El Litoral
El presidente de Egipto, Abdel Fattah al Sissi, tiene prácticamente asegurada la victoria en las elecciones presidenciales que se celebran a partir de este lunes. Pero su gran reto será que acuda la mayor cantidad de votantes a las urnas, ya que una baja participación despojaría de legitimación su reelección.
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DPA
Las elecciones presidenciales en las que Al Sissi concurre prácticamente sin rivales se celebrarán desde este lunes y hasta el miércoles.
Su único contrincante es Moussa Mostafa, un político poco conocido, que ya apoyó la candidatura del ex general convertido en presidente para un segundo mandato.
Con la victoria de Al Sissi en todo el país dada por descontada, una baja participación podría generar dudas sobre la credibilidad de las elecciones. Los opositores potencialmente serios han abandonado la carrera o no fueron habilitados a participar.
Mostafa, líder del pequeño partido al Ghad, registró su candidatura a la presidencia el último día. Las voces críticas aseguran que fue el gobierno el que ordenó a Mostafa que se postulara para evitar que las elecciones se conviertan en un referéndum sobre el mandatario, algo que el político ha negado.
Por su parte, la oposición ha pedido un boicot a estas elecciones, que calificó de "farsa".
Y los medios y los partidos políticos leales a Al Sissi llevan semanas intensificando sus llamamientos para que la gente acuda a votar. Uno de ellos es el Partido de la Juventud de Egipto, que a principios de este mes lanzó una campaña de movilización, llamada "la campaña puerta a puerta", para captar potenciales votantes.
Varios legisladores y funcionarios gubernamentales, mientras tanto, han viajado al extranjero para pedir el voto a los egipcios que viven fuera.
También se ha recurrido al sentimiento religioso en un país mayoritariamente musulmán. El ministro de Asuntos Religiosos, Mohammed Gomaa, fue citado recientemente en los medios locales diciendo que votar es un "requisito islámico y un deber nacional".
Los pancartas de apoyo a Al Sissi están casi en todas partes en El Cairo. La semana pasada, fue el propio mandatario el que instó a sus compatriotas a acercarse a las urnas.
Con Al Sissi al frente del gobierno, Egipto ha sido acusado con frecuencia de amordazar a la disidencia política y a los medios independientes, acusaciones que las autoridades han calificado de infundadas.
Cerca de 60 millones de egipcios están llamados para los comicios, según la comisión electoral. Algunos observadores pronostican que es poco probable que la intensa campaña de movilización en todo el país se refleje en una alta afluencia de votantes.
La elección es la tercera votación presidencial de Egipto desde el levantamiento de 2011 que obligó al autócrata Hosny Mubarak a abandonar el poder.