José Luis Marzo fue a la cancha y decidió llevar a su hijo no vidente a la popular. Allí se reencontró con el cariño de la gente, que lo idolatra. Su hijo, con el redoblante, disfrutó como nunca sintiendo ese calor popular y los gritos de los tres goles rojiblancos. El Loco, alguien inolvidable para todos los tatengues.