Juan Carlos Haberkon
Javier Díaz
El club azul y oro cumplió esta semana su aniversario número 84, disfrutando de un presente en el lugar que merece y con la meta de seguir creciendo.
Juan Carlos Haberkon
Javier Díaz
El Club Sportivo Guadalupe fue fundado el 6 de mayo de 1934 por Felipe Méndez, Pedro Melillo, Julio Melillo, Carlos Mallarino, Duilio Molina, Federico Montel y Gaspar Chaile, quienes tuvieron la iniciativa de crear un espacio donde la gente del barrio, y principalmente los niños, pudieran confluir para los vínculos sociales.
Los objetivos de la institución desde sus comienzos fueron las prácticas deportivas. Hoy en día la disciplina de mayor preponderancia es el fútbol, pero a lo largo de su historia también supo ofrecer otras como: tenis con paleta, caza y pesca, ciclismo, y otras actividades con fines sociales y recreativos.
Su primera sede social estuvo situada en el lugar que ocupaba el ex cine Capitol, en las actuales calles Javier de la Rosa y Piedras. En ese sitio se llevó a cabo la primera reunión de los integrantes del flamante club. Este histórico acontecimiento ocurrió un 25 de mayo de 1934 y ese día se redactó el Estatuto.
Actualmente se encuentra emplazado en Lavalle al 7000, lugar que adquirió en el año 1994 gracias a un esfuerzo conjunto que incluyó la venta de bonos contribución y la organización de eventos sociales, como los bailes en el Centro Gallego. Con los fondos recaudados, pudo hacer frente al plan de pagos que le permitió obtener el predio donde montó el estadio en el que juegan todas sus categorías que compiten en la Liga Santafesina.
Como es común en las instituciones barriales, donde los recursos para hacer frente al día a día no abundan, Sportivo Guadalupe debió sortear a lo largo de toda su historia diversas dificultades. Para ello, fue esencial el aporte de personalidades que quedaron grabadas a fuego en la historia del club.
Entre ellos se destaca el apellido Rosso, que permanece en el seno de la entidad a lo largo de generaciones. No es el único, por supuesto, pero es un caso emblemático en Sportivo Guadalupe.
Hoy en día, los continuadores de la estirpe son Aurora y “Dito”, hijos del recordado Eladio Romeo. Aurora, apasionada de los colores, considera a Sportivo Guadalupe “como mi primera casa, porque ya ni siquiera se puede decir que sea mi segunda”.
Es que, como ella misma señala, lleva toda su vida dentro del club y para ella “significa mucho, porque desde chiquita mi padre me llevaba así que tengo muchísimos recuerdos”.
“Mi papá estuvo 40 años en la institución hasta 2001, vivía en el club y mi mamá (Chiche) también ayudaba muchísimo, lavaba las camisetas, zurcía, me acuerdo que los días de partido iba a llevarle el almuerzo a mi papá”, recuerda.
Presente
Pero en la vida diaria de Sportivo Guadalupe también se entrecruzan personas que sin ser de su riñón, llegaron alguna vez y se quedaron para siempre. Entre ellas, aparece Soledad Santillán, quien lleva una década allí pero lo siente como si fuera toda una vida.
“Yo llegué hace 10 años al club y ha crecido muchísimo en todo este tiempo. La verdad que es un club de puertas abiertas y mi caso lo testifica porque yo llegué como estudiante de periodismo y de a poco me fui quedando hasta que prácticamente me hicieron parte de la familia”.
Esto habla a las claras de que Guadalupe es una institución de puertas abiertas. Una característica que la acompaña desde su nacimiento.
“Creo que en realidad es una característica de los clubes de barrio, siempre las puertas están abiertas para todo el mundo. Está en cada uno entrar y hacerse parte o pasar, criticar e irse, como también pasa muchas veces”, profundiza la directiva.
Inmersa en la actualidad del club, indica que hoy son alrededor de 280 los jugadores que visten la azul y oro, desde la Primera División hasta la escuelita, pasando por todas las categorías inferiores de la Liga Santafesina.
Esa cantidad de pibes abonan una cuota deportiva y ayudan al mantenimiento diario del club. Además, “Guada” cuenta con unos 60 socios “institucionales” que hacen su aporte. La cuota social, más las entradas de los simpatizantes que van a la cancha, el bufet y el fútbol 5 son las principales fuentes de ingresos.
“También estamos trabajando en la posibilidad de conseguir algún subsidio, pero no es fácil porque vos querés presentar un proyecto y de acá a 10 días cambian todos los costos. Los proyectos están, pero es una época difícil”, afirma Santillán.
“El año pasado recibimos un aporte del gobierno nacional y con eso hicimos algunos arreglos en la institución, después se mejoró la cancha, se cambiaron las luces. Hay un montón de cosas más por hacer pero hay que ir con tranquilidad”, sostiene.
Donde debe estar
El año pasado, Guadalupe coronó una gran temporada futbolística logrando el ascenso a la máxima categoría. Fue el retorno a un lugar que le corresponde por historia y por peso propio. Por eso, hoy en día los cañones están dirigidos a conservar esa categoría.
“Estar en Primera es muy diferente al ascenso. Sabemos que no es fácil mantenerse porque la tabla de promedios apremia, entonces tenés que trabajar muy bien durante dos o tres años para consolidarte y después no podés descuidarte”, asegura la dirigente.
“Ahora hay que poner todo el esfuerzo en mantenernos porque hay una diferencia enorme entre una categoría y otra, el club tiene muchísimo más movimiento. Tiene otro costo, pero también los beneficios son mayores”, añade.
En el mismo sentido se manifiesta Aurora Rosso, quien agrega con confianza: “Hoy en día Guadalupe está bien, el club está sólido y preparado para mantenerse en Primera División. Hay un buen equipo y un trabajo importante desde abajo, confiamos mucho en lo que viene haciendo el ‘Pato’ Escher”.
Pensar a futuro
Pero la lupa no sólo está sobre el hoy. Porque en Guadalupe se conoce por experiencias anteriores que siempre hay que mirar hacia adelante. Por ello, se está poniendo especial énfasis en la fuente del progreso sostenido en el tiempo: la escuelita.
“Estamos trabajando muy duro en ella, porque uno de los objetivos que nos pusimos hace un tiempito era fortalecerla. Habíamos dejado de participar de Asefu, ahora volvimos porque nos parece que las escuelitas son el mañana de las instituciones. Demandan un trabajo a largo plazo pero que vale la pena realizar”, explica Santillán.
La idea es aprovechar algunos ejemplos visibles para multiplicar el sentido de pertenencia. Uno de ellos es el jugador Cristian Cacholatti, “un chico que vive a dos cuadras del club, está acá desde la escuelita y hoy juega en la Primera División; él se crió en la institución y Guadalpue es su casa”, como lo define la entrevistada.
Pero detrás de todo ello, hay un objetivo de fondo: “formar personas”, según ella misma subraya. “Cuando viene un chico a anotarse en la escuelita lo vemos como alguien que el día de mañana va a vestir la camiseta de Guadalupe en Primera División. Pero además consideramos que antes del jugador de fútbol está la persona y nos interesa que cuando esa persona se vaya del club lo haga con una buena formación desde lo humano y sabiendo cuáles son sus orígenes”, asegura.