Enrique Cruz (h)
Se dio la clasificación de ambos para la Copa Sudamericana, en un hecho inédito porque ni Estudiantes, Gimnasia, Central y Newell’s lo lograron.
Enrique Cruz (h)
Tantas veces nos hemos preguntado el porqué nunca campeones y nunca los éxitos de los rosarinos, por ejemplo, que, al menos, esto que se consiguió en la Superliga sirve de un primer logro histórico que vale la pena resaltar para el fútbol de nuestra ciudad. Colón y Unión disputarán la Copa Sudamericana del año pasado y tuvieron una actuación que superó a otros clubes no capitalinos, históricamente abonados a los éxitos y competencias internacionales. Queda solamente la sensación de que los vaivenes de algunos grandes, caso River, Independiente y Racing, hubiesen permitido que se peleara más arriba. Unión lo consiguió durante un buen pasaje del torneo; Colón soñó y se planteó ese objetivo, pero no lo consiguió. Igualmente, queda esa sensación de deber cumplido.
* Lo bueno: el equipo superó largamente la expectativa previa de no sufrir por el descenso y llegó a la Copa Sudamericana. Arrancó con un promedio preocupante, producto de un pésimo primer semestre de 2017. Repatrió a un hombre clave otra vez en el proceso futbolístico -Leonardo Madelón- que fue el hacedor de un plantel que conjugó dinámica, orden, practicidad e identidad de juego. Se acertó con la mayoría de los refuerzos, se modificaron sectores del equipo que habían fallado (la zaga central, sobre todo a partir de la lesión de Leo Sánchez y también la generación de juego) y Madelón encontró rápidamente un equipo que se empezó tempraneramente a recitarse de memoria. Además, recuperó el nivel de algunos jugadores que se habían caído en el proceso anterior, caso Bruno y Mauro Pittón, Acevedo, Gamba y Soldano. Aparecieron en otra dimensión algunos chicos de abajo (como Blasi) y Madelón continuó con su costumbre de llevar jugadores al plantel profesional (Lebus, Gallegos, Bracamonte, Méndez, fueron algunos de esos casos).
* Lo malo: se le van dos buenos torneos y queda el del año pasado y el actual. Los 43 puntos que lo dejaron en el décimo puesto de la tabla no le permitieron mejorar demasiado su posición en el promedio. Quedaron siete equipos de la actual Superliga debajo suyo más los dos que ascienden. La diferencia con Tigre -el último promedio de los que vienen de Primera- es de 20 puntos, pero a San Martín de San Juan le sacó sólo 9 y es el penúltimo. Hay cuatro descensos, pero suponiendo que los dos que ascienden hagan una campaña para quedarse en Primera, la distancia con Patronato, el cuarto en los promedios, es de 8 puntos. En conclusión, lo que se consiguió fue bueno, pero el retazo por lo que se va y lo que queda para el promedio, pone nuevamente a Unión en una situación de cuidado intensivo para no llevarse ninguna sorpresa. Es otro de los elementos a tener en cuenta para planificar la competencia del año futbolístico que se viene.
* Lo lindo: la “comunión” e identificación que hubo entre el equipo y la gente. El hincha valoró el esfuerzo permanente y la forma en que se respondió adentro de la cancha. Lo otro valioso fue que los rápidos resultados hicieron que rápidamente se pensara en la tabla general y no tanto en la de promedios, algo que podría haber acontecido si no se construía una campaña como la que se hizo. También hay que destacar la capacidad goleadora de Soldano. Es el momento de aprovechar este reverdecer goleador del sunchalense para escuchar ofertas y, por fin, provocar una buena venta que permita sacar una diferencia económica.
* Lo feo: nunca se pudo recuperar Leo Sánchez y pasó el año entero casi sin jugar. Menos mal que se contó con una respuesta óptima de la dupla Gómez Andrade-Bottinelli, de rápida complementación y sin problemas de lesiones o suspensiones. A eso se le puede agregar también la dificultad que tuvo el equipo para superar a rivales que, a priori, parecían más accesibles que otros. Los ejemplos claros están en los empates como local con Chacarita, Tigre y San Martín de San Juan, en actuaciones que contrastaron con otras, como las de Independiente, Racing, Godoy Cruz y Talleres, a quiénes logró vencer y bien como locales.
