Ignacio Andrés Amarillo
La cantante y docente fue convocada días atrás para abrir la segunda noche del Festival de Guadalupe. Un broche de oro para un buen momento artístico, que El Litoral compartió con la artista en una charla exclusiva.
Ignacio Andrés Amarillo
La soprano y profesora de canto Susana Caligaris sorprendió a muchos cuando se subió para cantar el Himno Nacional Argentino en la segunda noche del Festival Folclórico de Guadalupe, el sábado 20 de enero, a lo que sumó dos obras más. De ese modo, arrancó un 2018 lleno de propuestas, que siguen la estela de la puesta de “La viuda alegre”, celebratoria de los 40 años de la Agrupación Coral Municipal de Santo Tomé.
En diálogo con El Litoral, la artista contó sobre ese cruce de géneros, su presente, sus proyectos por venir y las ideas que la animan.
Frente a la Basílica
—¿Cómo salió la invitación al Festival de Guadalupe?
—Canto mucho para determinadas cosas que no se ven mucho: una es el 2 de Abril, canto “Aurora” a capella a las 9 de la mañana, en el inicio del acto para los ex combatientes, a quienes aprecio profundamente; formo parte de esa generación. Tengo ese grupo de amigos, de donde han surgido otras invitaciones para apoyar algún hecho importante humanamente. Cantar “Aurora” o el Himno Nacional mientras se iza la bandera es algo que hice muchas veces, y por ahí vino la idea de la comisión del Festival para abrir la segunda noche.
Me invitaron como cantante lírica, pero les quería ofrecer algo más de autores argentinos. Hubo que consultarlo, porque no formaba parte, y aceptaron “Alfonsina y el mar” y el “Ave María” de Piazzolla, que no es muy conocida: a mí me encanta, porque si bien el texto está en italiano (la hizo sobre un poema de Angela Tarelli que es una poeta italiana, cuando él vivía en Roma), es una letra humana, no es la oración. Es una súplica de que nos dé calor y nos conforte en este momento en que sufrimos, en que somos tan frágiles. La música expresa lo que dice el texto, mucha paz y armonía pero con fuerza interior.
“Alfonsina” me gustaba hacerlo porque Ariel Ramírez es nuestro, pero también porque son los 80 años de la muerte de Alfonsina (Storni) en octubre. Escribió su último poema “Voy a dormir”, tres días antes de morir.
—Es lo que retoma en la letra Félix Luna.
—En la última estrofa: “bajame la lámpara” y “si llama él” son palabras de Alfonsina. Evoca el sufrimiento humano, de quien por su gran sensibilidad resiste hasta un punto los avatares de la vida y toma una decisión valiente, trágica, terminar su vida en el mar, que la fascinaba. Es un hecho artístico su muerte.
Me presentaron como soprano, pero lo que dije fue que no está tan separado todo: lírica es expresar sentimientos que el artista tiene, queriendo replicarlo en el público; pero ese término se fue utilizando para definir el teatro lírico y las voces de ópera. Pero esa lírica está en todos los géneros. Lo que dije fue que la música es una y nos une. Eso es lo que quiero rescatar, más allá de tanta atomización que hay hoy: lo que nos une entre los seres humanos.
—Se supone que el teatro lírico justamente cuenta una historia y un sentimiento.
—Para contar una historia que es vehículo de un sentimiento.
—¿Quiénes fueron los músicos acompañantes?
—Invité a Luciano Stizzoli, necesitaba un pianista. Está estudiando en el Instituto de Música, pero tiene un vuelo propio impresionante. Es muy amigo de mi hijo, Leandro Cova, que toca el saxo alto (también el barítono) y ellos dos se entienden muy bien: entre los dos armaron unos arreglos bárbaros. Me sentí felicísima de estar con músicos jóvenes, que conozco de siempre: me los cruzo en mi casa, en el instituto (risas).
Renovación
—En “La viuda alegre” trabajaron con mucha gente nueva.
—Es el cuarto proyecto propio de la Agrupación Coral Municipal de Santo Tomé, que dirige mi esposo Jorge Cova. De hacer ópera de repertorio en la zona, títulos ya tradicionales. Se puede hacer ópera con un solo instrumento, con una voz y una silla; pero hacer una puesta con todo, poniendo una escenografía sencilla pero bien hecha, una iluminación... Desde Santo Tomé, preparado en el Jardín Municipal, entrando desde la ruta 19. Todos los vecinos sabían “La vida breve” (risas). Se supone que sale de lugares preparados, pero nosotros tenemos un espacio muy lindo para trabajar y una gente divina.
Hace diez años (para los 30 del coro) hicimos “Orfeo y Eurídice” con Alejandro Attias, que vino de Buenos Aires y es nuestro regisseur. Puede resolver todo en su cabeza y es fantástico para trabajar con la gente: es hacer la puesta y formar. Esa es la idea de la Agrupación Coral, salir enriquecidos y tener una experiencia grupal fuerte. Lo hicimos con un grupo de la Sinfónica, dirigido por Andrea Mijailovsky.
