Ignacio Andrés Amarillo
Uno de los protagonista de lo que fue la Nueva Trova Rosarina vuelve en formación de cuarteto para mostrar canciones de su último disco, composiciones inéditas y clásicos. De la mano de El Litoral, el cantautor desanda aquí vida, obras y experiencias.
Ignacio Andrés Amarillo
Acunado en la alguna vez llamada Nueva Trova Rosarina, Jorge Fandermole es uno de los autores que más ha conmovido en los últimos años el cancionero argentino. El próximo viernes desde las 21, en el Teatro Municipal 1º de Mayo (San Martín 2020) se presentará junto a Marcelo Stenta -en guitarras-, Fernando Silva -en bajo y violoncello- y Juancho Perone -en percusión-, en un espectáculo que combina canciones de “Fander”, su disco doble de 2104, composiciones inéditas y clásicos de su autoría.
Antes de esta nueva venida, El Litoral se contactó con el artista para adentrarse en sus más recientes canciones, sus clásicos y sus vivencias.
—Venís en cuarteto con Marcelo Stenta, Fernando Silva y Juancho Perone. ¿Qué soporte te da esa formación, estando acostumbrado a tocar solo o en dúo?
—La formación en cuarteto viene en realidad funcionando desde la presentación del último disco en 2014, de modo que es un formato muy experimentado a pesar de que se haya, efectivamente, alternado con el del solista o a dúo; creo que el aporte viene dado por la extraordinaria musicalidad de estos compañeros y por supuesto por el singular aporte tímbrico y la diversidad que cada uno incorpora, pues Marcelo toca guitarra clásica y eléctrica; Fernando, el bajo y también el cello y Juancho, una percusión de color muy variado. Pero lo más importante es sin duda el compromiso que ellos ponen en su trabajo y la potencia y alegría que le dan a la propuesta.
Alma fluvial
—Con canciones como “Yarará”, “Chamarrón de proa”, “Agua dulce”, “La Rosa Díaz” y “El viejo y el río”, “Fander” es uno de tus materiales más “fluviales”. ¿Qué te fue acercando más de la temática urbana a tanta, ribera?
—Estoy convencido de que en un cancionero o en un repertorio hay mucho de universal, pero que igualmente se evidencian allí paisajes y experiencias propias del origen y la vida del que compone la obra. Personalmente, tengo una experiencia anclada más en el universo rural, fluvial y costero que en el urbano; nací, crecí y vivo a orillas de algún río. De modo que me son conocidas y familiares sus labores, su imaginario y su dinámica. Quienes vivimos y conocemos esos espacios estamos al tanto de sus cambios, sus permanencias y sus crisis, desde la alternancia de crecientes y bajantes hasta el modo en que van evolucionando los trabajos vinculados con ese ambiente.
—Publicaste “Corazón de bombisto” cuando Raúl Carnota todavía vivía. ¿Sentiste que ya se estaba yendo cuando la escribías?
—No, no lo creo, al menos no conscientemente. En todo caso, la mención de algún posible final tiene más que ver con la aceptación de esas experiencias finales y sus enseñanzas que con la previsión de su partida.
—Además de Carnota, hay dedicatorias a artistas mesopotámicos como Chacho Muller, Aníbal Sampayo y Miguel “Zurdo” Martínez. ¿Qué otros artistas han marcado tus diferentes etapas artísticas?
—Todo lo que he recibido es muy amplio y abundante, desde las músicas de otros pares, antecesores y contemporáneos, hasta las materias vinculadas con el conocimiento del mundo físico y biológico cursadas en Agronomía, o la poesía cuya lectura no abandono. Los cancioneros antecedentes son sin duda muy influyentes y pasan por el tango y el folclore pero también por el rock y el pop argentinos y de otras partes. No soy un erudito ni un persistente escucha pero sería muy injusto que mencionara a unos cuantos cuando en realidad la influencias son interminables y continuarán siéndolo hasta el último día.
—“Fander” es de 2014. ¿Hay canciones como para pensar en un próximo disco?
—Sí, las hay, y creo que traigo un considerable retraso en encarar este proyecto, pero me parece que hay suficientes y muy graves aspectos críticos en el entorno como para justificar cualquier dilación.
Camino propio
—Hace 16 años que te confirmaste como artista independiente, y a la vez trabajando con el sello paranaense Shagrada Medra (creado por Carlos “Negro” Aguirre). ¿Cómo viviste ese tránsito, y cómo es sostener esa actividad en la actualidad?
