Ignacio Andrés Amarillo
El festival internacional que se realiza anualmente en el Hipódromo de San Isidro no pudo estrenar su versión de tres días. El temporal de la madrugada del domingo dejó sin show a Pearl Jam y David Byrne, entre otros. En las dos primeras jornadas pasaron Red Hot Chili Peppers, Imagine Dragons, The Killers, Lana Del Rey y sorpresas como Damas Gratis.
Ignacio Andrés Amarillo
La apuesta quedó trunca, al menos por este año. Lollapalooza, el festival salido de la cabeza del músico Perry Farrell y convertido en franquicia internacional, esperaba entrenar formato de tres días, pero el clima obligó a la cancelación de la jornada más ambiciosa: Pearl Jam (con un show de dos horas y cuarto), LCD Soundsystem, David Byrne, The National y Mon Laferte eran los condimentos centrales (algunos tuvieron o tendrán shows paralelos).
Más allá de la anécdota, repasamos a continuación dos jornadas de música de antes, de ahora, y de mañana, a la altura de otras ediciones del encuentro.
Bajo el sol
El mediodía de un fin de semana destinado s la lluvia arrancó con sol y calor en el Hipódromo de San Isidro. Al sueco Jakob Ogawa fue sea primeras atracciones, con su fusión soul-disco-pop con falsete, seguido en el escenario 2 salgan por los rosarinos de Indios: proyectados ya a la escena indie nacional, enancados en el sutil carisma de Joaquín Vitola y el gancho de canciones como ya pasó ya fue. A unos metros, en el Alternative, Militantes del Clímax rimaba con su hip hop analógico, con arreglos de vientos.
Desde Monterrey, México, llegaron los Clubz: un dúo que cruza los mid tempos del pop electrónico y la aceleración a lo The Strokes, combinando pistas, batería en vivo, guitarras y actitud shoegazer (mirándose entre ellos al canta, por ejemplo).
Hablando de electro pop, Miranda! ganó la siesta como crédito nacional: de rosado furioso, Ale Sergi, Juliana Gattas y el trío instrumental salieron a mostrar que pueden convertir cualquier escenario en una fiesta.
Así pasaron “Ya lo sabía”, “Nadie como tú”, “Tu padre”, “Perfecta”, “Prisionero”, “Hola” (con grupo de baile de la Fiesta Plop), “Yo te diré”, “Traición”, “Ritmo & decepción” (con ensamble, drag queens, teletubbie y Pikachu incluidos), "Enamorada", "Don" (con unos cowboys a lo Golden), “Mentía” y “Fantasmas”.
Locales
Dante Spinetta subió al Main Stage 1 en su nueva encarnación de El Dante, con un sonido moderno y electrónico pero basado en su transformación en guitarrista rítmico y solista (sin perder su rol de vocalista con sabor soul). Aprovechó para presentar las canciones de “Puñal”, su nuevo disco. “Soltar” mostró aires de bossa nova, y “Pyrámide” abrió el set más hiphopero, seguido de “HMP”. “Gisela no lo voy a tocar”, dijo en referencia a la canción que supuestamente dedicada a la ex pareja de Daniel Scioli (“es híper gilada, no crean”) antes de “Mostro”.
Al mismo tiempo se despedía del Alternative con “Drive” Oh Wonder, sutil propuesta basada en la química de las voces de Anthony West y la bonita Josephine Vander Gucht.
Las Pelotas salieron a demostrar que pueden ser tan locales en cualquier festival como en el Cosquín Rock. Arrancaron con “Saben” y “Desaparecido” ("¿dónde estás, Julio López?”), y continuaron con “¿Qué podés dar? ”, “Ya no estás”, “Víctimas del cielo”, “, "El ñandú”, “Personalmente” (Germán ocupando su lugar en la mini pasarela); “Será” (con su boom de coros), “No me acompañes”, y otro agite de la mano de “Si supieras” y su cantito sobre la trompeta del “Pollo” Gómez.
