La versión dirigida por Mario Martínez de la obra de Florencio Sánchez se presentará hoy en la Sala Mayor de San Martín 2020. Se trata de una puesta en escena entrerriana, estrenada en 2017. “Reconozco en los clásicos una inagotable fuente de inspiración”, explicó el director, al repasar detalles de la puesta.
Juan Ignacio Novak
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“La realidad es la encargada de conectar una obra de un siglo atrás con nuestra Argentina de hoy”, asegura Mario Martínez. Es que “M’hijo el dotor”, la obra de Florencio Sánchez que el artista llevó a escena el año pasado en Paraná junto a Raúl Dayub, desarrolla un conflicto en el cual se oponen dos formas distintas de ver el mundo.
Y -completa Martínez- “la ‘confrontación’ guarda una irresistible vigencia en la sociedad argentina”. Esta versión de la obra se presentará en Santa Fe, en una función prevista para el próximo viernes 15 de junio a las 21 en la Sala Mayor del Teatro Municipal (San Martín 2020). En la misma “se determinó potenciar el trabajo actoral como recurso fundamental para ‘contar’ este relato”, señaló Martínez. “En este sentido, se utiliza en esta propuesta un vestuario respetuoso de la original cronología de la época, comienzos del siglo XX en el Río de la Plata, tres proyecciones que acompañan las peripecias de los tres actos originales y un ámbito sonoro que contribuye a describir o poetizar determinados momentos del espectáculo”, añadió ante la consulta de este medio.
—¿Cómo se explica la vigencia de la obra más de un siglo después de su escritura? ¿Ocurre lo mismo con el resto de la producción del autor?
—La vigencia de una obra de teatro, no está dada por el momento cronológico en que haya sido escrita, sino por el modo en que es puesta en escena. “M’hijo el dotor”( y gran parte de la producción de Florencio Sánchez) alberga desde su creación como dramaturgia de texto, temáticas, conceptos y conflictos de inocultable vigencia, un siglo después de su escritura. Una cosa es el texto de esta obra y otra es su propia transformación en “acontecimiento teatral”. En el mundo del arte actual, nos encontramos con innumerables obras de reciente creación y carentes por completo de “vigencia”.
—¿Cómo se puede conectar la obra de Florencio Sánchez con la Argentina de hoy?
—La realidad es la encargada de conectar una obra de un siglo atrás con nuestra Argentina de hoy. La reiteración histórica de problemáticas sociales, políticas y económicas de los países emergentes, contribuye a visibilizar “paisajes” similares o parecidos de nuestra propia historia.
Modas y desafíos
—Explicaron que “la teatralidad contemporánea revela que pieza y autor suelen ser soslayados a la hora de escoger un texto para representar en estos tiempos”, ¿cómo se explica esto?
—Una mirada sobre la realidad teatral de nuestra región o de nuestro país de los últimos tiempos, nos lleva a visualizar que las mayorías de las producciones están destinadas a elaboraciones de orden experimental, dramaturgias de grupo u obras de reciente creación. Ciertamente, los grandes clásicos de la dramaturgia universal, salvo honrosas excepciones, no ocupan las marquesinas de nuestros teatros. La historia del arte nos muestra cómo las producciones artísticas suelen ser asediadas por determinadas tendencias que logran cobrar vigencia debido a “modas” o “intereses” que en muchos casos las mismas gestiones culturales del Estado colaboran en instituir. Con verdadero respeto por los trabajos de investigación y de búsqueda que se realizan en el arte teatral, sostengo que no es posible innovar sino desde las propias raíces de nuestra identidad, de nuestra territorialidad, de lo que honestamente reconocemos que nuestro público se merece. Personalmente, reconozco en los clásicos una inagotable fuente de inspiración y una materialidad didáctica que el teatro contemporáneo no puede soslayar.
—Indicaron que “reponer en la segunda década de este siglo XXI una creación de los albores del siglo XX y respetar sus raíces originarias, significó un gran desafío”. ¿Por qué?
—Levantar la “cultura” del telón, supone en todos los casos un desafío. Florencio Sánchez ocupa un lugar importante en los diseños curriculares de instituciones educativos de los distintos niveles de formación. “M’hijo el dotor” resuena familiar en los oídos de la gente. No así en el resto de sus sentidos. Las nuevas generaciones nunca han visto una puesta de esta obra. Es llamativo el modo en que adolescentes y jóvenes reaccionan ante nuestra propuesta. La identificación de grandes y jóvenes con la conflictividad que plantea la pieza, reivindica el desafío de llevarla hoy a escena.
Grietas
—El conflicto principal que plantea “M’hijo el dotor”, que confronta dos culturas diferentes, ¿está presente todavía en la sociedad argentina?
—Para que exista una grieta, es necesario la presencia de una “unidad”. En este sentido, no se trata de dos culturas diferentes, se trata de una cultura “vivenciada” desde perspectivas diversas. Padres-hijos, campo-ciudad, mujer-hombre, tradición-modernidad, doctores-curanderos, amor-conveniencia..., son dicotomías que parecen simétricas, pero sabemos que ocultan diferencias y jerarquías, que ofrecen diversidad de miradas sobre la realidad. La “confrontación” guarda una irresistible vigencia en la sociedad argentina.