Ignacio Andrés Amarillo
La banda indie pop, de gran ascenso en los últimos años, llegará a Santa Fe para presentar “Bach” (su último disco) en el marco del Harlem Festival.
Ignacio Andrés Amarillo
Bándalos Chinos se encuentra presentando su disco más arriesgado, simple y sincero: “Bach”. El nombre es un acrónimo derivado del nombre del grupo, que también se convirtió en un código de complicidad con sus seguidores. El disco está compuesto por once canciones grabadas con un sonido orgánico y retro, por momentos yendo a lo bailable y hasta lúdico, pero también incursionando en terrenos más introspectivos.
Como adelantos de este nuevo trabajo, el sexteto oriundo de Béccar (Goyo Degano en voz y teclados, Tomás Verduga en guitarra y coros, Iñaki Colombo en guitarra, Nicolás “Lobo” Rodríguez en bajo, Matías Verduga en batería y Salvador Colombo en sintetizadores) dio a conocer los singles “Vámonos de Viaje” y “Demasiado” que cuenta con un videoclip filmado por Tomás Terzano.
De la mano de este material llegarán para presentarse en Santa Fe en octubre, en el marco del Harlem Festival. Por ese motivo, El Litoral aprovechó para profundizar junto a Salvador sobre el presente y las novedades de la banda.
Cambios
—Este es el cuarto material del grupo, y el primero después del despegue que tuvieron en el último par de años. ¿Pesaron algunas expectativas a la hora de arrancar a producirlo?
—Fue algo de lo que se habló mientras hacíamos el disco, porque los dos trabajos anteriores eran como de una onda más electrónica quizás, quizás más pesadita y un poco más hecha en la compu. Entonces lo que quisimos hacer en este fue directamente un borrón y cuenta nueva en cuanto a la producción y a la elección de los temas que íbamos a grabar. En vez de ir tanto por una producción de compu o de laboratorio la hicimos más a la vieja usanza: grabando en vivo las bases...
—Más orgánico todo.
—Exacto. Teníamos un poco de incertidumbre de cómo lo iba a recibir la gente o la prensa, porque quizás esperaban otra cosa. La expectativa que tenía quizás era otra, pero me parece que superó todo a fuerza de contenido.
—Por un lado hay un cambio en las letras, más directas, y también en el sonido, que es como más relajado, más cool.
—Totalmente. El que lo produjo fue Adán Jodorowsky, es un tipo que teníamos re fichado porque nos encanta todo el laburo que hizo con otros artistas, lo mismo que su proyecto solista. Él tiene una cosa bastante orgánica pero no deja de ser moderno; aunque hay un montón de guiños a canciones o a épocas determinadas, como los ’70 o los ’80.
—Hay cosas muy ’80, en las teclas.
—De hecho veníamos usando un montón de sintes, lo que más usamos fueron teclados. Hubo poca electrónica en todo. La elección fue bastante deliberada: queríamos algo más orgánico y más natural, y nos pareció que Adán era la persona indicada para ir a grabarlo a este estudio increíble (Sonic Ranch, en Texas) que tiene instrumentos viejísimos y hermosos. Y así salió.
Creación
—Ir a Sonic Ranch implica ir a encerrarse un mes en ese complejo donde se vive y se come. ¿Cómo vivieron esa experiencia de estar 24 por 7 ahí adentro?
—La verdad es que fue increíble, casi una experiencia onírica.Pienso y me acuerdo de los momentos, pero parece un sueño: me acuerdo todo si me pongo a pensarlo, pero está y no está. Fue como una especie de lapsus en el tiempo. Estar solos tanto tiempo juntos nunca había pasado: en todos los años que nos conocemos nunca habíamos estados los seis solos durante un mes. Fue increíble la convivencia, la química que tuvimos entre nosotros, con el productor y toda la gente que laburó ahí.
