Ignacio Andrés Amarillo
El ex Caballeros de la Quema llegará el domingo para presentar en el Harlem Festival su show “25”, repaso de canciones emblemáticas de todas sus etapas.
Ignacio Andrés Amarillo
Iván Noble está girando en formato eléctrico y de banda completa, con un show bautizado “25”, donde repasa sus canciones más celebradas de Caballeros de la Quema y su etapa solista. Con esa propuesta llegará a Santa Fe el domingo, en el marco del Harlem Festival, y con ese espíritu El Litoral lo convocó para conversar sobre sus facetas como cantautor, entrevistador, escritor y “melancólico serial”.
Cinco lustros
—La otra vez viniste en el formato íntimo, esta vez llegás con la banda. ¿Qué energía distinta tiene el formato eléctrico, y qué otra conexión con el público?
—Es un show totalmente distinto: se llama “25” porque de alguna manera conmemoro 25 años de estar cantando, desde el primer disco que salió. Es un show que tiene canciones de todas las épocas, las que supongo que son como más representativas; y hace mucho que no voy a Santa Fe con la banda entera, así que tengo muchas ganas.
Disfruto de ambos formatos, pero el show con la banda, sobre todo si es en un festival, tiene como una cosa más hormonal.
—¿Cómo estás transitando este 2018 desde el punto de vista artístico?
—Tocando todo el año. A pesar de que es un momento muy bravo tuve la suerte de estar todos los fines de semana tocando. Lo mejor que puede pasar en épocas bravas es seguir arriba del escenario, y es lo que está pasando. De todo este oficio, tocar es lo que más me gusta, lo celebro..
En la pantalla
—Este año te volcaste a la televisión, como comentarista de TNT en el Mundial y como entrevistador en “Proyecto Alma” de Canal (á). ¿Cómo viviste estas experiencias?
—Fue un placer hacerlo. Lo de “Proyecto Alma” fue una cosa que me propusieron. Tengo un programa de radio en la que una que otra entrevista había hecho, pero nunca las hice en tele; y me pareció una buena idea. Podía elegir a la gente, tener absoluta libertad a la hora de tener una charla, y así fue. Traté de que sean más charlas que entrevistas, que sea como un clima de sobremesa, y creo que lo logré: las 13 charlas fueron muy lindas, por distintos motivos tenía ganas de hacerlas con esa gente y estoy muy contento con el resultado.
—Fueron más por esa onda de “El perro verde”: silencios, los tiempos para pensar las respuestas, por ahí en televisión es muy difícil. ¿Cuáles te gustaron en el momento y cuáles las viste después y te parecieron buenas?
—Por distintos motivos las 13 me gustaron mucho; algunas fueron más especiales, porque era gente que conocía un poco más. La última, con el Negro (Alejandro) Dolina, fue muy especial: es un tipo al que quiero muchísimo, al que no conocía personalmente pero he sido seguidor suyo durante muchísimos años. La de Pablito Aymar fue una muy hermosa entrevista, la de Inés Estévez también fue muy linda. Con mi ex mujer, Julieta (Ortega) también: era más difícil a priori pero estuvo muy bien. David Lebón, Pedro Aznar, tipos que admiro mucho.
Polaroids
—A fin del año pasado te recibiste de nostálgico con “Como el cangrejo. Bitácora emocional de gira”. ¿Cómo fue surgiendo la escritura de estas memorias, o este lado B del artista?
—No las considero memorias, todavía me considero un poco joven para tener memorias, y de hecho cuando tenga la edad suficiente no sé si va a tener alguna relevancia lo que yo recuerde. Lo planteé más como un libro de relatos: me gusta mucho la ficción, tenía ganas de escribir cosas que no sean canciones, y lo considero un primer libro de relatos breves. De alguna manera es un diario de gira, pero tiene su parte ficcional, tenía ganas de que sea algo más que un mero anecdotario. Estoy contento, fue el primer paso: espero poder seguir escribiendo, es la ambición.
—Hace rato que tenés ganas de eso.
—Hace rato. Para este libro tuve que hacerme cargo de esas ganas y sacarme de encima algunas cobardías y perezas. Espero volver a hacerlo con otro material, que no sé cuál será.
—Por un lado es el Iván que se viene sobre aquel otro.
—Bueno, uno siempre termina siendo una mezcla de lo que es, lo que fue y de lo que nunca será.
—Tenías “ganas de comerle el hígado al mundo”. ¿Sentís que por ahí ganó el mundo?
