Ignacio Andrés Amarillo
El festival de Santa María de Punilla reunió propuestas emergentes, consagrados y visitas internacionales. Sintetizado a dos días, el encuentro tuvo espacios para todos los paladares.
Ignacio Andrés Amarillo
Tal como el factotum José Palazzo había advertido, tras dos días previos de tormenta, la jornada inaugural del Cosquín Rock 2018 iba estar entre las nubes y un sol que asomó de a ratos. En una jornada en la que el escenario principal iba a estar dominado por los sonidos más clásicos del rock and roll (y después de las actuaciones de Vaquero Negro, Ojos Locos y Nagual) los platenses de sueño de Sueño de Pescado salieron con su sonido directo y frontal, con todos los yeites rocanroleros, giros al hard rock y canciones movilizantes para el público que empezó a ocupar el Aeródromo de Santa María de Punilla. Y si, estuvo Pancho Chévez de invitado.
El entramado de la grilla se volvió más complejo con la reducción a dos días, así que figuras de distintos géneros estaban destinados a cruzarse, al gusto de cada espectador. A media tarde pasaron por el escenario temático de reggae los chilenos de Guachupé, seguidos por una legión de fanáticos trasandinos ataviados con la indumentaria de la banda (camiseta de fútbol y accesorios similares a los de Peñarol): una invasión ska santiaguina bailable.
Nuevos y viejos
Desde la entrañas de Villa Crespo llegó El Bordo, consolidando el rumbo musical estribillero (sin perder electricidad) de sus últimos dos discos: en algún punto vienen a ser para el universo rocanrolero (salvando las distancias) lo que los primeros Attaque 77 al punk nacional. Al frente, el carismático y fachero Ale Kurz se encargó de que el convite sea un ida y vuelta con la audiencia. “La banda”, “Lejos” y “Corazones olvidados” fueron de lo más caliente del set, que cerró con “El regreso”.
Ahí nomás arrancó Octafonic en el variado Quilmes Garage, con algunos problemas escenotécnicos que por suerte se solucionaron pronto. La mutante formación volvió a estar presidida por el cerebro de Nico Sorín, con cómplices como el rockmaster Hernán Rupolo, el inefable Mariano Bonadío y el contundente Ezequiel Piazza. Con canciones de sus dos discos demostraron que se puede hacer pogo sobre saxo, teclados y voces procesadas, sobre figuraciones complejas y fusión jazzística con guitarra noventosa. “Monster”, “Mini Buda” y “What?” fueron de lo más aplaudido.
Desde el principal tentaban los de siempre: Las Pelotas, que no se pierden una edición. Lo importante en cada presentación del grupo (además de quién va a ser el invitado) es cuál es el estado de ánimo de Germán Daffunchio, y la respuesta está vez fue positiva, con arengas y medias sonrisas, secundado por Gabriela Martínez y el cada vez más suelto Alejandro Gómez Ferrero (compañeros de pasarela), con Sebastián Schachtel vigilándolo todo. No hay secretos: “Si supieras” sigue funcionando, al lado de la más fresca “Escondido bajo el brazo” (con Panchito); hay algo de ritual renovado cuando toca “Las Peló”, especialmente en el encuentro cordobés. Por supuesto, “Capitán América” llegó dedicado a Donald Trump, antes de “Esperando el milagro” junto a Raly Barrionuevo: la otra respuesta estuvo dada.
Showman
En torno a las 20, Dancing Mood llenó el temático del ska jazzístico y cool de Hugo Lobo, mientras Airbag colmó la carpa de Geiser Discos, con el hard rock que definieron con los años los hermanos Sardelli (con el sancristobalense José Luis Berrone en los teclados).
Pero unos minutos después llegó el turno de Ciro y Los Persas: a pesar de salir temprano y ser un show corto para los estándares de Andrés Martínez, fue uno de los sets centrales de la jornada, y uno de los más largos: la profusión de banderas acompañó el andar del cantante, de bombín y chaqueta roja. Todo con el respaldo de una formación afiatada, apoyada en la base de Lulo Isod y Broder Bastos, con Juan Manuel Gigena Ábalos y Nico Raffetta como figuras.