“Gracias al señor Palooza”, dijo Germán, previo a despedirse dedicándole “Capitán América” a Donald Trump.
Globales
Anderson .Paak & The Free Nationals hizo vibrar a una multitud que fue a ver de qué se trataba su propuesta, una mezcla de gangsta rap clásico, soul y trap, sostenida por una banda rockera (y groovera). Las manos en el aire fueron la aprobación al "hombre del momento" de la música negra, capaz de pasar del frente del escenario a la batería sin dejar de cantar, rimar y arengar.
Un número menor de público optó por la alternativa indie-sajona del horario: Spoon, la nueva encarnación del proyecto del neoyorquino Britt Daniel, que se mueve entre ser una banda de dos guitarra a una de dos teclados, y entre lo melódico, la canción a lo Dylan y el "viaje" eléctrico.
Dicen que los británicos defienden la realeza de sangre: quizás por eso los Royal Blood defienden la pureza del power duo, con el bajo disparando también la distorsión de guitarra (como los Malman de Río Cuarto, que son nuestros). Los de Brighton (Mike Kerr en bajo, teclados y voz, y Ben Thatcher en batería) hacen un rock intenso y directo (con aires noventosos), pero del que alguna vez fue “radiable”.
La sueca Zara Larsson (con camiseta ajustada de la selección argentina) se adelantó en el tercer escenario para mostrar su pop remozado, antes de que Chance The Rapper llegué desde Chicago a disputarle el público; con su propuesta de hip hop fusión que suma elementos de soul y jazz (con la formación de batería, teclados, trompeta y cuarteto vocal gospel). Justin Bieber salió en las pantallas en “Confident”, la colaboración entre ambos.
Potencia
Para los Imagine Dragons, como para los Red Hot Chili Peppers, también fue la segunda vez despues del primer Lollapalooza: solo que esta vez les tocó un horario más central para canciones ampulosas y estribilleras como “Believer” o “It’s Time” (coreada masivamente).
Un emocionado Dan Reynolds dio un discurso sobre las rupturas sociales en su país y metió percusiones en “Gold”. La sostuvieron con “Whatever It Takes”, “Mouth of the river”, “Yesterday” y “Star Over” (bien arriba). Reynolds habló sobre su depresión adolescente, para dar paso a “Demons” (todos los celulares arriba). Cerraron con “On top of the world” y “Thunder”, dos de sus hits mediáticos, “Walking the Wire” y la fusión breakbeat de “Radioactive”.
Un clarinete abrió el concierto central, el de “los pimientos picantes”, que envejecen poco pero ya no son los tipos desnudos del pasado: Anthony Kiedis con su mostacho y Michael “Flea” Balzary (siempre con algunos comentarios raros) como un payaso temible; Chad Smith sí está siempre parecido a sí mismo (y a Will Ferrell) con su gorrita.
“Can’t Stop”, “Snow (Hey Oh)”, “The Zephyr Song” y “Dark Necessities” abrieron el set, pasando a temas que tenían olvidados: “Strip My Mind” y “Nevermind” antecedieron a “Go Robot”. Hubo un juego entre Flea y el guitarrista Josh Klinghoffer como introducción de "Californication", llegó el potente slap de “Tell Me Baby” y una nueva intro a dúo para el trip folk de “If”.
Entonces pasaron la caliente versión de “Higher Ground” de Stevie Wonder (Kiedis peló sus tatuajes), “Hump De Bump” con un trompetista y un scratch vocal de Flea, los climas de “Under the Bridge” y “By the Way” (con el vistoso bajo pintado con el logo de los Lakers). “Gracias, los amamos”, dijo Kiedis de salida. Los bises fueron “Goodbye Angels” y la explosión final con “Give It Away”.
Como desde hace años, el cierre es con electrónica: Hardwell tuvo la tarea de meter muchos BPM para los que todavía tuvieran piernas.
