Germán de los Santos | [email protected]
Entre las hipótesis que analiza la Fiscalía figura que Andrés Lamboy fue testigo en la causa de contrabando de efedrina. Su estado de salud sigue siendo crítico. Recibió nueve disparos
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Andrés Lamboy, el abogado y empresario baleado el martes frente al colegio San Bartolomé, en el barrio de Fisherton, en Rosario, continúa en estado crítico, luego de ser intervenido quirúrgicamente durante más de ocho horas en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca).
La investigación del Ministerio Público de la Acusación de Rosario mantiene varias hipótesis con la seguridad de que a Lamboy fueron a matarlo dos sicarios. Entre esas líneas de la pesquisa asoma entre las principales que este empresario de 45 años fue testigo en la causa de contrabando de efedrina en la que fue condenado Mario Segovia a 16 años de prisión. Lamboy figuró como director del depósito fiscal Sadock hasta 2007, y testificó que ocupaba ese cargo debido a su parentesco con Rubén Galvarini, su ex suegro, que era el presidente. Desde ese depósito en Barracas, Buenos Aires, se realizó el contrabando de 294 kilos de efedrina a México.
Parte médico
El abogado sufrió nueve impactos de bala calibre 9 milímetros en las piernas, abdomen y tórax. Los disparos perforaron el estómago y la vejiga de la víctima. El subdirector del Heca, Germán Camiletti, explicó que “es un paciente internado en un área crítica que es terapia intensiva. Su evolución es estable”. Según el médico, Lamboy continúa con asistencia respiratoria.
El ataque contra Lamboy se produjo en Wilde 1200, en el barrio de Fisherton. Allí está ubicado el colegio San Bartolomé, donde dejó a uno de sus hijos, poco después de las 7.40. El abogado y empresario vive en el country Kentucky, ubicado a la vera de la autopista Rosario-Córdoba, a la altura de la localidad de Roldán.
En 2008 Mario Segovia llevaba sus hijos a la sede del centro de Rosario del colegio San Bartolomé con su Roll Royce Phantom y vivía en una mansión en Fisherton, frente al golf. De esa zona también es oriundo Galvarini, ex suegro de Lamboy.
Encapuchados
Luego de dejar a los chicos en el colegio, Lamboy fue al bar de un club de un rugby a desayunar con los padres de compañeros de su hijo, y poco después de las 8.15 se encaminó hacia su camioneta Dodge RAM.
En ese momento fue interceptado por dos hombres que se bajaron de un Gol Trend azul, con vidrios polarizados, que comenzaron a dispararle. Algunos testigos señalaron que estaban con el rostro cubierto. Con sus armas 9 milímetros los atacantes hicieron más de 25 detonaciones.
Lamboy quedó tendido en la vereda, a unos pocos metros del colegio, con múltiples heridas de bala en las piernas, tórax y el abdomen. Vecinos de la zona llamaron al 911 y una ambulancia del Sies rasladó al abogado al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, donde fue operado tres veces al mediodía y durante la tarde. Los médicos del hospital señalaron que llegó consciente y que su estado era reservado por las serias heridas de bala que recibió.
Después del ataque, los sicarios huyeron por calle Wilde hacia el sur. La policía recolectó en el lugar 20 vainas calibre 9 milímetros. En un primer momento, los investigadores pensaron que los atacantes usaron un calibre mayor 11.25 pero después se descartó.
Los investigadores esperaban la evolución de su estado de salud para poder hablar con la familia de la víctima. Entre sus actividades empresariales se empezó a indagar en las inversiones inmobiliarias y en los préstamos de dinero en efectivo.
El rey de la efedrina
El desafío de la pesquisa era intentar determinar ahora cuál es el nexo entre la ejecución de Lamboy y la situación de Mario Segovia. El “rey de la efedrina”, según se sospecha, traficó más de 5000 kilos de esa sustancia.
Cuando fue detenido en 2008, en su casa de Fisherton, cerca de donde ocurrió el atentado a Lamboy, Segovia usaba la identidad falsa de Héctor Benítez, un preso que purgaba condena en Sierra Chica desde 2003.
A su nombre abrió un laboratorio con el cual, según la investigación, proveía a los carteles mexicanos -y también, presumiblemente, a una cocina de drogas sintéticas que funcionaba a todo vapor en una casaquinta de Ingeniero Maschwitz. El juez en lo penal económico porteño Marcelo Aguinsky lo envió a juicio oral y público a instancias de una denuncia presentada por la Aduana, organismo dependiente de la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip).
Segovia era socio de Juan Jesús Martínez Espinoza, mexicano responsable de la quinta de Maschwitz, con contactos con Sebastián Forza, una de las tres víctimas del Triple Crimen de General Rodríguez. Y también estaba asociado a Galvarini, que figuraba como presidente de Sadocks.