“Taxi voy”, “Barón Rojo”, “Me gusta”, “Todo pasa” fueron parte de la lista, con una explosión piojosa en “Como Alí” y “Tan solo”, para luego transitar “Antes y después”, “Luz de marfil”, “Ciudad animal” y “Similar”, con chicas en corpiño sobre hombros y entre banderas.
Como gracia, Ciro hizo el juego sobre terminar o no el show con “Avenida de las Camelias” antes de demorar el final hasta “Astros”. Como dato de color, en un lateral se lo pudo ver a un veterano rockero de nuestra provincia disfrutando del concierto persa: no era otro que Ricardo Olivera, presidente del Partido Justicialista de Santa Fe.
Veteranos
Pero conociendo al dirigente y músico sanjustino es probable (a diferencia de los que se asomaron al final de Humo del Cairo o los muchos que eligieron a Los Cafres o Massacre para seguirla) que estuviese esperando la salida del número internacional de la jornada: Creedence Clearwater Revisited, la resurrección del mítico grupo sin la participación de su líder original, John Fogherty. Que por cierto era la voz y la guitarra del grupo, dos elementos distintivos en el rock, además del compositor. ¿Cuántos miembros fundadores hacen falta para no ser un tributo a la banda original? El bajista Stu Cook y el baterista Doug “Cosmo” Clifford consideran que está bien con ellos, sumando a tres músicos eficientes (Dan McGuinness en voz y guitarra, emulando al ausente; el virtuoso Kurt Griffey en primera guitarra, y Steve “The Captain” Gunner en teclados, percusiones y guitarras).
Así pasaron clásicos como “Born on the Bayou”, “Green River” y “Who’ll Stop the Rain”. McGuinness saludó en castellano, antes de “Hey Tonight” y la festejada “Suzie Q” (original de Dale Hawkins). Cosmo dijo que a sus 72 años, cuando toca se siente de 24, hay que creerle. El resto siguió con “Down on the Corner”, “Lookin’ Out My Back Door”, “Midnight Special” (tema de Lead Belly), “Bad Moon Rising”, “Proud Mary” y “Fortunate Son”. Pero hubo salida de la mano de “Have You Ever Seen the Rain?”, un tributo a Little Richard con “Travelin’ Band”, y el cierre con “Up Around the Bend”.
Antes de la tormenta
Con los tiempos corridos en el principal, ya era medianoche: Pez hacia bramar el Garage y Los Pericos presentaban a Andrew Tosh (hijo de Peter, compañero de correrías de Bob Marley) como invitado, apoyado por un eficiente coro femenino.
Pero lo que esperaba una multitud era a Skay Beilinson, la mitad del alma de Patricio Rey, al frente de Los Fakires. El guitarrista devenido en cantante arrancó con el riff de “El Golem de Paternal” y siguió con “Callejón” y “Oda a la Sin Nombre”, de sus primeros éxitos como solista. Dos años después de su concierto bajo la lluvia en Punilla, el de los ojos azules revalidó títulos ante la herencia redonda. A la que no podía deseheredar, así que abordó “Jijiji” con vigor: la mítica melodía volvió a salir disparada de sus dedos para que “el pogo más grande del mundo” se vuelva leyenda urbana. "Aves migratorias", "Lejos de casa", "El sueño del jinete" fueron parte del tramo final.
El cierre de la primera noche estuvo a cargo de Las Pastillas del Abuelo: la tropa acaudillada por Pity Fernández salió después de la 1.30 a desafiar el cansancio de su público, que renovó el flamear de las banderas. La voz barrial apoyada sobre el arreglo de guitarras y vientos redondea la marca de una formación que busca por momentos correrse de unos lineamientos genéricos que ayudó a definir. “Dónde esconder lo insoportable”, “Absolutismos”, “Amar y envejecer” (prueba de lo que referíamos, con su arranque pianístico y su mutación funky) y “Osiris” fueron parte de una lista que se terminó abruptamente un par de temas después del comienzo de un chaparrón intenso y eléctrico: el pronóstico de Palazzo había terminado.
