Ignacio Andrés Amarillo
[email protected]
La banda santafesina presentó “Siempre naciendo”, su segundo disco, el sábado pasado. el Litoral se acercó al cantante y guitarrista Leandro Constantini para conocer más sobre esta etapa de los 12 años de trayectoria del cuarteto.
Ignacio Andrés Amarillo
[email protected]
La agrupación santafesina Mëdula presentó el sábado en Stanley Rock Bar su segundo disco, “Siempre naciendo”, el sucesor de “Vital” (2012). Con 12 años de recorrido por los escenarios, el cuarteto se relanzó con la incorporación del ex Cabezones Diego Canastrelli, quien se sumó en reemplazo del baterista original, Guido Grazzini. Así, Leandro “Chapa” Constantini (voz y guitarra), Martín “Flaco” Salas (guitarra) y Juan Luis Abraham (bajo) vuelven al ruedo con la misma energía de siempre.
El Litoral realizó una consulta con Constantini (apodado el “doctor del rock” en el ambiente) para adentrarse en este nuevo ciclo de una agrupación veterana pero en reinvención constante.
Ojo clínico
—¿Cómo fue el proceso de gestación de “Siempre naciendo”?
—El material se grabó entre finales de 2015 y 2017 en los estudios Levrin de Bruno Leurino en la ciudad de Santa Fe. Luego se finalizo la mezcla y mastering en Estudio el Pote de Ramiro Genevois, La producción es totalmente independiente y autogestionada por Mëdula y contiene diez canciones de nuestra autoría.
—En el medio, hubo problemas técnicos, cambio de baterista, paternidades para la mayoría... ¿Cómo intervino todo eso en el resultado?
—La salida de nuestro primer baterista puso en stand by el proceso en 2015. Afortunadamente, en 2016, pudimos incorporar a Diego Canastrelli, baterista de Cabezones y Levitar, entre otros, lo cual nos devolvió el espíritu del proyecto inicial para continuar. Las paternidades vinieron a sumar contenido y no obstáculos y han sido una buena vibra que se refleja en el disco.
—En “Vital” habían trabajado exclusivamente con Ramiro Genevois. Esta vez la primera etapa se hizo con Bruno Leurino. ¿Cómo fue el trabajo con él?
—Bruno ha sido nuestro operador de sonido en vivo en la mayoría de los shows en los últimos años, por lo que era quien más conocía estas canciones sonando naturalmente, además de que es un gran técnico de grabación y tiene un excelente “ojo” para la producción.
Mutaciones
—La partida de Guido era un sacudón para la formación, que se rearmó con la incorporación de Diego. ¿Qué sentís que le aporta Diego a la química de la banda?
—Diego se puso la camiseta de la banda rápidamente y nos aportó todo su talento y energía para esta nueva etapa. Estamos muy orgullosos de contar con él. Su 2017, con Mëdula fue muy bueno y merecidamente recibió el premio a mejor baterista del año a nivel local.
—¿Para dónde va hoy el sonido de Mëdula?
—El rock es un estilo libre pero elegimos que las canciones sean directas y contundentes desde el mensaje sonoro. En esta etapa, intentamos potenciar lo mejor del disco anterior, con más intensidad rítmica y dinámica. Hay de todo metido en este guiso, pero siempre sabe a Mëdula.
—Tuvieron varios reconocimientos, como el de Igualdad Cultural y el ZRock, que los agarraron “de grandes”. ¿Cómo los vivieron en ese momento?
—Cuando un jurado te elige entre otras alternativas, en realidad lo que está haciendo es conectarse con tu música y compartirla con otras personas. Y esa elección no modifica lo que hacemos pero sí, nos da la pauta de que hay otros que sienten lo mismo con nuestras canciones y nos alegra mucho. Ojalá, el tiempo nunca sea un impedimento para nutrirnos y seguir aprendiendo de esas experiencias, porque significa que a pesar del tiempo la banda es cada vez más sólida también.
Permanencia
—Llevan 12 años de andanzas. ¿Cómo se sostiene en el tiempo un proyecto así, teniendo en cuenta todas las cosas que tiran en contra y las obligaciones de cada uno?
—Porque hemos construido un buen grupo de amigos y una familia musical. Siempre hemos respetado las inquietudes y también los contratiempos de cada uno que han excedido a lo musical. Esperándonos. Siempre la sensación de juntarse y que la química sonora de Mëdula vuelva a aparecer es una riqueza para nosotros.
—¿Qué se viene para el futuro cercano de la banda?
—Será tiempo de hacer girar estas canciones y de tocarlas mucho en vivo, en la ciudad y en otros lugares. Estamos preparando un par de videos más y tenemos la idea de grabar en alguna sesión en vivo, ya que no lo hemos hecho aún y es una fortaleza de la banda a mi parecer.
Escena
—¿Cómo ves a la escena del rock santafesino, y cómo fue mutando en ese tiempo?
—La mutación en el rock es casi una condición del estilo. Es necesario que siempre algo venga y patee el tablero y no quedarnos siempre con las imágenes de antaño. Hay muy buenas nuevas bandas y eso está buenísimo. Y hay bandas con trayectoria que también han afinado su sonido. En cuanto al público es sabido que la tribu rockera a la que estábamos acostumbrados las bandas nacidas post años ’90 ha disminuido, pero a nivel mundial es una situación que tiene que ver con interminables factores donde el principal quizás es lo que se difunde a nivel masivo.
También el acceso a nuevas músicas y sonidos a través de las plataformas virtuales es gigantesco y eso abre la paleta de elecciones de los oyentes también. Pienso que es algo nutritivo. Te obliga a exigirte y mejorar el mensaje sonoro. Afortunadamente, en los shows de Mëdula se han sumado nuevos seguidores y eso es valioso para nosotros.
Vínculo sonoro
—Más allá de las cargadas de “doctor del rock”, por tu faceta de médico, solés decir que eso de que “la música sana” es cierto. ¿Hasta qué punto?
—Existe evidencia al respecto, pero no creo que sea necesario explicar científicamente que la música sana. Se siente así siempre. A cualquier persona que ponga un disco o vaya a ver un show que le gusta le cambia la energía entre sus células indudablemente. el semblante. Una melodía puede devolverte la vitalidad en centésimas de segundos, transportarte en el tiempo, provocarte numerosas expresiones autónomas en el cuerpo, hacerte relacionar, abrazar y compartir con otros.
La música nos modifica y creo que es una herramienta ineludible para mejorar la salud. Nunca olvido un poeta salteño con el que charlé en un viaje al norte y me lo resumió: “En la taberna nadie se acuerda de la muerte”.