—Chocolate por la noticia: el mundo siempre gana. Pero cuando tenés veintipico de años tenés ganas de salir a patear todos los tableros posibles. Lo tremendo sería tener 50 años y ser una caricatura de los 20.
—También no haber querido nunca.
—Exactamente. De todas maneras el mundo tampoco está tan mal, o por lo menos tuve la suerte todos estos años de transitarlo como lo hice, no está para nada mal.
—La anécdota del guiso de lentejas de tu mamá es tierna y al mismo tiempo parte de la mitología de las bandas emergentes: alguna vez hubo que transitar momentos austeros.
—Lo escribí porque me quedó grabado siempre en la memoria. Fue el momento en que mis viejos se dieron cuenta de que yo iba a ser cantor, una especie de aceptación: en ese momento más o menos de resignación, pero por suerte siempre fueron muy generosos conmigo y con mi oficio, porque se dieron cuenta de que lo que había elegido al fin y al cabo iba a ser un trabajo.
Tres o cuatro cosas de ésas me quedaron grabadas, una especie de memorabilia personal. Estos relatos tienen mucho de eso: si bien no son memorias trato de usar algo de eso para reflexionar sobre esos asuntos.
—Es como el álbum de fotos de esos años.
—Sí, hay mucho de eso. Como Polaroids.
Edades y certezas
—Hace poco afirmaste que “la vejez es una traición del cuerpo y los sentidos”, pero hace mucho escribiste que querías “ser viejo cuando no duela”. ¿Aquel Iván ya pensaba al respecto como éste de hoy?
—El paso del tiempo siempre fue un tema, siempre me pareció una pésima noticia. Supongo que porque soy un tipo bastante melancólico, y el tiempo el enemigo básico de la melancolía: cuanto más rápido el tiempo pasa más melancólico sos.
Pero bueno, ahora el tiempo además de ser una hipótesis es una realidad concreta: a los 50, empieza a haber ausencias de todo tipo, el agua bajo el puente es mucha, probablemente pasó más de lo que va a pasar. Bueno, trato de pensar en voz alta sobre eso y a veces escribo; me parece el gran tema: al fin y al cabo hablar sobre el paso del tiempo no es otra cosa que reflexionar sobre la muerte, que es casi lo único que importa a la larga.
—Es lo que define como seres humanos.
—Claro, la certeza de que te vas a morir, cosa que uno a los 20 uno no tiene: a los 20 cualquiera es inmortal.
—Por eso, asombran los artistas cuando a los 20 escribieron sobre la muerte más que cuando la tuvieron más cerca.
—Sí, el tango tiene mucho de eso, (Enrique) Cadícamo escribió muy joven reflexiones que parecen hechas por un tipo de 60. Hay cierta sensibilidad que tiene que ver con eso, y por ahí alguno anticipa algunas situaciones.
—Te gustó una frase de Keith Richards que dice que “el escenario es el único lugar donde no hay malas noticias”.
—A veces te peleás con el sonidista, pero son cosas menores. Durante esa hora y media, dos horas que dura un show, no suena el teléfono, nadie se enferma, no tenés que pagar impuestos, las chicas no te dejan.
—El cuerpo duele menos...
—Sos un poco el rey del mundo en ese momento. El tema es tener perfectamente claro que cuando termina volvés a ser el mendigo de siempre. Hay gente que se olvida, baja del escenario y sigue creyendo que es el rey del mundo: es un problema enorme.
—El famoso “subirse al pony”...
—Más que un pony estás subiendo a un leopardo, que te caés y te morfa.
Homenajes
—¿Qué se viene de acá a un mediano plazo en tu trabajo?
—Estamos empezando con el nuevo proyecto de disco, tal vez (siguiendo la costumbre de estos nuevos tiempos) antes de sacar el disco entero haya dos o tres canciones como singles. Hay un poco esa modalidad ahora, me parece bien: no hay tanto apuro para sacar un disco entero, la gente tiene poco tiempo y no escucha discos enteros, es una cosa que hacemos la gente mayor, aparentemente.
Probablemente, de acá a fin de año, habrá una o dos canciones nuevas, que hay grandes chances de que sean covers, algunos homenajes a canciones que envidio o me gustan.
—Las que te hubiera gustado escribir a vos, y las hizo otro antes.
—Exactamente: estamos viendo repertorio de todo tipo, no tiene que ver solamente con el rock. Un poco estoy jugando con esa idea, vamos a ver hasta dónde llego.