José E. Bordón | [email protected]
De reuniones en reuniones, y sin respuestas acordes a los requerimientos, el sector lechero sigue penando por soluciones.
José E. Bordón | [email protected]
La situación económica y financiera que enfrenta el país atenta contra el desarrollo de varios sectores, conminados a asumir definiciones a corto o mediano plazo. Las economías regionales son el centro de ese impacto y están próximas a generalizar una crisis sin precedentes en los últimos años. Uno de esos sectores que parece destinado al sufrimiento permanente es la lechería. Actualmente, el sector se encuentra en estado de alerta porque el precio que percibe el productor especialmente el tambero de menor escala productiva- no alcanza a cubrir los costos, y ve que se está desfinanciando por la falta de competitividad.
El reciente encuentro de tamberos, en Rosario, mostró el cansancio de tantos años de lucha para mantener la actividad. Y hubo, en el comunicado de las entidades, un recuerdo al gobierno nacional que “no ha dado respuesta acorde a la grave situación coyuntural y estructural de la lechería”. Razones hay para tal postura. El 8 de enero de 2016, a días de asumir el actual gobierno nacional, el propio presidente Macri viajó hasta Venado Tuerto, al sur de nuestra provincia, para la presentación de un acuerdo marco de la lechería, orientado a “implementar políticas que generen expectativas favorables hasta tanto se dé una recomposición de precios en el mercado internacional”, lo que para entonces se preveía iba a ocurrir en el famosos “segundo semestre” del año. Se acordó también una compensación de precios de 40 centavos por litro para los primeros 3 mil litros productivos por la leche de enero, febrero y marzo. Las industrias también se comprometieron a realizar el “máximo esfuerzo” para mejorar lo que se abonaba al productor, mientras que la Nación a favorecer la exportación de los excedentes. De la cadena comercial sólo se acordó “concientizar” respecto de la necesidad de mejorar los precios (à) minimizando el impacto de la mejora de precios a nivel del consumidor.
Pasó el tiempo, algo poco- se puso en práctica; los productores de la zona núcleo de la lechería pasaron por fuertes fenómenos climáticos (primero inundación, después sequía), hasta llegar a un presente zigzagueante donde “dejar que todo se resuelva sin hacer nada significará el peligro de que en poco tiempo se corra el riesgo de perder el 50 por ciento de los tambos de la Argentina. (El 75,4 por ciento de los tambos producen menos de 3000 litros diarios y aportan el 40 por ciento de la producción de leche del país”, como destacó la conclusión a la que arribaron los productores en Rosario. A eso habrá que sumarle que el cierre de tambos sigue y la liquidación de vientres también. Sólo le escapan a la serie de problemas mencionados aquellos que superan los 3 mil litros diarios, porque “tienen espaldas” para enfrentarlos. A los pequeños productores se les complica refinanciar deudas (casi imposible con las tasas actuales) y con la paga que recibe ya no alcanza ni siquiera para cubrir los costos de la alimentación. En Rosario, Mariela Agüero, secretaria de Lechería de la Federación Agraria Argentina (FAA) les recordó a los presentes: “Nuestras vacas comen dólares pero producen pesos”.
Cuesta admitir que la problemática viene de décadas y sin embargo no se encontró la solución adecuada para revertirla y superarla. Con crear comisiones (la última fue la de Competitividad del sector) si no se resuelve la relación de los costos con la rentabilidad, el panorama seguirá indefinido. La cadena láctea tiene defectos que nunca fueron analizados a fondo.
Finalmente, hace horas, el diputado nacional Luis Contigiani, exministro de la Producción de nuestra provincia, presentó un proyecto para declarar la emergencia en el sector lechero. La iniciativa propone establecer mecanismos de regulación dentro de la cadena, crear un fondo anticíclico y disponer financiamiento adecuado para sostener la actividad de los tamberos. Todas buenas intenciones.