María del Pilar Barenghi
María del Pilar Barenghi
Pidamos auxilio a la metáfora: un río (nuestro cercano Paraná, ¿por qué no?) con sus afluentes que aportan caudal pero delegan protagonismo, porque, naturalmente, el rol principal lo detenta el cauce mayor por ser colector de aguas. No obstante, si realizáramos un análisis genético de la corriente que se derrama en la desembocadura, detectaríamos el ADN de las aguas accesorias que lo componen. Así, de esta forma visualizamos la tradición literaria. No hablamos de la tradición de un determinado espacio cultural o la de un tiempo acotado. Hablamos de todos los textos, de todos sus autores, de todos los lectores. Un enjambre de “ustedes”, “nosotros”, “ellos” que bajo la figura de objetos y sujetos literarios conviven ligados a una narrativa atemporal y no cesan de preguntarse, responder, acordar y disentir. Dialogismo llamó Mijail Bajtin (1895-1975) a esta capacidad del texto de ligarse y relacionarse a sus ancestros. Bajtin es conocido por sus estudios literarios pero es la semiótica la plataforma desde la que examina el texto y el discurso. En la actualidad, existe consenso entre los teóricos de la literatura en aceptar que el germen de lo que hoy se denomina intertextualidadse halla en la noción de dialoguismo que aflora en la obra de M. Bajtin. Con él se inicia la reflexión respecto de esta categoría decisiva en el análisis textual. El nuevo término surge con Julia Kristeva (1941-) y Z. Todorov (1939-2017) quienes interpretan y adaptan el vocablo dialoguismo acuñado por Bajtin, pero no se apartan de él. La intertextualidad, ya constituida en noción clave de la teoría literaria es además fundante, dado que legitima la interacción vital entre distintos textos y deja a salvo la creación bien intencionada de toda sospecha de plagio o reiteración viciada.
Escribir no es tarea llevada a cabo en soledad aséptica. Tampoco es inocente. Se escribe sobre lo escrito. Se piensa desde el horizonte de lo ya pensado. Y de esta forma ningún enunciado será atribuido a un único polo emisor, sino que será un producto social que muestra el resultado de una interacción conjunta de los participantes. Gerard Genette (1930-2018) nos remite a la noción de intertextualidad con el término palimpsesto aludiendo a la capacidad del texto de imitar los antiguos pergaminos que, raspado mediante, permitían asentar en su superficie sucesivas capas de caracteres escritos. Bastaba observarlos al sesgo para detectar la huella de los anteriores registros. A eso nos referimos cuando afirmamos que se escribe sobre lo ya escrito. La escritura revela en cada línea los rastros de textos preexistentes y de lecturas previas que son patrimonio de la humanidad. En el momento de escribir no estamos solos. Nos acompañan los que antes lo hicieron y, seguramente, al leer sentimos la presencia de quienes antes leyeron. El río nace en los montes, recorre praderas, se derrama en el mar. La tradición literaria - y su polifonía- es también una corriente incesante que atraviesa tiempo y espacio. Y como el Paraná, recibe el tributo de innegables cauces que la constituyen en voz universal y celebran su naturaleza.
No hablamos de la tradición de un determinado espacio cultural o la de un tiempo acotado. Hablamos de todos los textos, de todos sus autores, de todos los lectores. Un enjambre de “ustedes”, “nosotros”, “ellos” que bajo la figura de objetos y sujetos literarios conviven ligados a una narrativa atemporal y no cesan de preguntarse, responder, acordar y disentir.