Gabriel Rossini | [email protected]
El sacerdote pidió que la emergencia nacional en adicciones se convierta en ley para contar con más recursos. “El mundo adulto no se hace cargo de este problema con la urgencia que nos haría falta”, enfatizó.
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El padre Pepe Di Paola, uno de los sacerdotes que más trabaja en el país por la recuperación de los adictos enfatizó que tanto el Estado como la sociedad civil van muy atrás del problema, criticó la naturalización del consumo de drogas por parte de buena parte de los jóvenes lo que hace mas difícil aún la pelea contra este flagelo y pidió que los gobiernos generen las condiciones para que en el país se generen empleos porque de lo contrario la lucha por la recuperación no va a tener éxito.
El sacerdote, uno de los referentes del Movimiento de los Curas Villeros, estuvo en la ciudad de Santa Fe en una actividad organizada por la diputada Silvina Frana, presidenta de la Comisión de Adicciones de la Cámara de Diputados de la Nación, y la Pastoral Social; de la que también participaron Pablo Dragotto, director Nacional de Prevención de las Adicciones de la Sedronar y Cecilia Nieto, titular de la Agencia de Prevención de Consumo y Tratamiento Integral de las Adicciones (Aprecod).
-Visitó dos barrios de la ciudad de Santa Fe ¿que impresión se lleva?
-Se asemejan a otros barrios que visito, con necesidades, carencias. En las reuniones compartí con sacerdotes, religiosas, maestras, profesores y gente de la comunidad la experiencia que estamos realizando e intercambiamos conceptos. Muchos plantearon que no tienen lugares de internación, que faltan respuestas frente al gran problema de la droga que en este caso que es la recuperación del adicto.
-Hace mucho que viene trabajando en el tema de las adicciones. ¿Estamos igual o peor que años atrás?
-Estamos peor en el sentido de que el fenómeno creció. Hay una naturalización del consumo muy grande por parte de los jóvenes que implica una presencia más importante de la droga en todo el país. Lugares que antes eran de tránsito hoy dejaron de serlo, como varias provincias. Los problemas sobre todo se ven en los centros urbanos de todo el país. En los barrios más pobres la droga se hace más difícil combatirla por la vulnerabilidad que presentan quienes viven allí. Al mismo tiempo no crecieron a la misma velocidad ni en igual número las respuestas, menos aún las de prevención y recuperación.
-El Estado va atrás del problema.
-Va muy atrás. Y la sociedad civil también. Acá hay que tener en cuenta una cosa muy importante y es que a la sociedad no la puede reemplazar el Estado. El Estado es el responsable más grande pero la comunidad debería tejer redes fuertes en todos lados. En cualquier pueblo, barrio o ciudad donde hay instituciones fuertes se hace un buen trabajo preventivo.
-Es decir que además de los problemas del Estado hay como una descomposición de la sociedad civil.
-Hay una realidad y es que el mundo adulto no se hace cargo de este problema con la urgencia nos haría falta. Hace años un adulto era una referencia -sea un familiar, un maestro, un cura, un profesor en el club o un vecino que nos reunía para alguna actividad-. Muchas de estas figuras están desdibujadas y hace que los chicos no tengan esa referencia.
-Hay una realidad en los barrios y es que la venta de drogas es la salida laboral para mucha gente a la que no le queda otra, problema que se profundiza con la situación económica que estamos viviendo.
-Argentina tiene una descomposición en el tema laboral muy grande. Hace muchísimos años que vivimos la decadencia de la creación de empleos genuinos. Empleos en el Estado que se perdieron, desindustrialización. Hay una coincidencia entre la desintegración económica y el crecimiento de la oferta de la droga.
-Uno de los temas que está en la discusión es el de la despenalización de las drogas. ¿Está de acuerdo?
-Los grupos en los que trabajo, incluido el de los curas villeros, pensamos que no es el momento porque no se dieron los pasos previos. Los países que plantearon la despenalización primero impulsaron fuertes trabajos en educación y salud. Acá no se hizo absolutamente nada. Es más, sufrimos las carencias. Los hospitales no saben atender a un pibe adicto y las escuelas no saben que hacer ante esta situación. Hablar de legalizar las drogas es hablar de quien la proveería; si el Estado, los narcotraficantes o un privado; cuando en realidad lo que tenemos que buscar es una sociedad sin drogas. El horizonte de un gobernante debería ser como hacemos un país donde la droga no sea la que domine la vida de las personas.
