“Elegí el mejor de los caminos, el más fácil de transitar: me rodeé de gente con talento y alta experiencia cada uno en lo suyo”, explica Adrián Airala al referirse al equipo de trabajo que lo acompañó en el desarrollo de la obra “la jauría de las damas”. El dramaturgo y director teatral santafesino presentó esta propuesta escénica en noviembre, en el Foro de la UNL, en el marco del Argentino de Artes Escénicas. Consideró que “fue un proceso complicado, en el mejor de los sentidos, por las muchas capas que encierra el texto”, que la permeabilidad de las actrices resultó fundamental y que el hecho de tener continuidad en la realización de funciones es algo “tremendamente alentador”. De hecho, la obra tendrá (entre marzo y julio de 2018) 16 nuevas funciones en el Foro de la UNL.
—¿Cómo diste con la obra y por qué la elegiste?
—La obra es de mi autoría. Fue una maravillosa accidentalidad la que puso en marcha este proceso de construcción. Sintéticamente, en 2012 me regalaron un libro que de ningún modo me interesaba leer. Fui a cambiarlo y en la búsqueda del sustituto se cruza frente a mí “Cuentos completos” de Fogwill. Al hojearlo leo “... me obligaron a resistir una feroz jauría de ganas de fumar...”, las palabras feroz jauría me apuñalaron y me llevé el libro. Días después me cruzo con la pintura “Terapia ocupacional” de Fernanda Aquere, cuatro siluetas de acero de apariencia femenina tejiéndose y destejiéndose entre sí, una especie de canibalismo metálico, paradas sobre un cable de acero flotante en el vacío de un fondo de tormenta. De la concurrencia de esos dos accidentes surge un nombre: “la jauría de las damas”. En ese momento no tenía la más remota idea del contenido, era sólo un nombre vacío. A la hora de completar mi cursada de dramaturgia con Mauricio Kartun debí presentar dos textos. Allí decido buscarle contenido al nombre “la jauría...” y surge el primer boceto de la obra, durante los tres años siguientes me embarco en muchas reescrituras hasta encontrar la versión “temporariamente definitiva”.
—¿Cómo fue el proceso de trabajo con las actrices?
—Fue un proceso complicado, en el mejor de los sentidos, por las muchas capas que encierra el texto y por los dos planos en los que se desarrolla. Es un texto “ideológico” no sólo políticamente, sino existencialmente. Hay toma de posturas extremas y las actrices debieron transitar un camino de incorporación del texto, y sus intenciones aún cuando no comulgasen, según el caso, con los valores que el texto instauraba o demolía. Fueron la pasión y la permeabilidad de las cuatro actrices (Adriana Rodríguez, Susana Formichelli, Marisa Ramírez, Najla Raydán) las que hicieron posible la conversión de un texto escrito en un texto encarnado, el pasaje de un texto sonoro pero arduo a un texto arduo pero orgánico, visceral. por otra parte, o paralelamente, hicimos un duro trabajo corporal buscando la animalidad de piedra, la violencia, la sensualidad y aun la vulnerabilidad de estos cuatro personajes que se presentan ante nosotros como “gárgolas”. El trabajo estuvo a cargo de Paz Hernández Melville. Sin estos cuerpos entrenados para la desfiguración, el texto no hubiese podido estar vivo en el escenario.
—¿Y con el resto del equipo?
—Elegí el mejor de los caminos, el más fácil de transitar: me rodeé de gente con talento y alta experiencia cada uno en lo suyo: artistas visuales, gente de cine, un músico y una fotógrafa-guionista. Puse sobre la mesa el corpus ideológico de “la jauría de las damas”, lo que en diseño industrial se denomina “el concepto”, y la propuesta fue que cada uno desde su tarea trabajara guiado por ese concepto. “El concepto” tiene un perfil, un sello, una coloratura, una sonoridad, una textura, un tempo, un ritmo, un espíritu. Es aquello que hace que vos veas un Ferrari, algo casi imposible por donde nosotros nos movemos, pero, en fin y aunque no sea rojo ni le veas el logo con el caballito digas “es un Ferrari”. Mis compañeros de equipo se apropiaron del concepto, lo impusieron a sus tareas individuales y luego juntos ajustaron la sintonía entre los distintos campos para lograr coherencia en la totalidad; Trayectoria / Espacio de Representación / UNL nos exigió un trabajo de interdisciplinariedad y nosotros lo llevamos al extremo: Fernanda Aquere en escenografía, vestuario y producción, Ponchi Insaurralde en iluminación, Martín Margüello en banda sonora, Ariel Gaspoz en operaciones técnicas, Tam Naymark en fotografía fija, Priscila Sandoval y Diego Pratto en registro fílmico.