Antihéroes
El segundo día comenzó frío y lluvioso (y prometía terminar tarde), por lo que muchos optaron por llegar a media tarde, aunque Estelares se encargó de desafiar la llovizna persistente. Todavía lloviznaba cuando salió a escena Él Mató a un Policía Motorizado, antiheroísmo rockero encabezado por Santiago Motorizado, parco y estático, que disparó esos midtempos de métricas raras y estribillos convocantes, como “Mujeres bellas y fuertes” o “Más o menos bien” o “La mejor versión de mí”.
Ya había más gente cuando salieron Los Espíritus, que deben ser los primeros sorprendidos por la respuesta de público de los últimos dos años, especialmente desde la edición de “Agua ardiente”, su última placa. Ritmos hipnóticos, psicodelia wah wah, como en “Jugo”, con su melodía sinuosa; o con “La mirada”, “Perdida en el fuego”, “Jesús roma con cruz”: un viaje que se prolonga en las visuales. Cerraron con el toque “rolinga-hipster” de “La rueda que mueve al mundo”.
Baile y contenido
Minutos antes de las 19 René Pérez Joglar volvió a pisar el escenario montañés, esta vez como Residente, su proyecto solista con base multiinstrumental e internacional, que incluye al tecladista de jazz Leo Genovese, oriundo de Venado Tuerto (también a un intérprete marroquí de instrumentos árabes, como el oud y la darbuka). Arrancando con la nueva “Somos anormales”, de todos modos no se perdió de tocar éxitos de Calle 13 como “Baile de los pobres” y “El aguante”.
Con mal tiempo para el torso desnudo, el de las rimas salió con un buzo para terminar en remera. Abordó “Desencuentro”, y a la industria musical le volvió a dedicar “Calma pueblo” (con su carga de sano mesianismo), la novedad de “Dagombas en tamale” y clásicos dionisíacos como “Atrévete-te-te” y “La cumbia de los aburridos”.
“La vuelta al mundo” llegó luego de un par de arengas políticas, sobre Puerto Rico y la Argentina, para cambiar el tempo. "El futuro es nuestro", "No hay nadie como tú" y "Vamo' a portarnos mal" (bien arriba) cerraron el tramo del boricua.
Comienzo y regreso
Para esa hora se estaba produciendo en el Geiser el debut de Vanthra, nuevo proyecto encabezado por Fernando Ruiz Díaz de Catupecu Machu, con un mix de bombo legüero, pads y secuencias como base rítmica: la misma cruza analógica y digital de los teclados y las guitarras y bajos.
Bajo el manto de nubes La Vela Puerca se animó a abrir con “Va a escampar”: los uruguayos tuvieron su revancha tras tener que acortar su set por lluvia hace dos años.
Ahí encararon "El soldado de plomo", con los Sebastianes (el Enano Teysera y el Cebolla Cebreiro) haciendo team up sobre el escenario. La extensa presentación siguió con: “... y así vivir”, “Un frasco”, “Todo el karma”, “La teoría”, “Los reyes de los buzones”, la infaltable “Zafar” (coreada por la multitud)”, “¿Ves?”, “La madeja,”, “La calle adicción”, “El primero”, “Llenos de magia”, “Para no verme más”, “En el limbo”, “Sigo creyendo”, “Doble filo”, “Por la ciudad”, “Mi semilla”, “Madre resistencia/TV caliente” y “Haciéndose pasar por luz”.
Mientras tanto, en el escenario temático de metal, se presentaba el show por los 25 años de “Ácido argentino”, el célebre disco de Hermética... pero tocado por los integrantes de Malón, o sea Hermética (Claudio O’Connor, Antonio Romano, Claudio Strunz) sin Ricardo Iorio (con Carlos Cuadrado ocupando el bajo). El logo del grupo estuvo en la pantalla, aunque el duelo del nombre sea el gauchesco patriarca del metal nacional.
En el principal seguía el show de los charrúa en su tramo final: “Ahora sí, salute” agitó el petiso antes de cerrar con “El viejo” y “El profeta”, junto al inevitable Panchito Chévez. Como bis, la candombera “José sabía”, Teysera y su guitarra a solas.