* Lo bueno: la clasificación para la Sudamericana era el piso que se podía esperar de un plantel que se había mejorado en relación con el anterior. Fue el último de la Superliga en perder el invicto, producto de la gran virtud que tuvo el entrenador y que fue la de dotar al equipo de una solidez defensiva que permaneció en casi todo el torneo. Alexander Domínguez, Conti-Ortiz y Frizler conformaron una columna vertebral muy eficaz, a quiénes supieron acoplarse Toledo y Escobar, quienes le ganaron el duelo por la titularidad a Ceballos y Clemente. Otra de las cuestiones favorables de este año futbolístico, fue lo que se dio afuera de la cancha: el fuerte ingreso que significan la negociación de Alario y la de Conti. Todavía sin resolución, lo de Alario fue una bendición del cielo para Colón, producto de una “ingeniería” a la hora de su venta a River que fue criticada, pero que en el final de la historia terminó siendo excelente para el club, cuando el jugador ejecutó la cláusula de rescisión que le permitió un ingreso extraordinario que jamás hubiese podido conseguir en el caso de una venta directa sin el paso por un grande.
* Lo malo: por empezar, la falta de una identidad de juego y de una potenciación de lo que Domínguez tenía para experimentar y encontrarle la vuelta a un plantel que se armó para pelear más arriba y nunca pudo concretarlo. A esto hay que sumar el pésimo partido ante Vélez, cuando esa derrota prácticamente lo puso en las puertas de quedar afuera de la Sudamericana, lo cual habría teñido de fracaso a la campaña. La ayuda que le dieron otros equipos (Temperley, ganándole a Belgrano y Vélez, empatando con Argentinos), permitieron darle una luz de esperanza que Colón aprovechó ganándole a Racing produciendo, cuatro días después de su peor actuación, la mejor de todas y por lejos. La cuestión es que se dio en el marco de una situación absolutamente irregular con el técnico, que días antes del partido en Avellaneda les había comunicado a los dirigentes que su ciclo en el club estaba terminado. Así salió a la cancha el equipo y, paradójicamente, produjo su mejor actuación. Esto revirtió la situación y por ese partido (y quizás otras cosas que no fueron develadas), Domínguez cambió de opinión.
* Lo lindo: otro gran año de Conti y una venta casi concretada al Benfica que permitirá un ingreso de 3.500.000 euros al club. Será otra muy buena operación producida por esa generación de jugadores que salieron de las inferiores y vienen dejando fortunas con sus ventas (Alario, Mugni, Graciani, Meli, Luque, Conti, etcétera). A eso hay que sumar lo que pasó con Tomás Chancalay y el pibe Brian Galván, que son sparring de la selección, integran el sub 20 y viajarán a Rusia para entrenar con los mayores. Será una experiencia fundamental para su futuro. Además, la doble victoria ante Zamora que lo pone en carrera para evitar a equipos más importantes en la fase siguiente de la Sudamericana, en la que -de acuerdo a lo que el mismo Vignatti señaló- se va a inaugurar la bandeja sur, con la cual se completará el anillo para dar por terminada la obra de “reconstrucción” del estadio, que se inició allá por finales del siglo pasado. Y por último, el festejo inesperado del hincha rojinegro en la noche de la victoria ante Racing, con una increíble producción futbolística del interminable Polaco Bastía, un verdadero ejemplo que, con 39 años a cuestas, invita a pensar que todavía tiene carretel para seguir adentro de una cancha.
* Lo feo: sin dudas que la suspensión del partido con Vélez por las bombas arrojadas al campo de juego. Ese partido tuvo una doble significación negativa. Por un lado, lo que pasó el 7 de abril que obligó a la suspensión y la posterior pena para el club; por el otro, lo ocurrido en el campo de juego cuando el encuentro se reanudó y colocó en jaque la clasificación para la Sudamericana. A esto también se le puede agregar la sensación de no haber aprovechado la oportunidad de quedarse con el clásico con Unión, que estaba ganando y por las malas decisiones tomadas por el DT, el tradicional rival se lo pudo empatar. Y para terminar, el “premio consuelo”, más allá de la forma agónica y festejada con la cuál llegó, de haberse metido en la copa Sudamericana cuando el objetivo y el sueño era el de pelear arriba, como lo hicieron Talleres, Godoy Cruz o Huracán.