Ricardo A. Qüesta
Se examina a los alumnos con otro método de evaluación consistente en dividir la materia en tres o cuatro parciales. El objeto es reducir el tiempo de examen, la fatiga y el estrés.
Ricardo A. Qüesta
Con el método expuesto en la primera parte de esta serie de artículo, la palabra del docente es muy tenida en cuenta por el alumno, tiene un efecto muy positivo para el desarrollo de su personalidad, inteligencia, confianza en sí mismo y creatividad. Por lo tanto es valiosísima. Por esa razón además de enseñar lo concerniente a su materia, en el transcurso de cada clase puede dedicar unos minutos a darles buenos consejos a sus alumnos, por ejemplo desarrollar buenos hábitos de estudio, no abandonar el estudio, inculcarles valores éticos, honestidad, tratar bien a las personas, ser positivo y optimista, tener sentido del humor, desarrollar aptitudes para dialogar constructivamente, aconsejarle la lectura de una obra literaria o de superación personal. En fin, crear una atmósfera o clima que sea lo más propicio para el estudio y aprendizaje.
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Investigar cuál es el sistema de evaluación más adecuado
Una forma sencilla y práctica de establecer una comparación entre dos sistemas de evaluación o forma de tomar examen de conocimientos adquiridos en una materia determinada que incluye resolución de problemas sería por ejemplo, la siguiente:
Por un lado examinar a los alumnos de acuerdo al sistema utilizado tradicionalmente por la cátedra, o sea en un solo examen que abarque la totalidad de la materia, dividido en dos partes con un intervalo de descanso de quince o veinte minutos.
Se pide en el examen la resolución de 3 problemas y se formulan preguntas teóricas, sin una guía de preguntas con las respectivas respuestas correctas dadas por la cátedra. El alumno tiene que responder en base a su propia interpretación. Y los problemas se ajustan al tipo o modelo de problemas desarrollados en la guía de trabajos prácticos pero con cambios en el enunciado.
Por otro lado, se examina a los alumnos con otro método de evaluación consistente en dividir la materia en tres o cuatro parciales. El objeto es reducir el tiempo de examen, la fatiga y el estrés, de modo que el examinado pueda concentrarse y pensar mejor y mantener la calma. Además al alumno se le da una lista de preguntas contestadas por la cátedra (el número que la cátedra considere necesario para que tenga un conocimiento adecuado de toda la materia). Se tomarán en el examen cinco o seis preguntas y un problema, seleccionado de la guía de trabajos prácticos, cambiándole sólo los datos numéricos, sin modificar los enunciados. Las preguntas se seleccionan de la guía de preguntas con la respuesta contestada redactada por la cátedra.
Se establece un tiempo razonable de examen de modo tal que todos puedan finalizar tranquilos su examen. Preferentemente se esperará que el último alumno entregue su hoja espontáneamente, sin ser presionado para que lo haga y durante el examen ningún docente debe decir “faltan 15 minutos” o veinte para entregar la hoja porque esas palabras generan mucha tensión.
Luego de tomado cada examen, se comparan los resultados del primer método utilizado, con el segundo.
Se establecen como parámetros de evaluación los siguientes:
Número de aplazados en cada método de examen.
Nota promedio en cada método.
Cuántos obtienen nota 10, 9,8, y 7 en cada sistema de evaluación; o sea se hace un análisis estadístico de los datos para sacar conclusiones.
También se puede preparar un cuestionario para formularle preguntas a los alumnos respecto de su opinión relativa a los cambios efectuados en el segundo método utilizando parciales.
También se confecciona otro cuestionario para evaluar el desempeño profesional futuro de los alumnos que hayan sido sometidos a cambios en el sistema pedagógico y de evaluación de conocimientos adquiridos, para determinar los resultados y el desempeño profesional.