-Uno de los ejes de gestión del gobierno nacional es el combate al narcotráfico. De hecho una o dos veces por semana muestra grandes cantidades de drogas que se secuestran o se queman. ¿Son visibles los resultados? ¿Hay menos droga en la calle?
-No veo en la vida cotidiana que la situación haya cambiado. Si incautan muchos cargamentos y detienen a narcotraficantes, no sabría que decirte y no quiero ser injusto. Pero en la realidad no se percibe un cambio.
-En Santa Fe propuso el gobernador que la policía provincia combata el narcomenudeo. La iniciativa tiene muchos rechazos porque, argumentan, van a terminar las cárceles llenas de gente pobre que vende para sobrevivir. ¿Esta de acuerdo?
-No lo estudie a fondo. Pienso que la persecución debe darse a las grandes organizaciones que están instaladas en el país.
-¿Hay carteles de drogas en Argentina?
-Creo que si. O al menos grandes organizaciones que están ligadas con carteles del exterior. Respecto al narcomenudeo, lo que hay que tratar es de que no se venda droga y no criminalizar al adicto. Son dos puntos que se tienen que observar en cualquiera de las decisiones que se tomen.
-Me decía que el Estado viene bastante atrás de los problemas. ¿Cambió algo en los últimos tiempos? ¿Qué se necesita para avanzar más rápido?
-Nosotros, los que integramos la comisión de la Iglesia, hace dos años pedimos la emergencia nacional de adicciones, tanto en prevención como en recuperación. Se declaró y vencerá en noviembre de este año. La situación no varió y para enfrentar estos problemas se necesita no solo un esfuerzo y un trabajo más grande sino también más tiempo. Hubo ideas para que esta declaración se convierta en ley, para que no quede solo en un decreto. La diputada Silvina Frana está trabajando mucho en el tema junto con integrantes de otros bloques. Pensamos que tiene que haber una decisión fuerte, acompañada por una legislación que haga que la Nación tenga presupuesto para enfrentar la problemática.
-Tengo entendido que el presupuesto aumentó. Obviamente, como en la mayoría de los casos siempre la demanda es mayor y nunca alcanza.
-Hubo más presupuesto por la emergencia. Para aumentar los recursos necesitamos que se mantenga en el tiempo la emergencia para, por ejemplo, si en Santa Fe no hay lugares de internación podamos abrir uno para que en la tarea que se da entre el Estado y las comunidades pueda haber posibilidades de recuperación.
-¿La principal carencia que enfrentan es la falta de lugares de internación para que los adictos puedan recuperarse?
-Si porque creció muchísimo el fenómeno. Barrios que antes no tenía este problema hoy deben enfrentarlo y no tienen recursos para hacerlo. En Santa Fe una directora, un párroco o el presidente de un club no tienen un lugar donde mandar un chico para recuperarse sin excluirlo de los lugares que frecuenta.
-Y seguramente eso se ve más en los pobres que en los que tienen plata.
-A los que no son pobres los esconden. La droga es perjudicial para todos. En algunos ámbitos sociales se puede “caretearla” y en otros no. En los barrios donde trabajamos nosotros está muy expuesto. En cierto sentido es más difícil porque carecemos de medios que tienen otros chicos pero por otro lado es más fácil porque no lo puede “caretea”. El problema está a la vista de todos, no pueden esconderlo. En cambio en las clases más altas tenes un problema muy grave y el pibe la va disfrazando. Por eso es importante tener estos lugares, donde la comunidad debe intervenir, no solo el Estado. Hacer un “Centro de Día” del Estado no alcanza. La comunidad y sobre todos los barrios más necesitados, la comunidad debe ser la protagonista de la recuperación.
-Entiendo por lo que dice que más allá de lo que hace o deja de hacer el Estado, hay una gran falta de compromiso de la sociedad.
-Sin duda. La ausencia del Estado la vemos todos y es fácil echarle la culpa a otro. Además sabemos que no han hecho nada importante en 50 años. Ahora, la sociedad civil también se replegó. La presencia de las instituciones se tienen que redimensionar. Una escuela no puede ser igual a la de hace 50 años atrás. Lo mismo la parroquia o el club. Cada institución tiene que replantearse como se organiza y de esa manera poder ayudar para que la labor que se realiza, tanto en la prevención como la recuperación, sean efectivas.
-Atribuyó buena parte de la descomposición de la sociedad al problema de la falta de empleo. ¿Hay posibilidades de suplirlo con otra cosa?
