El caricaturista y artista plástico Hermenegildo “Menchi” Sábat, reconocido por sus dibujos políticos en Clarín, falleció anoche mientras dormía. Tenía 85 años.
Desde 1973 era el caricaturista por excelencia de Clarín. Durante su enorme trayectoria recibió premios internacionales destacados.
El caricaturista y artista plástico Hermenegildo “Menchi” Sábat, reconocido por sus dibujos políticos en Clarín, falleció anoche mientras dormía. Tenía 85 años.
El querido dibujante había nacido en 1933 en la ciudad uruguaya de Montevideo y llegó a Buenos Aires en 1965, tras abandonar su puesto de secretario de redacción del diario El País. Colaboró entonces en las prestigiosas revistas Primera Plana y Crisis y también en el diario La Opinión. Desde 1973 era el caricaturista por excelencia de Clarín. En 1982 creó la Fundación Artes Visuales, la cual preside, donde en su taller de Monserrat enseña dibujo, pintura, grabado, ilustración y procura infundir “respeto por el arte”.
Durante su enorme trayectoria recibió premios internacionales destacados, como el Moors Cabot de la Universidad de Columbia, por sus dibujos durante la dictadura militar, y el de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que le entregó en mano el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.
El año pasado, además, le fue otorgado el Konex de Brillante por su trayectoria. “Espero que estas cosas ayuden a otros a trabajar con ilusión”, dijo en esa oportunidad, emocionado hasta las lágrimas, y rodeado por sus compañeros de trabajo, que luego hicieron fila para abrazarlo.
Era amante del jazz, del chocolate y del tango. Y le gustaba coleccionar titulares graciosos o patéticos. Demócrata, clarinetista, fotógrafo, pintor autodidacta, mago de plumín y tinta china, maestro en un taller en el que le cuesta pagar las cuentas a fin de mes, Sábat fue un hombre sofisticado, capaz de reírse de las cosas más sencillas. En su penúltimo cumpleaños, por ejemplo, se cortó la luz y se sintió “como el presentador de Veladas Paquetas”, de Hiperhumor, solo iluminado por un vela. Cuando volvió la corriente, se puso a mirar películas de Chaplin por YouTube.
Su abuelo uruguayo, que se llamaba igual que él y dibujaba maravillas, le contagió la vocación, que Menchi puso de manifiesto a los 12 años, cuando hizo un retrato para el colegio del poeta Rubén Darío y la maestra lo alentó a seguir por ese camino.