Mario Cáffaro
Para los pocos funcionarios de la Casa Gris, las declaraciones de Contigiani llamando a un nuevo frente electoral contra la derecha no ayudan a la construcción del consenso para la reforma constitucional. En un año, ya las candidaturas del 2019 estarán maduras.
Mario Cáffaro
Miguel Lifschitz en las sierras cordobesas; José Corral en la costa atlántica bonaerense; Agustín Rossi en la costa atlántica carioca. Verano, tiempo de vacaciones después de un intenso año electoral. Cada uno tomando fuerzas para el año que se abre. El gobernador y su equipo saben que en 90 días se juegan el proyecto central: la reforma constitucional. Es ahora o nunca para el intento reeleccionista. Después ya no darán los tiempos para dictar la ley sobre la necesidad de la reforma, elecciones de convencionales y funcionamiento de la Constituyente teniendo en cuenta que en 2019 se produce la renovación de los poderes Ejecutivo y Legislativo así como de las principales intendencias de la provincia.
En medio de esta discusión, se colaron las expresiones del único diputado nacional del Frente Progresista, Luis Contigiani, llamando a formar una nueva alianza transversal para oponerse al proyecto de Cambiemos y su política neoliberal. Y enseguida voces de apoyo a ese proyecto de algunos dirigentes justicialistas como la senadora María de los Ángeles Sacnun, el entusiasmo puesto de manifiesto por el diputado Luis Rubeo e incluso guiños del senador Armando Traferri.
Ya el fuerte discurso crítico de Contigiani a las reformas previsional y tributaria obligó a Lifschitz a postergar una reunión con el presidente Mauricio Macri, gestada desde Estados Unidos durante la misión de diciembre que encabezó el propio gobernador con legisladores de todo el arco político para buscar un crédito del Banco Mundial. “Si la Casa Rosada avala el proceso de reforma constitucional no nos opondremos”, le dijeron dos de los integrantes de esa delegación legislativa al gobernador, en Washington, durante un desayuno donde se habló mucho de política. Lifschitz iba a incluir el tema en la reunión con Macri donde en primer términos iba a estar sobre la mesa la salida política a la deuda de la Nación con Santa Fe por el fallo favorable de la Corte Suprema de Justicia sobre Ganancias y autarquía de Afip, así como el plan de obras nacionales en el territorio.
El proyecto inmediato de reforma constitucional tiene reticencias de importantes dirigentes. El senador Omar Perotti sugirió votar si la gente está de acuerdo o no con la reforma, junto con las elecciones de gobernador de 2019; Corral entiende que 2018 no es año electoral y en forma parecida se pronunció el concejal macrista rosarino Roy López Molina, plebiscitado en octubre en su ciudad. Son apenas algunos ejemplos.
Sin reforma, el hoy Frente Progresista deberá reinventarse. En dos años de la actual gestión, primero expulsaron a un sector del socialismo encabezado por Rubén Giustiniani y en el último proceso electoral, una parte importante del radicalismo se encolumnó con Cambiemos. El guiño de Contigiani apunta a sumar a sectores peronistas. Rubeo insiste en que se debe formar una nueva coalición política y pide que en el socialismo, Lifschitz y Antonio Bonfatti superen sus diferencias internas antes de abrir la negociación con sectores peronistas. En cambio para sectores justicialistas muy críticos de la gestión del Frente Progresista, estas alianzas de verano son apenas cortinas de humo para distraer ante tarifazos propios aplicados a peajes, energía y aguas y cloacas. “Frente al agotamiento socialista, los peronistas debemos darnos la tarea de presentar una alternativa de gobierno” opinó la diputada Claudia Giaccone. Para Cambiemos, también es verano.