Juan Ignacio Novak
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La obra rosarina ideada y dirigida por Alejandro Leguizamón se presentará el viernes en la sala ubicada en el norte de la ciudad de Santa Fe. Se trata de una reflexión poética sobre la búsqueda del propio ser, su identidad y su libertad. “fue y es un proceso absolutamente movilizador”, contaron los realizadores.
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Desde Rosario, llegará al Teatro de la Abadía (Estanislao Zeballos 3074) la obra teatral “Obsidemus”. la función será el viernes 29 de junio desde las 21.30. la puesta, dirigida por Alejandro Leguizamón, cuenta con las actuaciones de Micael Genre Bert, Cindi Grüssi, Leandro Martine y Sandra Messa. Que se presenta como “una reflexión poética sobre la búsqueda del propio ser”. el título proviene del latín y su traducción al español se aproxima a los términos “cercar”, “rodear”, “habitar”. “Es ése el significado. En principio, pensamos en ponerle ‘habitar’, pero no nos terminaba de convencer, necesitábamos un título que suene más onírico y que también genere preguntas”, contaron los realizadores en la previa la presentación en Santa Fe.
—¿Cuál fue el objetivo principal al montar la obra?
Alejandro Leguizamón: —En principio, las actrices y los actores, sin ellos seguramente “Obsidemus” sería otra obra. Tenía unos objetivos bien claros, conformar un elenco variado en sus técnicas y registros, con diferentes miradas teatrales, profesionales con una formación ecléctica que tuviera la inquietud de emprender una investigación sobre la identidad, el teatro visual y el teatro de objetos, lenguajes en los que vengo investigando y desarrollándome ya hace un tiempo. Otro objetivo importante, precisamente, el tiempo: no acelerar los entrenamientos y la investigación y dejar que los actores y actrices narren desde el cuerpo, entendiéndolo como una totalidad y del mundo interno de cada uno de ellos hacia afuera, desde lo singular a lo plural. Ése fue el objetivo, reunir para llevar a la escena y contar desde lo más profundo.
—Al buscar referencias sobre la obra, aparecen alusiones a Artaud, Rimbaud, incluso a Borges ¿Fueron influencia al crear “Obsidemus”?
A.L.: —Sin lugar a dudas, son autores con los que sentimos identificación desde las primeras lecturas y su gran aporte al pensamiento y el pensarse en el mundo nos aportó muchísimo material, pero el más influyente fue Antonin Artaud. También Samuel Beckett y Tadeusz Kantor para hacer análisis comparativos y encontrar una dinámica propia de investigación, manipulación, actuación, puesta en escena y gestación artística. En cuanto a lo existencial, se hicieron relaciones de concepto filosóficos sobre Soren Kierkegaard, Jean Paul Sartre y Martin Heidegger. Así, surgieron las primeras reflexiones desde el trabajo de mesa, donde los actores y actrices pudieron generar los monólogos de los “sujetos escénicos”.
Compromiso
—¿Cómo fue el proceso de trabajo con el grupo al tocar temas tan profundos que hasta pueden ser dolorosos?
A.L.: —Si bien el proceso de trabajo estuvo cargado de largas charlas, debates, contención grupal, discusiones sobre conceptos que dieron forma a “Obsidemus”, nunca dejamos de lado el entrenamiento, la experimentación grupal sobre el teatro visual-objetual y la actuación, la convivencia del teatro objetual con el de actores, cosa que exige encontrar particularidades de vínculo escénico entre actor y objeto que excedan la técnica de manipulación. la poética del trabajo fue surgiendo a partir de improvisaciones, secuencias de acciones, búsquedas introspectivas, imágenes, escrituras sobre las acciones, vivencias registradas durante el entrenamiento, conceptos como disparadores y un profundo trabajo de mesa nutriéndonos de los autores anteriormente mencionados. Las emociones al tocar temas tan profundos tomaron un papel muy importante en nuestro trabajo, todo lo que nos pasa en los planos emocionales lo llevábamos a la construcción de sentido resignificando plásticamente esas emociones, el desarraigo, la identidad, la culpa, los compromisos, la familia y su influencia, los amores y el volver a comenzar.
Sandra Mesa: —Fue y es un proceso absolutamente movilizador. Salir de cada encuentro, ensayo, y dar vueltas en la cama pensando y repensando lo que habíamos encontrado. Y sí, a veces ese volver a las preguntas que nos definen, ese revolver de nuestra historia y nuestro camino, duele. Y creo por ello podemos llegar a este trabajo tan bello, tan humano, tan real, porque tiene tanto de nosotros.
Micael Genre Bert: —Por momentos, el proceso de creación de la obra fue tan intenso como aliviador. Recuerdo una primera reunión en la cocina del director: a él y a Leandro apenas los conocía de haber hablado un par de veces, pero a Cindi y Sandra no las conocía. De repente estábamos todos hablando de cosas personales, del dolor que atravesaba cada uno en ese momento, de necesidades, de sueños, de lo que nos pasaba. Y hablábamos como si ya nos conociéramos y nos entendiéramos.
Leandro Martine: —Una operación que se da cuando emprendes el proceso de una obra es la sublimación, pero cuando la teatralidad se construye a partir de lo que arroja el actor, lo personal, lo que lo atraviesa ese proceso es más comprometido sobre todo a nivel emocional. En lo individual, me ha tocado encontrarme reforzando la actuación desde lugares muy íntimos en momentos intensos de mi vida y resultó vital como aprendizaje permitirme de alguna manera condensarlo en la escena. A lo largo de todo el proceso de “Obsidemus” me he visto por momentos identificando no sólo con mi personaje y texto sino con los de mis compañeros, porque así como lo sugiere la obra, todos nos estamos construyendo y deconstruyendo, y en ese afán es inevitable implicar al otro.
Incomodar
—Mauricio Kartún sostiene que una obra adquiere su sentido más pleno cuando “sobrevuela la milanesa”, es decir que incita la reflexión del espectador ni bien sale del teatro ¿Creen que lo han logrado?
A.L.:—En “el teatro y su doble” (1938), Artaud criticó el teatro occidental por construirse a partir del habla. Nos dice de este teatro positivista que imita la realidad cotidiana y que por ello engendra espectadores voyeurs que salen ilesos, sin heridas, tan frescos y tan vulnerables como cuando entraron. Nuestra propuesta teatral apunta justamente a esto, a no caer en lo cómodo, la predominancia de lo visual como mirándote a los ojos, el texto quebrado como hablando al oído, lo cíclico para entendernos y lo poético para pensar lo que nos está pasando ahora. la puesta en escena se convierte en un viaje por la eterna búsqueda del sentido de la vida, de la búsqueda del ser y la libertad. Una travesía personal, siendo el espacio escénico un antagonista de esa historia que retoma la capacidad de sorprenderse, de imaginar.