Nubes
La segunda jornada comenzó con el sol peleándole alguna rendija a las nubes, aunque pronto comenzó a circular la reprogramación de horarios por el alerta climático. Barco abrió desde el Main 2, con Cucho y el Francés de Los Auténticos Decadentes como invitados (cerraron con "La guitarra"), antes de cederle protagonismo a Marilina Bertoldi. La sunchalense (la indómita melena recogida, el ombligo bajo la camisa ancha) aportó su sinuosa oscuridad ("las canciones románticas otro día"). El set pasó por “Sexo con modelos”, “Puerto”, “Puentes”, “MDMA”, “Rastro”, “Cosas dulces” e “Y deshacer”.
Ahí fue el turno de Kaleo, banda de rock blusero y folk, bien estadounidense... salvo que son nacidos en Islandia. Con vincha y musculosa, el cantante JJ Julius Son tiene algo del Springsteen de los ‘80.
Por los reacomodamentos cruzados, allí al lado en el Alternative ya sonaba la multiinstrumentista australiana Tash Sultana. Descalza y de poncho, con secuencias, loops, teclados, guitarras y voz, mostró un repertorio que va del folk al reggae, entre el virtuosismo guitarrístico y la intimidad de una cantautora (y una cierta estampa a lo Ani DiFranco): terminó su hora hecha un fuego.
Por si fuera poco, The Neighborhood hizo lo propio, así que los dos escenarios principales se superpusieron por única vez. Los californianos proponen un rock alternativo por momentos espeso, con pasajes uptempo: la vocación es cruzar las sonoridades electrónicas con lo analógico de las guitarras post ‘90.
Palmas arriba
El presentador anunció al “creador de un estilo, respetado por sus colegas de todos los géneros”: esa fue la señal de que Pablo Lescano y Damas Gratis estaban por hacer su debut en el Lollapalooza: “Y las palmas de todos los negros arriba” sonó fuerte a metros de la avenida Márquez, como nunca. Y sí: fue la primera explosión de público de la jornada, una batalla cultural ganada para el cerebro de la música tropical, con una AK-47 aerografiada sobre su teclado, con niñas llenas de purpurina que se saben las letras. El repaso en popurrí incluyó “Los dueños de pabellón”, “Laura”, y “Qué risa que me da”: una crítica surgida en la crisis del 2001.
Con la cumbia pintó baile, y daba para seguirlo con los ingleses de Metronomy, banda de dos teclados y falsete en las coros que secundan a Joseph Mount, sobre el groove orgánico de Odugbenga Adelekan en el bajo (“a Beethoven le faltaban músicos negros”, diría Charly García) y la simpática Anna Prior en batería, que al final cambió roles con el cacique.
A media tarde fue el turno de Khalid: el barbudo de Georgia (que salió vestido con camuflaje militar y escoltado por porristas) se perfila como una presencia fresca en la escena de la música negra, con elementos de R&B, rock y hip hop, tratando de escapar a los clichés.
Beber en el Oasis
Liam Gallagher llegó por primera vez en plan solista, luego de fundar Beady Eye tras la separación de Oasis. Lo que no cambia es su pose: las manos a la espalda, agachado para cantar hacia arriba, el rostro ligeramente adusto; a veces permitiéndose agitar unas maracas. Tampoco el sonido británico en las guitarras que lo acompañan. “Buenos Aires, son el mejor público. ¿Entienden inglés?”, fue una de sus pocas arengas.
El programa viajó entre su presente y la producción de la banda que sostuvo con su hermano Noel: “Rock ‘n’ Roll Star” y “Morning Glory” abrieron para canciones más nuevas como “Greedy Soul”, “Wall of Glass”, “Bold” y “For What It’s Worth, para desandar caminos con “Some Might Say” y “Slide Away”, pasando a la solista “You Better Run”.