-El trabajo es ordenador de la sociedad y en ese sentido vamos a estar siempre detrás del carro. Si no ponemos el esfuerzo del país detrás del trabajo, siempre nos va a faltar algo. Vamos a seguir haciendo esfuerzos, que son positivos. A los chicos una vez que inician su camino de recuperación los ayudamos a capacitarse en algún oficio o tratamos de incluirlos en algún emprendimiento. Pero siempre la pata del trabajo es importante, inclusive en la recuperación. Argentina lamentablemente no apuesta al trabajo. Cada vez es más difícil conseguir un empleo y la industria en el país tiene cada vez más complicaciones.
- Debe ser muy difícil con chicos a los que el país no le ofrece casi ningún futuro.
-Lo vamos haciendo. En las comunidades donde nosotros trabajamos vamos abriendo un surco. Al chico se le facilita la posibilidad de armar un microemprendimiento, en algunos casos con un programa asistido, después algunos trabajan, otros lamentablemente no lo pueden hacer. Algunos son recicladores, otros albañiles. Ahí si es responsable el Estado, esa es la pata más importante: la de generar las condiciones para que haya trabajo. Ahora, si lo que hace es generar incertidumbre en la clase media porque no sabe si van a poder mantener sus empleos, complica la situación. Este es un punto muy importante que no lo puede suplir nadie: el estado puede organizar el trabajo muchas veces pero en nombre de que las cosas no funcionaban bien se privatizó todo. O podes generar las condiciones para que el trabajo le devuelva la dignidad de la gente.
“Se nota la falta de dinero”
-Al margen del tema de las adicciones ¿Como está la situación social en las villas?
-Lo que se nota la falta de empleo, hay menos posibilidades de conseguir alguno. Y los aumentos han golpeado mucho. Los recicladores, por ejemplo, nos dicen que hay menos material por la falta de consumo. Las tarifas del transporte se sienten. Una persona para trabajar en Capital por ahí tiene que tomar 3 colectivos que le cuestan 30 pesos de ida y 30 de vuelta.
-Cuando hay plata circulando en la calle, es más fácil para la gente conseguir una changa o alguna actividad informal que les permita juntar, al menos, lo que necesitan para comer.
-Se nota la falta. La misma gente te lo dice. Hay que ver la posibilidad de generar empleos nuevos. En la economía popular, cuando la gente tiene plata, se siente. Y desarrolla la creatividad. Hay personas que se ponen una pizzería en la casa o se compra un carro y va a juntar plástico. Hay gente que se “fabrica” su trabajo con un emprendimiento. El tema es cuando no hay dinero que sobre para este tipo de cosas. Por ejemplo, lo bueno de la Asignación Universal es que permitió que la gente pudiera hacer en su casa un emprendimiento. Era plata que circulaba por el barrio y quedaba en el barrio.
-Hay muchos prejuicios sobre la AUH como por ejemplo que se gastaba en celulares y zapatillas.
-Son cliches. La realidad era que el circulante de dinero permitía que la gente viva mejor.
-¿Hablaste con el Papa sobre estos temas?
-Le conté lo que estamos haciendo en el camino de la recuperación. Quedó muy contento porque con él hace 10 años abrimos el primer centro de recuperación de adictos. Le mostré un video que hicimos en Lujan con 2000 personas entre chicos que se recuperaron y personas que trabajaron en esa tarea. Todo empezó con una respuesta de nuestra parroquia con los chicos adictos y hubo otros sacerdotes, religiosas y laicos que lo replicaron en otras partes del país. Hoy tenemos centros en Tucumán, Entre Ríos, Bariloche, Mendoza, Santa Cruz, Salta y Formosa respuestas comunitarias al problema de las adicciones. Lo que se pensó para una parroquia de un barrio de Buenos Aires terminó siendo una propuestas para todos.
-¿En Santa Fe también?
-En Santa Fe hay se está hablando con gente de la parroquia de Lujan y el hogar Juan Diego. También al tema lo tomó Cáritas nacional. Se está armando una mesa de trabajo. Pero debe tomarse como un proyecto de todos, no de una parroquia. Tenemos que maximizar los recursos.
“El trabajo es ordenador de la sociedad y en ese sentido vamos a estar siempre detrás del carro. Si no hay una decisión de volver a poner el esfuerzo del país detrás del trabajo, siempre nos va a faltar algo”
Padre Pepe Di Paola
Sacerdote