—La independencia consiste en la posibilidad de encarar la producción discográfica y los diversos modos de gestión del trabajo en vivo de un modo integral y asumiendo los riesgos económicos, técnicos y laborales inherentes en forma integral. Esa posibilidad, compartida actualmente por una infinidad de músicos de diferentes regiones de nuestro país, surgió de la necesidad de dar respuesta a la dificultad de producción y edición asociada a las grandes discográficas a fines de los ’80 y ’90. Afortunadamente, el sello Shagrada Medra compartió desde su inicio inquietudes similares dada su condición de sello alternativo en cuanto a tener una visión artística y estética prevaleciente por sobre los intereses habituales de un mercado.
Todos estamos sufriendo en la actualidad la crisis que proponen los cambios originados en nuevas modalidades de transmisión de música por los soportes virtuales en desmedro de los formatos físicos y con una inherente crisis de percepción y de relaciones estético-mercantiles. Es probable que los periféricos seamos los últimos en abandonar el formato físico del CD porque tal vez seamos quienes estamos conectados con franjas también periféricas de escuchas que siguen prefiriendo esa presencia física del disco y los librillos con letras, etc.
—¿Cuánto más difícil se hace para los artistas que, como vos, no se encasillan en los géneros?
—Entiendo que cada época tiene sus estándares, sus preferencias, en fin, sus paradigmas dominantes y que tal vez la supervivencia consista en ponerse a tono con los tiempos. También entiendo que esa capacidad de adaptación no es la misma en todos. No puedo cuantificar la incidencia de esta heterogeneidad que se me atribuye, pero sin duda lo que no puede clasificarse aumenta la dificultad de ser aceptado. Es tarde para preocuparse.
—“Oración del remanso” debe ser el último gran clásico del folclore argentino, interpretado por una miríada de artistas. ¿Cómo se vive esa trascendencia del autor con una canción que va más allá de uno?
—Me siento muy orgulloso por este fenómeno y al mismo tiempo me sigue sorprendiendo porque no logro comprender cuáles son los reales elementos que justifican esta diferenciación. Un compositor pone la misma energía y cuidado en todo lo que hace, pero de repente una pequeña obra emerge y se extiende mientras las otras no lo hacen. Por supuesto, me alegra suponer que alguna vez alguien la cantará y el autor se habrá borrado, y a lo sumo será apenas un nombre que no dirá nada. Mi inmensa gratitud a los intérpretes, que son quiénes la llevan por ahí.
Trascendencia
—Sos docente en la Escuela Municipal de Música J. B. Massa. ¿Cómo compatibilizás esa tarea con tu actividad musical, y qué le devuelve el docente al músico en ese proceso?
—Me gusta la docencia porque hace que uno conserve la agilidad, el interés, y no sólo lo conserve sino también lo renueve. Cada ciclo una cantidad de gente trae sus inquietudes e intereses, sus conocimientos y sus cuestiones y lo pone a uno atento a sus propios saberes y deficiencias. Creo que uno recibe algo imponderable que le otorga nueva vitalidad.
—¿De dónde se saca la inspiración para seguir escribiendo, más allá del paso del tiempo y el cambio de las circunstancias vitales?
—Una gran parte de esa energía viene de quienes comparten tu proyecto, otros de los que te invitan a participar del propio. Pero además, cada vez que uno siente cierta emoción por la labor de otro músico, una canción, un disco nuevo que recién descubre y le gusta, cualquier experiencia que conmueva, es transformadora y casi puede decirse que ese que se ha transformado viene con un poquito más. Tengo también la certeza de que haber compartido muchos proyectos diferentes con muchos músicos me ha revitalizado en cada caso.
—¿De dónde se saca la inspiración para seguir escribiendo, más allá del paso del tiempo y el cambio de las circunstancias vitales?
—Ése es el problema: que no se puede estar más allá del paso del tiempo y del cambio de las circunstancias vitales; en todo caso convendrá que uno amplíe su visión, tenga claro quién es, qué es y cuál es su propósito, y si distingue cuáles son las cosas que lo maravillan, que de ningún modo provienen de una especialización sino de una idea universal y abarcadora, siga intentando encontrar en este oficio aquellas experiencias que lo hicieron feliz y lograron que algún otro lo sea.
—¿Sentís que te quedan cosas pendientes en tu carrera?
—Probablemente la idea de lo pendiente sea uno de los motores importantes como para que se permanezca lúcido y entusiasmado. Yo tengo, afortunadamente, muchas cosas pendientes...
Localidades
Las entradas están disponibles en la boletería del Teatro a los siguientes valores: generales 0, tertulias 0, plateas y palcos 0 (hasta el jueves a 0).