El Litoral
La comisión independiente de derechos humanos del país vaticina que las elecciones serán las "más sucias" en la historia.
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Cama, silla, mesa, ventilador, televisor y acceso a los diarios: Nawaz Sharif, uno de los políticos más poderosos de Pakistán, deberá seguir las elecciones parlamentarias del miércoles en este ambiente modesto. Desde hace una semana, el ex primer ministro se encuentra en una cárcel de alta seguridad en Rawalpindi, aunque podría ser trasladado a un hospital por sus problemas de salud. Que haya terminado en prisión es una de las sorpresas más grandes del periodo previo a las elecciones, aunque no la única.
La elección del 25 de julio debería ser, en realidad, motivo de alegría. En este Estado frágil, donde los militares asumieron durante décadas más de una vez el poder, sería la segunda vez en que un Gobierno civil puede traspasar el mando a otro tras un periodo legislativo completo y a través de elecciones democráticas. Sin embargo, durante la campaña se desvanecieron las esperanzas de un fortalecimiento de la democracia.
Defensores de los derechos humanos, políticos y observadores acusan a los militares de manipular el camino hacia las urnas, los políticos se sienten intimidados, los periodistas se quejan de dificultades. En varios lugares era imposible de conseguir de repente el diario más antiguo del país, "Dawn". El relativamente independiente gran canal Geo TV desapareció durante largo tiempo de la grilla de programación en varias partes. Una columnista que advirtió públicamente sobre la enorme influencia del Ejército y los servicios secretos fue secuestrada durante un breve periodo.
La comisión independiente de derechos humanos del país vaticina que las elecciones serán las "más sucias" en la historia.
En realidad, los comicios eran considerados una carrera segura para el PML-N, el partido del detenido Nawaz Sharif. Durante meses lideró las encuestas con más de diez puntos porcentuales.
Pero entonces comenzaron una serie de ataques. Los tribunales prohibieron a importantes miembros dek PML-N las actividades políticas o participar en las elecciones. Ya el año pasado, el tribunal superior del país había acusado a Nawaz Sharif de corrupción y lo había relevado del cargo de primer ministro. Este año se emitió en su contra una prohibición de hacer política de por vida y hace dos semanas fue condenado a diez años de prisión por corrupción.
Algunas personas ven en estas condenas importantes pasos para combatir la corrupción. Otras creen que son intentos de los poderosos militares de sabotear las elecciones tras bambalinas con sus maniobras. Sharif y los militares están enfrentados desde hace tiempo, sobre todo en lo que atañe a la política exterior y de seguridad del país.
En comparación, el competidor más fuerte del PML-N, el partido PTI de la ex estrella del críquet Imran Khan, pudo llevar adelante una campaña relativamente tranquila, aunque también es acusado de corrupción. Los analistas afirman que Khan es el candidato preferido de los militares. De acuerdo con las encuestas, el PTI ha ido aumentado en las preferencias, aunque el poder de atracción de Khan se ha ido reduciendo. El PTI absorbió en los últimos meses a influyentes políticos del PML-N. Algunos de ellos están también involucrados en hechos de corrupción.
También preocupa que de repente se presenten una serie de agrupaciones islamistas como partidos a las elecciones. Uno de esos partidos es liderado por un clérigo por cuya cabeza Estados Unidos ofrece diez millones de dólares. Al parecer, está detrás de una serie de atentados con bomba en la ciudad india de Mumbai en 2008. Otro candidato es un extremista religioso cuyos seguidores bloquearon durante semanas una gran calle en la capital, Islamabad, para manifestarse a favor de la controvertida ley de blasfemia, que prohibe y castiga la blasfemia contra el Islam.
Islamistas radicales atacaron también varios eventos electorales. Más de 175 personas murieron en tres atentados en el lapso de siete días. El reciente atentado suicida contra un acto en la provincia de Baluchistán, en el sur, con más de 140 muertos, fue uno de los más graves de los últimos años. Analistas señalaron que los atentados tuvieron por objetivo partidos que son considerados por lo general críticos con los militares.
Irónicamente, los militares siguen siendo a pesar de todas las acusaciones una instancia central para la organización de las elecciones. Por pedido de la comisión electoral, desplegarán a más de 370.000 efectivos para asegurar los locales electorales.
dpa