnos con Suiza, Serbia y Arabia (¡pobre Juanchi, perdón!).