Rubén Sánchez / [email protected]
La periodista y referente feminista dialogó con El Litoral en su visita a Santa Fe, para presentar su libro “Putita golosa: por un feminismo del goce”.
Rubén Sánchez / [email protected]
Luciana Peker es periodista especializada en género, con más de 20 años de trayectoria. Forma parte del equipo del suplemento “Las 12” del diario Página 12, y es colaboradora en medios escritos (desde Revista Anfibia hasta el New York Times), así como experiencia en medios radiofónicos (Radio Nacional) y audiovisuales (Canal 26 y CN23). Recibió el premio “La mujer destacada de la década”, junto a otras 32 mujeres argentinas, por el Instituto Federal de Políticas Públicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Sus publicaciones y constantes manifestaciones a favor del aborto legal la convirtieron en una referente del feminismo a nivel nacional, al que le otorgó la hoy masificada denominación de “la revolución de las hijas”. Inclusive tuvo voz en las audiencias de la Cámara de Diputados, previas al debate en el recinto.
Peker visitó nuestra ciudad en el marco de la Feria del Libro, para la presentación de su segundo libro (el primero es “La revolución de las mujeres no era una píldora”) “Putita Golosa: por un feminismo del goce”, que fue de las más multitudinarias en el evento. Minutos antes de que esto ocurriese, dialogó con El Litoral.
Voz sin voto
—¿Por qué el movimiento feminista y su lucha por el aborto legal se trata de “La revolución de las hijas?”
—Lo que pasó con el proyecto de ley IVE es una crisis de género y generacional. Los números del Congreso marcan una ruptura. Como lo escribía en una nota en el New York Times, una referente como Ofelia Fernández que tiene 18 años tuvo voz en el Congreso de la Nación, o sea que no son sólo las chicas que tomaron las calles, distintas representantes fueron llamadas por diputados y senadores. Tuvieron voz institucional, lo que es muy importante, pero no tuvieron voto. Eso marca una enorme diferencia, ya que las que van a abortar tuvieron voz pero no voto, y los y las que votaron tuvieron voto pero no abortarían. Porque, como dijo Ofelia, son varones o mujeres fuera de la edad fértil. En la edad promedio de 57 años en el Senado, lo que marca es que una chica de 18 años tendría que esperar 12 años para llegar a ser senadora. Pero lo más impactante de la edad promedio de 57 años es que chicas como Ofelia tendrían que vivir tres veces su vida para llegar a votar en el Senado de la Nación. Eso marca que lo que pasa en las calles está totalmente apartado de lo que pasa en el Congreso. La política en las calles va por un lado, y la política en las Cámaras va por otra. Considero que hay que hacer una reforma que a partir de tener la edad para votar también se pueda ser candidata o candidato. Lo dije el otro día en el Museo Evita con Dora Barrancos, y Cristina Álvarez Rodríguez (presidenta del bloque de diputados FPV y PJ) y dijo que lo iba a estudiar. No creo que se solucione sólo con esa reforma, pero si propongo que a esa edad se pueda ser senadora, es una primera puerta abierta. No puede ser que la realidad esté tan lejos de la calle.
—Lo particular del proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo es que atravesó los partidos. En el recinto, se vieron escenas como por ejemplo el peronismo aplaudiendo a Fernando Iglesias o a Silvia Lospenatto... En el año electoral que se avecina, ¿creés que pesará más un partido o el empuje del feminismo?