—¿Qué balance hacés del estreno y de las funciones realizadas hasta aquí?
—La sensación que nos dejó el estreno y estas cuatro funciones hasta la fecha -restan todavía 16 funciones más en el ámbito del Foro de la UNL- es muy fuerte y ratifica aquello que fuimos aprendiendo al paso de diferentes estrenos: el público tiene sus propias leyes. Podíamos más o menos imaginar qué clase de reacción podía llegar a tener el público según, conjeturábamos, fuese su posicionamiento ideológico (no exclusivamente político). Pero no imaginábamos que personas (ahora lo sabemos por las devoluciones) instaladas en los extremos del espectro ideológico (no exclusivamente político) podían sentirse impactadas emocionalmente de un modo muy similar, como si el texto, la estética y el clima generado en esos 60 minutos esmerilasen las diferencias que fuera de la sala resultarían irreconciliables. Para nosotros fue una gran lección y algo que no deja de sorprendernos, al tiempo que nos da mucha energía para seguir subiendo la vara de exigencias de la obra, porque seguimos trabajando y modificando nuestro material, haciendo sintonía cada vez más fina, una especie de pulsión de entregar al público una obra muy pulida, supongo que por el bien de todos en algún momento la dejaremos tranquila.
—En la sinopsis de la obra, se define a las protagonistas como “gárgolas de la distopía”. ¿por qué?
—Como ya te comenté, los personajes Navaja, Manucha, Diestra y Siniestra se presentan ante nosotros como “gárgolas”, nos dicen que son eternas pero al mismo tiempo nos informan de lo conflictivo que resultan sus nacimientos, son ambiguas en cuanto al género, tienen diferentes procedencias y jerarquías, distintas especialidades pero, sin embargo, comulgan en una misma razón para existir: existen para destruir, su construcción de sentido es la destrucción. Nuestras gárgolas se jactan de sus andanzas aniquiladoras del pasado y el presente, se atribuyen con orgullo haber sido las causantes de toda clase de exterminios, haber sido sus ideólogas y sus ejecutoras directas, y cuando miran hacia el futuro sus proyectos siguen siendo los de siempre, ésto es, la destrucción de lo existente emerja dónde emerja. Es justamente esta pulsión teleológica de destrucción, que no pueden evitar porque está inscripta en su ADN, la que nos obliga a reconocerlas como “gárgolas de la distopía”, gárgolas de la catástrofe por venir, ¿por qué?, porque “distopía” es el antónimo de “utopía”, porque un mundo utópico está en las antípodas de un “mundo distópico” (el tipo de mundo que nos plantea el cine y la literatura post apocalíptica). Nuestras gárgolas se jactan de ser entidades de la más extrema ultraderecha.
—El hecho de que la obra se presente con el acompañamiento de la Universidad del Litoral garantiza una cantidad importante de funciones. ¿Cómo incide esto a la hora de encarar un proyecto?
—Es algo tremendamente alentador la continuidad de funciones. El compromiso con el Foro de la UNL es por veinte funciones consecutivas, eso le da a la obra una plataforma de trabajo muy buena, un lugar de referencia para el público que decida verla y recomendarla, porque todos sabemos que la mejor publicidad sigue siendo “el boca en boca” y mantenernos durante varios meses en un mismo espacio facilita ese trabajo, ayuda a la visibilización del espectáculo. Nada de esto quiere decir que la concurrencia de público esté garantizada -¡no!-, cada semana debe repetirse y reforzarse la difusión de la obra, no existe un público cautivo sino un público a seducir y conquistar. Desde un punto de vista práctico, la continuidad en una misma sala rutiniza (para bien) algunas operaciones técnicas y permite dedicarse al perfeccionamiento de otros aspectos del material puesto en escena cada fin de semana. y aquí tenemos que hacer una especial mención a nuestros compañeros técnicos del Foro de la UNL con alma de amigos, Pancho Torres, Ariel Theuler y Emiliano Hynes por la pasión y el cariño que le brindan a “la jauría de las damas”.
—¿Cómo será el itinerario de la obra en los próximos meses?
—Bueno, ya te comenté que nos restan 16 funciones más de marzo a julio de 2018 en el Foro UNL y una vez cumplido nuestro compromiso el plan es llevar la obra a diferentes salas de la provincia y el país, integrarla al Catálogo del INT y hacerla participar en convocatorias nacionales e internacionales; cuando diseñamos la estructura material de la obra tuvimos muy en cuenta su transportabilidad.