Ignacio Negri | [email protected]
El neurólogo y neurocientífico habló sobre la capacidad de nuestra mente, la competencia con la inteligencia artificial y el gran desafío de la clase política.
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Una de las características principales de Facundo Manes es su capacidad para comunicar de manera sencillas temas con un alto grado de complejidad. Su nuevo libro, que escribió junto al Lic. Mateo Niro, refleja justamente esa característica y pone sobre la mesa el gran desafío que tiene la clase política para generar, justamente, políticas de Estado: el desafío de entender el cerebro.
Así lo describió el propio Manes en una entrevista con El Litoral, en la cual abordó diferentes temas vinculados con el comportamiento de la mente humana.
—¿De qué se trata este nuevo libro “El Cerebro del Futuro”?
—Nos propusimos abordar cuatro grandes temas. En primer lugar, si la especie humana está evolucionando y, en caso de estarlo, cómo lo hace. El segundo aspecto del libro destaca que vivir permanentemente conectados nos cambia el ánimo y el rendimiento cerebral. El tercer gran tema que tocamos son las enfermedades epidémicas de la actualidad, como la depresión, la ansiedad y el Alzheimer, entre otras. El último capítulo tiene que ver con el estudio del cerebro aplicado a políticas de Estado. Es un libro que piensa en el futuro, desde la especia hasta las políticas públicas.
—¿Cuánto influyen nuestros recuerdos y lo que aprendimos desde chicos para interpretar la realidad?
—El mundo es percibido por el cerebro y cada cerebro crea la realidad. Yo siempre pongo el ejemplo de mi hermano y yo. Fuimos criado en el mismo ambiente y en el mismo lugar, sin embargo cuando recordamos el pasado, él lo ve de una manera y yo de otra, o cuando vemos cosas de la actualidad, lo hacemos de forma diferente. Aunque tenemos contextos similares, cada cerebro crea su propia realidad. Nosotros tenemos esquemas mentales que actúan como cristales para ver el mundo y vamos por la vida, justamente, descartando todo lo que no coincide con nuestro preseteo y tomando todo lo que coincide con nuestros esquemas mentales. A veces hay que hacer el esfuerzo de salir de ese proceso automático.
—¿Cómo se puede ejemplificar eso?
—Prendo la televisión y busco ver los programas políticos que dicen lo que yo opino. Cuando voy al diario, leo a los columnistas que escriben lo que pienso, cuando tenemos que tratar de mirar al mundo con otros lentes que no sean los nuestros. Debemos fortalecer la empatía, no sólo percibir lo que piensa el otro, sino tratar de sentirlo.
—¿Qué rol juega internet y la tecnología en todo eso?
—Twitter es un ejemplo de lo que hablamos. Uno sigue a las personas que coinciden con nuestra manera de pensar y nos siguen aquellos que piensan como nosotros. Estamos encapsulados en nuestro núcleo. Hoy la información es increíble y hay mucho acceso a la información, esto modifica también el rol del docente, que ya no tiene que dar información, lo que tiene que hacer es procesarla a esa información, que el chico logre trabajar en equipo, motivarse. La tecnología está cambiando nuestra manera de educarnos.
—¿Hay competencia entre la inteligencia artificial y la mente humana?
—La inteligencia artificial existe desde la década del ‘50 y hubo muchas oleadas de predicciones que nunca sucedieron. Sin embargo, esta última oleada es diferente, porque los programas pueden resolver problemas para los cuales no fueron programados, y eso es totalmente nuevo. Pueden analizar mucha información en poco tiempo y muy rápido, entonces muchos se preguntan si ahora la inteligencia artificial no está superando al cerebro humano. Creo que en muchas cosas la inteligencia artificial superó a nuestro cerebro, por ejemplo, en procesar datos en poco tiempo, pero nunca va a superar al cerebro humano en lo social, en la empatía, en la intuición en la experiencia subjetiva. El desafío es generar una ética en relación al rol y alcance de la inteligencia artificial, no queremos que se desmadre para que haga cosas como apretar un botón nuclear.
—¿Qué es la neuroética?
—La neuroética tiene como fin que la sociedad debata los dilemas morales que se generan con el avance del estudio del cerebro. La electricidad, por ejemplo, se puede usar para hacer el bien, pero también para torturar con una silla eléctrica. Con la inteligencia artificial pasa lo mismo. La sociedad va a tener que debatir esto y la neuroética va a tener un rol cada vez más importante porque los científicos no vamos a poder debatir estos temas en soledad, la sociedad va a tener que acompañarnos.
—¿Ser gobierno hoy con el cerebro del futuro?
—Lo que hacen los países desarrollados es estudiar y entender cómo la gente actúa, razona y decide para diseñar después políticas públicas en consecuencia. Te lo cuento con un ejemplo menor. En el aeropuerto de Amsterdam había un problema que generaba un costo importante. Era que muchos hombres orinaban fuera del mingitorio, entonces se la pasaban limpiando el piso. Lo solucionaron poniendo en cada mingitorio artificialmente y de manera digital, una especie de mosca volando dentro del mingitorio, entonces varones apuntaban ahí y evitaron que se derrame en el piso. Desde ese ejemplo simpático, hasta el reconocer que el último Premio Nobel en Economía (Richard H. Thaler) es un experto en conducta, nos da la pauta se están tomando muchos conceptos de la ciencia para mejorar las políticas públicas.
—¿En qué caso podría aplicarse en nuestro país?
—Por ejemplo, un gran problema que tenemos en nuestro país es la obesidad infantil. Un ministro de Salud puede decidir programas para reducir el peso en esa comunidad, pero si no tiene en cuenta cómo funcionan los chicos en su mente, ese diseño será de patas cortas. El futuro de las políticas públicas deberá tener en cuenta cómo funciona la mente en la realidad y cómo decide el ser humano. La neurociencia va a impactar en la educación, no imponerse, sino convivir; será una herramienta más.
Perfil
-Su nuevo libro que escribió junto a Mateo Niro se llama “El Cerebro del Futuro”.
-Su área actual de investigación es la neurobiología de los procesos mentales.
-Lleva publicados más de 200 trabajos científicos originales en revistas internacionales.
-Facundo Manes está convencido de que la riqueza de un país se mide por el valor del capital humano.
-Manes es creador del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) y presidente de la Fundación Ineco.
“Hoy la información es increíble y hay mucho acceso a la información, esto modifica también el rol del docente, que ya no tiene que dar información, lo que tiene que hacer es procesarla a esa información, que el chico logre trabajar en equipo, motivarse. La tecnología está cambiando nuestra manera de educarnos”.