—Es un momento político de crisis política y económica, y en lo personal veo mucha incertidumbre como hace mucho no ocurría. Hay una falta de liderazgos, incluso ante el ajuste económico tan brutal a manos del gobierno nacional, donde pasan medidas tan extremas como por ejemplo: de luchar por el aborto nos quedamos sin ministerio de Salud. Santa Fe tiene un sistema de salud ejemplar. Es pionera en la producción del misoprostol, y tiene una ciudad como Rosario donde no hay muertes por abortos clandestinos. Santa Fe muestra que otra realidad es posible. Entonces, justamente en esta provincia pienso que los conservadores pueden hacer su juego, pero quienes están en partidos que se proclaman populares y se opusieron al derecho de las mujeres a decidir, como Perotti y Contigiani, no van a lograr el voto de las mujeres y del feminismo. No quiero que sean candidatos a nada en ninguna fuerza política. Creo que así va a hacer, tanto como otros congresistas que creo que no van a ser tragados tan fácilmente sus nombres. Tengamos una mirada más aguda sobre quienes integran las listas, hay que afilar el ojo.
Verdes y naranjas
—Después del rechazo en el Senado, ¿cómo sigue el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo?
—Yo creo que es importante que el proyecto siga y se apruebe, pero no parece ser un escenario para presentarlo el año que viene ya que se trataría de la misma composición de las Cámaras. Hoy, hay un escenario muy peligroso, en el que los 38 senadores que votaron en contra y los 2 que se abstuvieron tienen responsabilidad política en las muertes por la clandestinidad del aborto, son verdugos de esas mujeres. También en que los sectores conservadores se hayan envalentonado, y en contra de lo que decían en el Senado -que “no se necesita aborto legal porque vamos a apoyar la Educación Sexual Integral para evitar los abortos”-, ahora también van en contra de la ESI. Entonces, también tienen que saber que son verdugos de la posibilidad de prevenir embarazos no deseados, la clandestinidad del aborto y muchas situaciones más, especialmente abusos sexuales. Especialmente, la Iglesia, que fue la gran impulsora en contra al aborto legal seguro y gratuito, es responsable en Argentina y en el mundo no sólo de que sacerdotes cometan abusos sexuales, sino de encubrimiento.
—Ya que lo mencionas, junto al pañuelo verde se está viendo el pañuelo naranja, que simboliza la separación de la Iglesia del Estado. ¿Estás de acuerdo con ese reclamo? ¿Sentís que las luchas están relacionadas?
—Yo creo que toda conquista lleva también una derrota. Hubo una derrota del movimiento de las mujeres en la Cámara de Senadores, que hay que asumir para pensar como lograr una victoria. Y la Iglesia Evangélica y Católica tuvo una victoria, y esa victoria le implica que tengan que pagar costos. Nunca como hasta ahora estuvo instalado el reclamo de la separación de Iglesia y Estado, y que se ponga en jaque cuánto es el dinero con el que se mantiene a los curas, a los colegios privados católicos. Este reclamo está muy fuerte entre los jóvenes, las apostasías colectivas son masivas. Entonces, esto implica una crisis de representación para la Iglesia Católica y una separación más clara que nunca entre la fe, que es respetable, y la institución que es verdugo de las mujeres y personas gestantes.
Disidencias sin virulencia
—En un movimiento social de tal magnitud, lógicamente hay diferencias. Una de las dicotomías que existen es sobre la prostitución: hay quienes quieren que las trabajadoras sexuales tengan derechos y un sindicato, y otras que se deje de realizar la práctica ¿Vos qué opinión tenés?
—Yo soy muy respetuosa de las diferencias, y creo en ellas. No me gusta el nivel de virulencia y agresividad en el tema, porque eso deslegitima. A mí me gusta construir mis notas con pluralidad, en ese sentido me gustan las discusiones en las que no todas pensamos igual, pero que se pueden discutir democráticamente. Soy muy respetuosa de las autonomías personales, entonces yo respeto cuando una mujer dice: “Yo quiero hacer esto”, y me callo la boca. Respeto los derechos personales y laborales, y condeno enfáticamente como toda mi vida la represión policial y el encarcelamiento de quienes son trabajadoras sexuales. También creo que no podemos olvidarnos que éste es un país de trata de personas muy aguda y esclavitud sexual muy explícita, y redes de trata que tienen que ver con mafias, política, narcos. Me gustaría que se puedan pensar con menos virulencia y siempre a favor de la autonomía de las mujeres, sin dejar de tener en cuenta que existe la explotación sexual.