Estuvo muy bueno también que tuvimos cuartos separados: es como un campo increíble con un montón de cuartos, uno en cada uno, entonces aunque sucedían rispideces durante el día (como es normal), después cada uno se iba a su cuarto y al otro día se empezaba de nuevo.
—Recién hablabas de las canciones. ¿Cómo fueron saliendo? ¿A lo largo del tiempo o en un momento de sentarse para pensar el disco?
—La verdad es que tuvimos un par de años bastante agitados en cuanto a fechas y giras por el país; pero siempre estuvimos inquietos y siempre hay un montón de juegos en los ensayos. Estuvimos dos semanas en Córdoba a mediados del año pasado en donde ya estábamos planteando ideas para este disco. Yo tenía bastantes ideas de hace dos años, que terminaron siendo la base compositiva de este disco. A la hora de elegir las canciones para este disco, a finales del año pasado, las fuimos poniendo en la balanza en base a la producción que íbamos a hacer y cómo iba a ser la forma de laburar, y elegimos muchas de esas ideas. Pero obviamente después el proceso de cerrar los temas fue muy grupal, incluso en las letras: uno hacía la bajada de la letra y entre todos íbamos arreglándola y viendo para dónde iba mejor. Cada uno le ponía su propia impronta.
Ascenso
—La banda lleva casi diez años, pero empezaron a tener un pico de visibilidad en festivales y ciclos en los últimos dos o tres años. ¿Cómo los agarró este momento, a nivel humano y demás?
—Es como una banda de colegio, casi. Yo entré hace casi cuatro años, pero somos dos pares de hermanos, entonces siempre fueron los chicos del colegio que siempre tuvieron una banda, los chicos cool. Empezó algo así, como una joda entre amigos del colegio que, en base al laburo y a tomárselo más en serio hace un par de años, de repente se puso más picante la cosa.
Tampoco es algo que pudimos controlar, se dio naturalmente. Una vez que empiezan a pasar cosas, tanto en los ensayos como en los shows, la energía se renueva todo el tiempo. Los últimos tres años fueron cada uno el mejor año de la banda. Me imagino que 2015 fue el mejor año de la banda, pero 2016 fue mejor, y cada uno fue superando nuestras propias expectativas: eso también es como un boost energético muy increíble: al menos nosotros no podemos creerlo, es como un sueño.
Obviamente, también hay un montón de realidades de laburo que las consolidamos y las buscamos, hay un equipo atrás de todo esto: el manager, Kevin Stabholz, el jefe de técnica, Pato Spadaro, y todos nosotros que nos fuimos adecuando a este proyecto que es mucho más grande de lo que pensamos. Es una banda muy hermana y del trabajo en equipo. Estamos tranquilos y contentos.
Camino propio
—Son una banda de la era posdiscográfica, donde el camino del crecimiento de las bandas no es tan claro. ¿Para dónde crece Bándalos Chinos?
—La verdad es que acá en la Argentina nos encanta ser independientes, porque no hay manuales en la independencia. Te va mejor en un lugar que en otro, entonces ponés las pilas ahí. Bandas que marcaron este camino Como Él Mató (a un Policía Motorizado), Los Espíritus, incluso previamente los Redondos, que fueron sorteando y tomando decisiones propias, como dejar de tocar en Capital (bueno, eso lo hizo el Indio).
Hay en la Argentina una industria en decaída, te das cuentas por cosas que salen. Tampoco quiero tirar un palo contra la industria, porque es necesaria. Pero creo que las cosas más importantes a nivel cultural están por afuera de eso, y en la Argentina es la manera de hacerlo.
Después todo lo que sea internacional depende del lugar. Ahora estamos con una discográfica mexicana, allá funciona de otra forma: hay un mercado mucho más grande y funciona bien, y hay plata para ponerles a los artistas nuevos, hay desarrollo, cosa que acá ya no sucede. Acá la independencia es el camino para nosotros, afuera veremos.