Con “Be Here Now” volvió al pasado. Anunció “una canción llamada Wonderwall’”, dejándole el estribillo al público: “Beautiful”, felicitó. Ese tramo clásico siguió con “Supersonic” y “Cigarettes & Alcohol”. “Ustedes son una gente bella, vivan para siempre”, fue la despedida para “Live Forever”.
Dark playero
“Hola Buenos Aires, estaba esperando volver”, dijo en español Elizabeth Woolridge Grant, más conocida como Lana Del Rey, en un escenario vestido de palmeras y con una playa de fondo: Florida es el motivo del tour que arrancó en San Isidro.
Vestida de negro, con pestañas felinas y la cara lavada, la artista luce normal, salvo por su voz que saca provecho de la reverb y se desliza por esos temas sinuosos y electro-dark-pop como lamiendo el oído por dentro. El show está muy ajustado, pero se nota la espontaneidad y la entrega de la artista.
Comenzó con “13 Beaches” y “Cherry”, que termina citando “Scarborough Fair” de Simon & Garfunkel: en ese instante su voz tomó espíritu celta. Luego se acostó en el piano como en “Los fabulosos Baker Boys” para “White Mustang” y levantar a sus fans con “High by the Beach” (“una canción sobre paparazzis”, con movimientos sensuales de las bailarinas/coristas).
“¿Se acuerdan de esta?", preguntó antes de “Born to Die” (tiró la campera de cuero al público), pasó por “Blue Jeans” y citó a Marilyn Monroe en su “Happy Birthday Mr. President” como entrada a “National Anthem”. Después de “West Coast”, comentó”: “Hace seis meses saqué mi último álbum, ‘Lust for Life’, este es el track que le da título”. Ahí se armó la locura porque fue hasta la valla a dejarse besar, sacarse selfies con los fans y recibir regalitos.
Desde una reposera inició el medley de “Change”, “Black Beauty” y “Young and Beautiful”, con el que empezó el tramo final: pasaron “Ride”, la coreadísima “Video Games” (cantado desde la hamaca que había usado una de las bailarinas) y la aplaudida “Summertime Sadness”. Tenía ganas de seguir, pero le habían recortado 15 minutos, así que agradeció la energía de cada espectador, pidió un cigarrillo y se despidió con “Off to the Races”.
A matar
“Bienvenidos a nuestro maravilloso show”, tiró en castellano Brandon Flowers, quien había estado como solista en el festival y ahora llegó con The Killers, formación que completan Dave Keuning en guitarra, Mark Stoermer en bajo y Ronnie Vannucci Jr. en batería. El frontman de saco estampado se paró frente a un signo masculino, en contraste con los femeninos destinados a las coristas (de notable performance).
Arrancaron bien arriba con “The Man”, “Somebody Told Me” y “Spaceman”. “¿Nos extrañaron o qué? Vamos a ver”, tiró el galán de Las Vegas anticipando “The Way It Was”, seguida por otras expresiones del estilo de la banda (que se mueve entre el indie power y el sonido brit pop pero made in USA, con el sabor de la canción americana) como “Shot at the Night”, “Run for Cover” y la festejada “Jenny Was a Friend of Mine”.
Después de “Smile Like You Mean It”, Brandon agarro el bajo e invitó a alguien del público a tocar la batería en “For Reasons Unknown”, pero hicieron subir a un tal Maxi, un atrevido que no era el candidato: después de que Vannucci lo desplazara subió el correcto, que se llevó todos los aplausos.
Después de “Miss Atomic Bomb", las pantallas anunciaron “Human”, principio de una escalada que pasó por “A Dustland Fairytale”, “Runaways”, “Read My Mind" (hit total) y “All These Things That I’ve Done”. Luego de la explosión de papelitos final la gente se quedó a esperar los bises. Flowers salió todo de dorado para disparar “The Calling”, “Bones” y “When You Were Young”. “Ustedes tienen que volver a sus vidas, nosotros tenemos que ir a Santiago”, fue la despedida final para el último hit: “Mr. Brightside”, y el cierre tempranero de la noche.