Leonardo Pez
El poeta y editor paranaense visitó el Litoral para hablar sobre su flamante libro “Después de los pájaros”. En movimientos bruscos pero programados se expandió hacia sus dos tópicos fundacionales: la literatura y el amor, habló de la muerte y contó los planes que hacen funcionar su máquina vital.
Leonardo Pez
Elián del Mestre, joven artista multidimensional nacido en Paraná, publicó recientemente “Después de los pájaros” (autoeditado junto al diseñador santotomesino Gonzalo Vega). Su trayectoria incluye una cantidad de libros en permanente crecimiento (¿cinco?, ¿seis?) a la par de otras actividades como la organización del ciclo Slam de Poesía Oral de Entre Ríos y la coordinación de talleres literarios y de teatro en las dos orillas. Un auténtico nowhere man que vivió en San Cristóbal y Santa Fe, y giró junto durante tres años y medio con el Teatro Nacional Cervantes por todo el país. Además, es abogado.
Diversidad
“Disfruté el proceso de escritura del libro. Refleja mucho de lo que me gusta leer y escribir: hay muerte, oscuridad, amor, metamorfosis, desapariciones y fantasía. el disparador fue algo que me llamó la atención: la diversidad de pájaros”.
—En el libro hay muchas palomas.
—En ese tiempo vivía en Rosario con “la Gi” (a quien está dedicado el libro). Teníamos la costumbre de sentarnos a hablar de los pájaros. Una vez me contó que tenía una paloma que dejó un nido en su balcón, y cuando entró se azotó en la casa. Después le empecé a decir Paloma, como una metáfora de lo que creía que era ella o yo o todas las personas que se acorralan y se golpean. Además, las palomas siempre están juntas.
—El puntapié sigue siendo la obsesión, como con “Pulóver”.
—Creo que es una matriz de método. Mis libros son obsesiones. No escribo sobre la obsesión, sino que la utilizo: elijo una idea que me parece piola, o aparece sola, me obsesiono y experimento durante mucho tiempo. Con “Pulóver” (2014) estuve seis meses escribiendo y pensando en la palabra, tocando pulóveres. Saqué todos los que había en mi casa, los puse en el piso y los miré. Me gustaba agarrar un pulóver y ver a través de ellos la luz de formas diferentes.
—Algunos de tus últimos libros nacen del amor, como celebración o como derrota. “Después de los pájaros” no es la excepción.
—Los libros siempre salen dedicados y desde el amor. Ahora estoy solo después de diez años de pareja. Toda mi vida fue de a dos: mudarme, comprar el auto, el terrenito, la huerta, la convivencia. Cuando estoy solo siento que me pierdo. Lloro todos los días. Pero me sirvió para darme cuenta de que yo elijo romper cíclicamente mi vida. Como los ciclos del capitalismo (risas). Los dos amores que tuve en estos diez años se terminaron cuando, en algún punto, “se metieron” con el escritor. Tal vez fue una construcción que hice para poder romperme. O capaz no les gustaba que yo me quedara escribiendo hasta las 4 de la mañana o que vaya a leer a eventos en cualquier lado. Me gusta escribir desde el vacío, es mi motor. Le tengo mucho miedo a la muerte, y escribir es una forma de enfrentarlo, de decir “sirvió de algo estar acá”.
Collage
—¿Sentís que, a partir de las últimas publicaciones, te vas construyendo más como poeta “serio”?
—Me estoy sintiendo más poeta. Mis últimos libros son de poesía. Estoy queriendo que hable más la obra que la persona. Aunque creo que trabajar sobre la persona es una estrategia de comunicación, un link, que permite llegar a mi obra. Escribir poesía requiere poco tiempo de gestación original y mucho de edición y corrección. Pero permite un laburo acotado: puedo escribir un poema en el colectivo, vuelvo y lo corrijo. En cambio, cuando escribo cuentos, tengo que pasar ocho o diez horas encerrado, con música, es todo un ritual. Por cuestiones de la vida, me estaba recibiendo y tenía menos tiempo, puse la cabeza ahí... y a pesar de todo, publiqué un montón.
—¿Cómo identificás cuándo hay poesía o cuento?
—La poesía tiene que ver con una forma de pensar el mundo. el poeta es un observador con un filtro de belleza. Mira como cocodrilo, presta atención a lo que se dice en las conversaciones. Mis poemas son fotos, con las que después hacés un collage y podés reconstruir lo que pasó. Es casi como contarle a alguien algo que pasó.
Mis cuentos son, siempre, fantásticos. Creo que escribo cuentos y novelas para jugar con el límite de la realidad. Ahora estoy escribiendo una novela. En el primer capítulo aparece una ballena varada en un campo de soja en la provincia de Entre Ríos.
Conflictos
Elián define su presente como una etapa “muy linda pero, a la vez, rara”. Desde que se recibió de abogado el año pasado, el plano artístico y el profesional confluyen de una forma menos conflictiva que años atrás.
—Entre el abogado y el escritor, ¿quién es Jekyll y quién es Hyde?
—Creo que van cambiando (risas). Como estudiante, me prepararon para la tesis-antítesis y toda nuestra vida transcurre desde esta lógica. el escritor requiere de su némesis (el abogado) para funcionar eficientemente. el abogado aparece como la amenaza de ocupar todo el tiempo necesario para pensar y escribir. Pero siempre termina ganando el escritor.
Como buen ñoño de biblioteca, también me gustan algunos rincones del derecho, como los Derechos Humanos, los Derechos Económicos Sociales y Culturales, y el Derecho Internacional Público. En algún momento, sentía miedo por las vinculaciones entre las dos estéticas. el lenguaje jurídico me cambió la voz. Dejé de percibir la realidad con detenimiento. Desde el Derecho no podés pensar en el mar ni en los colores. En la Facultad la gente no se ríe, no vi pasión. Yo contrataría a un abogado que lea, porque habla bien de esa persona. Respeto a las personas que son más de una cosa.
—¿Cómo vivís el conflicto desde que te recibiste?
—Estoy muy escritor, nunca me había pasado. En un año (de abril a abril) voy a publicar cinco libros. Eso simboliza que el abogado no mató al escritor. Además, creo que me destaco como abogado. Siempre estaba al choque en la Facultad. Cuando me recibí, fui de traje y con estas zapatillas turquesas.
—¿Cómo imaginás tu futuro?
—Me voy a ir a vivir a Neuquén para trabajar en el Poder Judicial. Me gusta el sistema jurídico que tiene la provincia, además de los paisajes y montañas. Es una búsqueda de equilibrar y optimizar tiempo y dinero. Tengo ganas de formar una editorial allá (soy mejor editor que escritor). Me gustaría volver al teatro.