Gabriel Rossini | [email protected]
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El 3,7 por ciento de inflación que el Indec midió para el mes de junio es el más alto desde que el presidente Mauricio Macri asumió la presidencia y sumó más del 110 por ciento desde diciembre de 2015, lo que convierte a Argentina en uno de los países con mayor inflación del mundo, en el límite de los hiperinflacionarios.
De acuerdo con los datos publicados por el organismo estadístico, los mayores aumentos se dieron en el sector de los alimentos y el transporte, que es lo mismo que decir en los consumos de los que nadie puede prescindir, lo que hace que el impacto sea mayor en los sectores de menores ingresos.
En línea con la nacional, el Ipec santafesino midió para la provincia 3,7 % en junio, 16,9 % en el semestre y 29,4 % en los últimos doce meses.
Las expectativas para julio tampoco son buenas por varias razones, entre otras, porque la inflación mayorista en el primer semestre fue del 30,3 %, lo que quiere decir que aún hay un tercio del aumento que no fue trasladado a precios minoristas y porque tampoco fue trasladado al consumidor final toda la devaluación del peso.
El último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que compila y difunde el Banco Central, estima un 2 por ciento mensual en el segundo semestre, aunque todos sus pronósticos se quedaron cortos, y el economista Juan Carlos de Pablo cree que de mantenerse las tasas de interés en torno al 40 por ciento la inflación de 2018 será del 40 por ciento.
La alta inflación es un problema que tiene muchos años en el país y admite múltiples causas, además de una explicación por economista. Se trata de un problema económico pero además político porque fue utilizado como una herramienta para resolver los problemas fiscales y de deuda, deprimir salarios y “mejorar la competitividad” de los sectores vinculados a la exportación. Lo que ningún gobierno hizo, al menos no hay registros de eso, es decir que era fácil de arreglar apenas asumía el cargo.
El problema del gobierno, uno de ellos, es que la gente empezó a disociar su percepción de la realidad con las palabras de los funcionarios. Los distintos discursos oficiales -desde el de la transparencia y eficiencia en la gestión hasta el de las inversiones (que siempre están por venir)- empiezan a entrarle por una oreja y salirle por la otra a quienes los escuchan cada vez menos. Las tres veces que el presidente dijo públicamente “lo peor ya pasó” la realidad se encargó de rebatirlo poco tiempo después.
En la conferencia de prensa de la semana que pasó, el presidente aseguró que el año próximo la inflación bajará 10 puntos sin decir cómo y sin tener en cuenta que su gobierno no acertó ningún pronóstico. También le echó la culpa a problemas heredados desde hace 70 años aunque sólo nombró al cepo, el atraso del precio de las tarifas y la situación externa. Ninguna responsabilidad propia. Prometió además medio millón de puestos de trabajo en Vaca Muerta -de darse al menos tendría que duplicarse la población de Neuquén- cuando los datos oficiales muestran que la industria petrolera perdió en esa provincia 2.313 empleos respecto de 2015.
El último informe del Centro Comercial de Santa Fe indica que el 72,6% de los comercios locales declararon disminuciones en sus ventas, mientras sólo un 9,2% reconoció incrementos, y un 18,2% sin variaciones. No es menor el dato que en ese mes se festejó el Día del Padre. La mayoría (el 57,6%) cree que la situación se mantendrá y sólo el 1 de cada cuatro de los consultados se manifestó optimista.
En tanto, la Unión Industrial Argentina informó que la actividad industrial cayó en mayo el 1,9 por ciento en términos interanuales con una fuerte desaceleración en ramas asociadas a la construcción, en la agroindustria, el incremento del costo financiero y un menor dinamismo del mercado interno. Junio muestra que el freno continúa en los despachos de cemento (-2,8%) , insumos para la construcción (-5,4%) y la producción automotriz (-13,4%).
Los datos estadísticos muestran la reducción de todos los índices de la economía, que seguirán deteriorándose en el segundo semestre y se verán reflejados en un aumento del desempleo y la pobreza. Sin un plan económico que priorice la producción por sobre la especulación financiera, las cosas empeorarán. Y de nada servirá hacer política con la cantidad de gente que se va de vacaciones de invierno para mostrar que el país anda bien. Es un truco que inventaron los militares hace 40 años, todos los gobiernos usaron y a nadie le sirvió.