A los cinco años hicimos “Dido y Eneas”, con puesta de Eduardo Casullo, con la Camerata Eleutheria. Después nuevamente con Alejandro Attias en 2013 y 2014 realizamos “La vida breve” de Manuel de Falla, muy complicado de hacer: pudimos concretarla dos veces en Santo Tomé, dos veces en el Teatro Municipal, logramos llevarla al Festival de Alta Gracia y al Teatro del Globo en Buenos Aires, donde fue considerada la primera puesta en escena íntegramente realizada en el interior con un nivel equivalente a cualquier puesta off Colón.
Con “La viuda alegre” queríamos cambiar rotundamente la línea para sentirnos felices y haciendo algo mucho menos dramático, pero tiene muchos mensajes importantes. Aprendimos a bailar, a actuar de otra manera, disfrutar del glamour después de la austeridad de “La vida breve”: nos pusimos bellos, con plumas. Es hermoso para festejar los 40 años, con alegría.
La gente de la Agrupación Coral trabajó enhebrando mostacillas para la araña, pegando cositas luminosas en las cortinas, forrar botellas, la bijou de las chicas. Los tablones para el decorado, con cortinados combinados con luces. Todo al rayo del sol en el patio del Centro Cultural de Santo Tomé, y después subirse a cantar.
—Las partes habladas permitieron humoradas, vinculando la historia con Santo Tomé...
—Eso fue un trabajo que hicimos con Philip Salmon...
—Lograron reclutarlo para este montaje...
—Fue una coordinación de relojería. Vengo trabajando con él en muchos proyectos pedagógicos y artísticos desde hace cuatro años. Él cantó “La viuda alegre” en alemán y en inglés en escenarios muy destacados, con Kiri Te Kanawa y José Carreras. La versión en castellano en general desvirtúa ciertos sentidos, nos pusimos y las corregimos. Y le buscamos esa conexión con Santo Tomé: el Maxim se transformó en la parrilla El Fogón, y en vez del embajador está la intendenta.
Philip nos ayudó con los textos hablados, para trabajar actoralmente: generalmente los que cantamos tenemos poco desarrollado el teatro de prosa. Con Miryan Burgués aprendimos a bailar, y Philip nos ayudó a sentir el vals vienés. Este año la vamos a hacer en Santo Tomé y en el Teatro Municipal en noviembre; hay posibilidades fuera de Santa Fe.
Proyectos
—¿Qué más se viene para 2018?
—Ahora el 29 de marzo se viene el ciclo Santa Fe Sostenido, que se hace todos los años desde la Municipalidad. Fui convocada para hacer la apertura junto a la Banda Municipal: me encanta, porque se produce un espacio al aire libre con gran convocatoria, frente a la Estación Belgrano. Me gusta cantar para todo el mundo, sepa o no de ópera. Me pidieron un repertorio vinculado a la ópera, quizás no sea todo vinculado a la ópera, pero sí va a haber unas arias famosas, algún dúo, a lo mejor comedia musical.
Después de eso tengo un mes en Europa: un concierto en Barcelona, dos en París, dos en Roma, dos en Canarias. También dar clases: en Barcelona en la Facultad de Medicina, en la cátedra Anatomía y Fisiología de la Voz (es la cuarta vez). En Canarias una conferencia concierto sobre Alberto Ginastera, uno de mis autores fetiche, son los 35 años de su fallecimiento.
Les interesa muchísimo y saben poquito, de Ginastera y de Carlos Guastavino. En Europa están instaladas obras como la “Canción al árbol del olvido” de Ginastera, o “La rosa y el sauce” y “Se equivocó la paloma” de Guastavino. Llevo un trabajo de investigación y conexión entre ellos. En Barcelona hablé de “Se equivocó la paloma”, les dije que tenían a Joan Manuel Serrat que la popularizó, los jóvenes no sabían ni del tema ni quién es Serrat (risas).
En París voy a hablar de música argentina vinculada a la francesa, y en Londres estaré en un congreso de la voz, en mayo y junio. Y en Italia voy a cantar con el grupo de música antigua que dirige Sergio Siminovich, que me invitó a cantar una obra de Händel, y voy a hacer algo para la embajada argentina como casi siempre que voy.
En septiembre unos conciertos en Buenos Aires con Luis Mucillo, va a venir Philip Salmon para una gira pedagógica por Santa Fe, Santiago del Estero, Corrientes, La Plata, Rosario. Hay un congreso de ciencia cognitiva en La Plata y vamos a presentar juntos un proyecto que nos pidieron, sobre el estudio del canto, y escribimos un capítulo para un libro, editado por la Universidad de La Plata.
Adicofe (Asociación de Directores de Coros de Santa Fe) me invitó a dar un curso para directores de toda la provincia, y desde Santo Tomé adherimos todos los años al Día de la Voz, y hacemos una o dos jornadas, donde hay lugar para que hablen cantantes y profesores para que puedan expresar sus cosas. Ahí estamos todos juntos y vemos que es más lo que nos une que lo que nos separa.