—Hay una dicotomía parecida en cuanto a la pornografía...
—Creo en derechos laborales dignos de quienes lo ejercen y lo quieran ejercer, siempre y cuando no hablemos de redes de pornografía infantil o ese tipo de cosas. El porno feminista me gusta, como el de Erika Lust. Soy feminista, no moralista. No creo que sea una cuestión de moral o de ponerme por encima de las mujeres, sino al contrario. Me parece interesante el movimiento de un porno feminista, abre a otras sexualidades, fantasías e imaginarios. Puede gustar o no, pero me parece interesante.
—¿Sentís que en feminismo hay referentes?
—Sí. Yo creo que ante un enemigo que es un fascismo y conservadurismo tan potente, que se rearmó de manera peligrosa, no alcanza con la horizontalidad. Yo creo que hay que ser respetuosa de las referentes, lo que no significa ser ciega o pensar igual. Que haya una referente no significa que tenga que pensarse igual a esas referentes, pero sí respetar que tengamos algunas mujeres líderes, y que intentemos cuidarlas y no las reventemos en redes sociales. Que seamos sororas, eso no significa que hay que seguirlas mesiánica y ciegamente. Pero creo que en el momento de disputar una ley, quienes puedan ir a un programa de televisión o tomar decisiones políticas, son importantes.
—¿Me nombrarías algunas?
—Pienso en Marta Dillon, Mariana Caravajal, Malena Pichot, Julia Mengolini, Georgina Orellano, Dora Barrancos, Juliana Di Tullio, Estefanía Pozzo, Flor Freijo, Flor Alcorta, Bimbo (N.de R.: el alias de la comediante Virginia Godoy). Actrices como Dolores Fonzi. Políticas como Victoria Donda y Mayra Mendoza. Seguro me estoy olvidando de varias, además de que hay muy buenas regionales y por provincias.
Todes
—¿Cuál sentís que debe ser el rol de los hombres? Teniendo en cuenta que es un movimiento que no los tiene como protagonistas pero sí los interpela.
—Yo soy muy drástica, y pagué muchos costos personales (como haber recibido amenazas) por la condena a los acosos de violentos y violadores. En eso, soy muy clara y enfática. Pero también por otra parte, tengo una postura muy clara en donde creo en una revolución con los varones adentro. Pero no va por creerles porque llevan el pañuelo verde, no me chupo el dedo. Parto de la idea de que la mayoría comete actos machistas, y que lo que hay que hacer es transformar. Si no los transformo corro riesgos, como que la violencia siga ocurriendo, además de arrinconarlos contra este neomachismo conservador. Entonces me parece que hay que poner una parte de graduación sobre las sanciones que hacemos y las posturas que tomamos, y entender es que los varones no van a ser impolutos. Lo que no significa que les pongamos alfombra roja. Hay que lograr una realidad con una sociedad más igualitaria y con menos violencia.
—Ya hablamos de las chicas y de los chicos ¿Y les chiques?¿Te imaginás un futuro con el lenguaje inclusivo instituido? Algunos organismos del gobierno provincial ya lo usan, así como las agrupaciones universitarias y hasta las redes sociales de la ex presidente.
—Yo creo en un lenguaje dinámico, en mis libros hablo de “lenguaje libertario”, y creo que las instituciones cambian. Como periodistas somos la generación que cambió hablar de crimen pasional por femicidio, y si logramos eso podemos lograr todo. Los lenguajes producen transformación, y creo que la revolución es adolescente. Entonces cuando en tu casa tus hijos te hablan de les chiques, entonces ellos están haciendo la revolución ¡Elles! Lo que parecía inverosímil hace tres años atrás, hoy forma parte de un empujón que es genuino. Entonces sí, me imagino un futuro feminista, con un lenguaje nuevo y me imagino interpelada, como debe ser, por les adolescentes.