Federico Aguer
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El tema de los desechos en la producción animal impone una agenda que comprometa al sector público y al privado a trabajar en el desarrollo de Buenas Prácticas Agrícolas y en un marco legal superador.
Federico Aguer
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Se dice que los primeros y verdaderos ambientalistas son los productores, quienes viven de verdad en el campo, en contacto con los animales, los cultivos y el clima. Pese a todo lo que falta, ese dato se confirma en la innumerable cantidad de trabajos científicos de extensión y a campo relacionados con una producción más sustentable. Esta palabra ya dejó de ser una expresión de deseo para transformarse en un imperativo que comienza a regir cada vez más el quehacer cotidiano de todo el sistema productivo.
Campolitoral viene reflejando esta tendencia. Hoy, con un informe central ligado al reaprovechamiento de los desechos porcinos para generar luz para una localidad. Pero también lo hemos hecho contando el caso de los tambos de Cristophersen y sus biodigestores; con las Buenas Prácticas Agrícolas y su innovadora Red; con los drones con trampas para usar menos agroquímicos; con el enorme avance registrado en las políticas oficiales en materia de energías renovables en Santa Fe, o del reciente documento interministerial a nivel nacional para aplicación de fitosanitarios. Inclusive reflejando los pasos de la agroecología como herramienta productiva para los cordones periurbanos.
El tema de los desechos animales, afuera del reclamo ambientalista, lidera hoy la agenda del sector productivo. En este sentido, subyace la intención de ponerse al día respecto de otros países, en virtud de un mandato de producción saludable para nosotros, primero; de superación de futuras barreras de los mercados externos, luego; y finalmente, de la imposición de un marco legal superador.