Reunión
Terminados ambos shows, en la previa de Los Ratones Paranoicos, el ex Piojo Chuky de Ipola y su banda colmaron la carpa Geiser.
Entonces se produjo el reencuentro: Juanse, Sarcófago, Pablo Memi y Roy (con formación ampliada de teclados, vientos y coro mixto) frente a su público. La primera banda stone de la Argentina sacudió a los hijos del movimiento con el “Rock del pedazo”, coreado y saltado, las banderas imparables. Siguió “Ceremonia”, con un movedizo Juanse, quien cambió la ropa de Austin Powers por campera de cuero y gorra.
La lista recorrió varios hits del grupo como “Isabel”, “La nave”, “Sucia estrella”, “Ya morí” y “Enlace”, ya con la banda en su formato básico. “Ayudame con esta que no me la acuerdo”, pidió el vocalista para “El rock del gato” (con las coristas bailando tímidamente), antes de “Cowboy”. Para los bises se guardaron “Girando” y “Para siempre”. “Viva la Virgen, viva la vida y viva el rock and roll”, fue el último saludo de Juanse.
Californianos
A The Offspring le bastaron 55 minutos para mostrar que se puede hacer un show contundente y conciso, en el festival de los largueros. El doctor en biología Dexter Holland y su compinche Noodles presidieron una formación a dos y tres guitarras, con la calavera llameante de fondo (al final incorporaron un dibujo de calacas a lo José Guadalupe Posada). La noche empezó con la velocidad de “You’re Gonna Go Far, Kid” y “All I Want”, generando el primer estallido con la intensa “Come Out and Play (Keep 'Em Separated)”.
“Hit That” metió ritmo de baile, para seguir con “Have You Ever”, “Staring at the Sun” y volver a levantar con “Original Prankster”, seguida por Want You Bad y Bad Habit”. Ahí vino el cambio de tiempo con “Kristy, Are You Doing Okay?”, acústica y romántica, en un momento relajado completado por “Why Don’t You Get a Job?”. La electricidad volvió con “Americana”, “(Can’t Get My) Head Around You” y la festejada “Pretty Fly (For a White Guy)”, con la percusión y las voces de las chicas en pista. El cierre fue con dos hits incombustibles como “The Kids Aren’t Alright” y “Self Esteem”.
El adiós
Después del paso internacional, fue Guasones la banda encargada de recuperar el principal para los argentinos. El incombustible Facundo Soto salió a desplegar sus canciones, entre la balada calamariana y el rock clásico.
La lista de temas estuvo integrada de la siguiente manera: “Culebras”, “Nada que ganar”, “Espejo roto”, “Me estás tratando mal”, “Leila” (un punto alto), “Ella sabe”, “Canción para un amigo”, “Descuida ma’ sólo son ratas”, “Como un lobo” (festejada), “Farmacia”, “Ya estoy subiendo”, “Gracias” y “La flaca Pili y el negro Tomás”.
El cierre, ya muy entrada la madrugada, fue de la mano de Los Gardelitos: Eli Suárez, Diego Rodríguez y Paulo Bellagamba salieron con su estampa taita y sus muñecos inflables, para tocar “Sortilegio de arrabal”, “Puño y letra”, “Calles calientes”, “Anabel”, “Amando a mi guitarra”, “Cobarde para amar”, “Viejo y querido rocanrol y “Dueños del poder”.
En ese momento subieron las militantes feministas Georgina Orellano y María Riot, quienes pidieron un nuevo sistema judicial, políticas públicas de género, festivales con más mujeres tocando y aborto legal; y reivindicaron a las mujeres de la economía popular, las lesbianas travestis y trans, y las trabajadoras sexuales. “Los querandíes”, “Comandante Marcos”, “Nadie cree en mi canción” y “Lo que vendrá” fueron parte del tramo final, concluido con “Mezclas raras”, “Envuelto en llamas”, “No puedo parar mi moto” y “Gardeliando”.
Así se despidió una nueva edición del festival cordobés, con la promesa de “Nos vemos en #CR19” en los carteles.