Danilo Chiapello | [email protected]
Familiares y vecinos del chico asesinado el domingo aseguran que los tiroteos ocurren a toda hora. Reclamos por la inacción policial.
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Lucas Casco (16) jamás imaginó que ese partido de fútbol con sus amigos, en el anochecer del domingo, iba a ser su última acción en vida.
El lugar del encuentro fue el mismo de siempre; la canchita de fútbol de la plaza Arenales, la que con su reluciente césped sintético, es motivo de orgullo para los “futboleros” del barrio.
Nada hacía presumir una tragedia. Sin embargo pasó. Y lo que es peor... frente a las puertas de la subcomisaría 2da.
Desde un vehículo
Eran las 20,30 y el grupo de adolescentes (entre ellos Lucas) se encontraba en la plaza. Algunos jugaban al futbol y otros conversaban a un costado.
De repente un vehículo que se aproxima lentamente. Las versiones de los lugareños indican que era una camioneta Duster, de color gris.
Una vez que el rodado se detuvo, desciende un muchacho portando un arma de fuego el que, sin más, comienza a efectuar disparos. Locura total
Varios de los proyectiles impactaron en el cuerpo de Lucas que cayó al suelo, ya herido de muerte. Dos de los balazos lo impactaron de lleno en su cabeza. Además tenía otros impactos en el pecho y en un brazo.
Otro joven llamado Marcelo, también de 16 años, resultó con una herida de bala en una de sus piernas.
Concretada la criminal acción, su autor se introdujo en la camioneta que se alejó de la zona a toda velocidad.
“Cuerpo a tierra”
El ataque provocó una crisis de pánico en el resto de los chicos que permanecían tirados “cuerpo a tierra”.
Así y todo se incorporaron y fueron en auxilio de los heridos. Claro que, por la gravedad de su estado, todos se abocaron de inmediato a Lucas.
Durante más de 20 minutos el adolescente permaneció tirado en el lugar, mientras sus compañeros pedían auxilio desesperados. En este punto los reclamos apuntan hacia los agentes de la subcomisaría 2da. porque semejante drama estaba aconteciendo frente a sus narices.
Fue en esos momentos que apareció en escena una camioneta policial, la que fue interceptada por los jóvenes. Tras narrar lo ocurrido a los uniformados, los chicos depositaron el cuerpo de Lucas en el patrullero que salió en dirección al hospital Cullen. Finalmente, tras cuatro horas de agonía, se produjo su fallecimiento.
Dolor e indignación
Los restos mortales de Lucas eran velados la mañana del martes en su domicilio materno.
Familiares, amigos y vecinos de la víctima se veían atravesados por el dolor aunque también indignados por lo sucedido.
* “Así no se puede seguir más. Uno como padre tiene la obligación de cuidar a su hijo. Pero nunca podes prever que un loco va a aparecer armado en una plaza y comenzar a los tiros”, dijo una mujer.
* “Lo peor de todo es que esto pasó frente a la comisaría del barrio y no hicieron nada. Mientras duró el ataque y en los momentos posteriores, jamás se asomaron ni a la puerta. Ni siquiera se presentaron para ayudar”, se quejaron.
* Acá los tiroteos se suceden a toda hora y en cualquier parte. Es tremendo lo que tenemos que sufrir cuando los chicos entran o salen de la escuela. No sé qué están esperando para hacer algo. Por favor que pongan cámaras y que hagan más inteligencia. Ellos (por la policía) saben muy bien quienes son los que andan a los tiros”, cerraron.