Germán de los Santos
Germán de los Santos
En febrero de 2016, cuando el gobierno de Mauricio Macri transitaba los primeros meses de gestión y estaba obligado a mostrar cambios profundos con respecto a la administración anterior, la ministra de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich anunció la creación de un nuevo protocolo de las fuerzas de seguridad para actuar en las protestas en las calles.
Las nuevas coordenadas que diseñó la cartera de Seguridad apuntaban específicamente a no permitir que las protestas en la vía pública afecten la vida de otros ciudadanos. Ese protocolo nunca fue publicado de manera oficial. Sólo se conocen algunos trazos gruesos que la propia ministra fue mostrando en este último año.
Las protestas y el caos que generaron grupos políticos de distintos sectores en las inmediaciones del Congreso de la Nación el jueves pasado, para evitar el tratamiento de la reforma previsional, volvió a darle centralidad a la actuación de las fuerzas de seguridad.
Lo que justamente no pareció es que hubiese un protocolo de seguridad, ni una estrategia de intervención de los efectivos federales en una ciudad que parecía asolada por el caos, pero que en realidad los protagonistas de esa situación eran sólo grupos aislados que se habían separado de la protesta para provocar los desmanes.
Las imágenes que repetían los canales de televisión parecían extraídas del archivo de 2001. Y otro diciembre caótico asomaba repetirse, como ocurrió durante varios años desde el estallido social que dejó 19 muertos en Buenos Aires y ocho en Santa Fe.
El gobierno absorbió el reclamo de que el piquete no puede dominar cualquier situación en la escena pública. Gran parte de los votantes que se volcaron a Cambiemos en las últimas elecciones piden que haya límites más firmes ante estas situaciones. La actuación definida de las fuerzas de seguridad en base a una estrategia sólida sin desbordes nunca terminó de exponerse con claridad. Si se ponen límites, esas fronteras que separan lo legal de lo ilegal deben ser claras.
La intervención de la Gendarmería en las protestas en el Congreso de la Nación dejó la sensación de que no había un plan ni una estrategia. O al menos no se aplicó. La represión de los efectivos encendió aún más la mecha de un grupo minoritario de violentos e irradió el problema a una cuadrícula mayor alrededor del Parlamento.
En medio de las negociaciones políticas para destrabar la reforma política, el propio gobierno asumió que la intervención de gendarmería en la represión fue desmedida. La ministra Bullrich sumó otro problema.
La voluntad del gobierno es despegarse de esas imágenes con heridos y es por eso que, ahora, el Poder Ejecutivo confirmó que en la sesión del lunes la Gendarmería será reemplazada por la policía de la Ciudad en el operativo de seguridad.
La voz que tiene poder de veto en Cambiemos es Elisa Carrió, y la legisladora fue la que trazó la raya luego de los incidentes en el Congreso. “No se necesitan tantos gendarmes”, opinó la aliada de Macri y agregó: “Transité el país en 2001 y no son necesarios tantos gendarmes. La ministra de Seguridad tiene que parar. Pueden ponerlos sin uniformes, tanta ostentación de la fuerza no es buena”.
La intervención de la Gendarmería en las protestas en el Congreso de la Nación dejó la sensación de que no había un plan ni una estrategia. O al menos no se aplicó.