Gastón Neffen | [email protected] | @gneffen
Un cardiólogo y un médico deportólogo explican las claves para correr con seguridad y prevenir los infartos y los casos de muerte súbita.
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Llevar el cuerpo al extremo y explorar sus límites puede ser una aventura peligrosa y diferente de un entrenamiento progresivo, profesional y con controles médicos. Lo primero que hay que comprender es que no todos están preparados para correr 160 kilómetros en tres días por el desierto más seco del mundo y con temperaturas que llegan a los 40 grados, como en la carrera del desierto de Atacama en Chile, que se realizó hace 15 días.
Hace varios años que los cardiólogos y médicos deportólogos advierten que la alta exigencia de las carreras actuales puede desencadenar episodios cardíacos graves en personas que tenían cardiopatías y enfermedades coronarias no detectadas.
“Hay gente que se larga a correr a los 40 años. Te dicen cosas como: ‘Me separé y me enganche con el running’, pero no siempre se preguntan si están preparados para correr y la realidad es que hay estudios para determinarlo”, explica el médico deportólogo Julio Rico, de la Unidad de Actividad Física y Salud del Sanatorio Santa Fe, en una entrevista con El Litoral.
“A veces son personas que ya encaminaron sus hijos y ahora tienen más tiempo para hacer deportes y se vuelcan a correr”, coincide el cardiólogo Raúl Goyeneche, que es especialista en arritmias.
En principio, es una buena idea. “El mensaje es claro: no movernos nos lleva al sedentarismo, pero también hay que entender que cuando la meta es exprimir el cuerpo el deporte deja de ser salud”, insiste Rico.
A medida que el running —en realidad, cualquier deporte— se va poniendo serio y las exigencias aumentan (10K, 15K, 21k...), es imprescindible preguntarse hasta qué punto el propio cuerpo está preparado para seguir ese ritmo.
Los médicos pueden darle una mayor certidumbre a esa pregunta. “De acuerdo con la historia clínica del paciente —antecedentes familiares, enfermedades, si es fumador o no, si es diabético, etc.— se pueden realizar distintos estudios para saber cómo está esa persona y si está preparada para correr”, plantea Rico.
Hay cuatro que son centrales: análisis de sangre en un laboratorio (para medir la glucemia y los indicadores básicos), un electrocardiograma (clave para diagnosticar enfermedades cardiovasculares), un ecocardiograma (permite obtener imágenes reales de un corazón en 2 D y también en 3D) y las pruebas ergonométricas de fuerza, para valorar la respuesta del corazón ante el esfuerzo.
“En las personas jóvenes, los eventos cardíacos que se desencadenan en las competencias suelen suceder por cardiopatías que no fueron detectadas. En los que tienen más de 40 años, en cambio, lo más frecuente son las oclusiones —obstrucciones— de las arterias porque las placas se mueven al circular la sangre a mayor velocidad por el esfuerzo”, explica Goyeneche. En la mayoría de los casos, estas patologías se detectan en los estudios.
Según el cardiólogo, hay tres cuestiones que los deportistas deben seguir de cerca: la alta exigencia suele aumentar el grosor de las paredes del corazón, puede provocar lesiones y calcificación en las células cardíacas y cicatrización entre las células del corazón.
“Los controles deben realizarse, como mínimo, una vez por año —suma Rico—. No lo digo yo, lo recomienda el Comité Olímpico Internacional y muchas otras organizaciones internacionales”.
“No hay que largarse solo”
Otro punto importante, cuando se comienza a correr, es hacerlo con un entrenador responsable, que establezca un cronograma adaptado a esa persona para que el esfuerzo sea progresivo. “No hay que largarse solo”, recomienda el cardiólogo Raúl Goyeneche.
Si se compite, también chequear que las carreras cuenten con la infraestructura para atender emergencias. “En Estados Unidos se estudiaron las muertes súbitas en maratones y se confirmó que las posibilidades de sobreviva son mucho mayores si a la persona afectada rápidamente la asiste alguien que sabe RCP”, cuenta el médico deportólogo Julio Rico, de la Unidad de Actividad Física y Salud del Sanatorio Santa Fe.
Dos casos fatales
El domingo 13 de mayo, el profesor Rudy Bolognese (55 años y de Venado Tuerto) falleció en un shopping de Rosario por un paro cardiorrespiratorio, unas horas después de participar de un maratón de 15 kilómetros. En Santa Fe, el sábado 12 de mayo murió Marlen Gieco, la maratonista que se descompensó en una competencia que se corrió en la zona rural de Monte Vera. La Justicia santafesina está investigando las causas de su muerte.
La leyenda del héroe griego que inspiró el maratón
El cuento tiene 2.508 años y por lo menos dos protagonistas: Filípides y Tersipo. La leyenda cuenta que después de la estratégica batalla de Maratón (490 AC), en la que las falanges griegas aplastaron a la infantería persa, un corredor recorrió los 42 kilómetros que separaban esa llanura de Atenas para comunicar la victoria. En la mayoría de las versiones, el runner es Filípides —Herodoto, en realidad, lo menciona como el mensajero que partió a Esparta a solicitar los refuerzos que nunca llegaron— y en otras el que corre es el heraldo Tersipo (según Plutarco, que escribió unos 500 años más tarde). El final es toda una advertencia: el mensajero comunica la noticia a los arcontes (“Alegraos, vencemos”), se desploma por el esfuerzo y muere.
Los que seguro “corrieron” fueron los hoplitas griegos que lucharon en la batalla y tuvieron que volver a marchas forzadas hasta Atenas, para evitar el riesgo de un nuevo desembarco de los persas.