Néstor Fenoglio
Es santafesino, de Barranquitas; se inició en Gimnasia y Esgrima de Ciudadela, pero un día, a fines de 2013, acompañado por un amigo, se fue a probar a Rafaela. “Te queremos seguir viendo”, le dijeron. El año pasado firmó su primer contrato como profesional y ahora, en la Reserva de la Crema, espera su oportunidad. Se llama Iván Lardito y es el arquero que se viene.
Néstor Fenoglio
Atlético de Rafaela tiene una larga y bien cimentada fama en la formación de jugadores desde sus inferiores y en particular, también, de arqueros. Basta nombrar a Barovero, Sara o Werner (de una lista que es mucho más larga) para imponer ese mismo respeto que emana del club rafaelino. Y entre sus arqueros, entre los que vienen pidiendo pista, con su primer contrato y sus ilusiones a cuestas, está también Iván Maximiliano Lardito, un santafesino -del barrio Barranquitas, con primaria en la Patricio Cullen y secundaria en la Bustos- que fue a probar suerte en 2013 y ahora está en la reserva de la Crema.
Con 21 años, imponente 1,93 de altura, sin representante, ni parientes, ni amigos, ni relaciones, sólo con sus innegables condiciones y su laburo, se hizo un lugar y hoy es otro de los arqueros de Rafaela que quiere abrirse paso en el fútbol.
Camino al andar
“Arranqué -cuenta este flaco de mirada mansa y convicciones firmes- en Gimnasia y Esgrima de Ciudadela, en la Liga Santafesina, y allí alcancé a asomarme, siendo muy pibe en la Primera, con la que hice una pretemporada y un torneo de verano”.
Pero a fines de 2013 “fui con un amigo de la familia, Carlos Bernardi, a Rafaela cuando me enteré que probaban jugadores. Fue una práctica de fútbol, en ese momento con Atlético en Primera, en el predio del Autódromo. Había varios colaboradores de inferiores. Y me dijeron que me querían seguir viendo”.
Ese “seguir viendo” fue luego una semana entera de práctica y aquí la invitación fue más firme y esperanzadora: “me pidieron que vuelva para la pretemporada”.
Justamente, Lardito participó, en quinta división, en la pretemporada de 2014 y desde entonces no pasó de crecer y convencer hasta su primera contrato como profesional, que firmó el año pasado. “Desde ahí, me mudé a Rafaela, viviendo con otros chicos que como yo estaban haciendo inferiores. Para eso, mi familia hizo muchos sacrificios para que yo pudiera dedicarme a entrenar”.
Así continuó hasta 2017, “donde atajé en distintas categorías, en los torneos de Afa, en Cuarta, en Reserva, en Primera de la Liga Rafaelina, hasta que por fin en junio me llegó la comunicación de que me hacían el primer contrato”. Ahora, Iván está en la reserva, esperando una oportunidad para jugar y demostrar sus condiciones, las mismas por las cuales el club le hizo ese primer contrato.
Sólo palabras de agradecimiento
Lardito es muy claro a la hora de calificar su paso por inferiores de la Crema. “Sólo tengo palabras de agradecimiento porque en todos estos años no sólo crecí como jugador, sino también como persona. Rafaela tiene ya una idea que se respeta y viene desde los entrenadores de Inferiores hasta la Primera. Se le da mucha importancia a la formación de los jugadores en general, y a la de los arqueros también”.
Entre las muchas personas que aportaron sus conocimientos en todo ese período, Lardito destaca a Alejandro “Cati” Protti, que fue “el primero de los entrenadores de arqueros que tuve, me enseñó muchas cosas. También, Alejandro Re, que como entrenador de arqueros, me aportó muchas cosas también y así fui creciendo como jugador. Hoy el encargado de los arqueros en inferiores es Marcelo Ratti, y yo trato siempre de seguir creciendo, de tomar de ellos sus consejos y enseñanzas”.
En el último año -cuenta-, “formé parte del plantel de Reserva que está haciendo una gran campaña, con trece victorias y un empate, invicta, que dirige Lito Bottaniz, otro de los entrenadores al que le debo mucho”.
“Agradezco especialmente a mi familia y a mis viejos, que son quienes hicieron todo el esfuerzo y me bancaron todo este tiempo”, dice Iván.
El año pasado, con el primer contrato (un sueño y un primer objetivo que todos tienen y que pocos pueden cumplir), Lardito estuvo con el plantel de Primera. “Tuve mi bautismo y me raparon (sonríe). Más allá de que cada uno busca abrirse paso, Atlético de Rafaela es un club que funciona como una gran familia, y compartí y comparto muchas vivencias con los jugadores profesionales”, universo al que recién se asoma.
“Estoy muy agradecido al club que me brindó esta posibilidad de cumplir un sueño y seguir creciendo como deportista y como persona. Destaco especialmente la contención y el apoyo constante que recibimos los que venimos de las inferiores y del interior, donde somos muchos los que dejamos a nuestras familias -que hacen un esfuerzo grande a su vez- para cumplir con un sueño. Y a veces el apoyo o una palabra justa a tiempo, son tan o más importantes que estar entre “los once” que juegan”.
Lo que sigue
Ya siendo profesional, que era de alguna manera el primer objetivo, Lardito asegura que “ahora trabajo y sigo aprendiendo a la espera de poder mostrar mis condiciones. Estoy en Rafaela y en el fútbol porque amo este deporte. Estoy en una de las mejores instituciones del país, y espero mi oportunidad para empezar a devolver parte de lo mucho que aprendí en este tiempo.
Todo esto a base de esfuerzo y sólo con sus condiciones como jugador y persona: se trata de un chico que vino de otra ciudad, sin conocidos en el club, ni palancas, ni parientes, sin representante (situación que todavía continúa), así es que se abrió paso solo. “Quiero seguir aprendiendo, quiero seguir creciendo y quiero jugar”, dice, mientras sigue amasando los mismos sueños de fútbol que lo llevaron, siendo un pibe, hasta Rafaela para probarse.