Siesta con olor a barrio y fútbol en La Paternal

Enrique Cruz (h) | (Enviado Especial a Buenos Aires)

Otrora cuna de promesas que luego se transformaron en gigantes realidades, Unión va a la casa en la que hace exactamente 42 años —este 20 de octubre— se producía el debut del más grande jugador argentino de todos los tiempos: Diego Armando Maradona.

Argentinos Juniors es una cuna de cracks casi inigualable en el fútbol argentino. De allí salieron jugadores que fueron campeones del mundo y grandes figuras. Basta con entrar al hall central del estadio para encontrarse con esas gigantografías en las que lucen las figuras indiscutidas de Diego Maradona, Claudio Borghi, Sergio Batista, el “Cuchu” Cambiasso y tantas otras grandes estrellas. Esa también fue la casa en la que se forjó el conocimiento y la sabiduría de un hombre al que el fútbol argentino le debe mucho: José Néstor Pekerman.

Este Argentinos de los últimos tiempos anduvo convaleciente, cayendo y saliendo de su lecho de enfermo. Descendió y ascendió. Hizo una campaña interesante en la última Superliga, pero está sintiendo los éxodos de Lucas Barrios (se fue Colo Colo), Nicolás González (al Stuttgart) y Brian Romero (se fue a principio de año a Independiente), y se nota que es un equipo en proceso de reconstrucción. Para colmo, se le fue un técnico que venía desempeñando un buen trabajo —Alfredo Berti— en circunstancias poco claras. “Me voy por algo grave que pasó, pero no voy a decir qué fue”, dijo el ex entrenador, quien se alejó intempestivamente y no precisamente por los malos resultados. Y llegó Ezequiel Carboni, quien lleva dirigidos dos partidos y ya fue insultado desde los cuatro costados cuando el equipo cayó ante Racing. Locuras propias de los tiempos “rayados” que se viven en el fútbol argentino.

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Unión llega bien. Muy bien. Pero aún así, Madelón prolongó la incertidumbre de la formación del equipo, aunque no tanto de la táctica y la estrategia. Parece que la elección apunta al 4-4-2, pero con “desviaciones”. Para ser claros, no habría que sorprenderse si el equipo elegido es el mismo de las “tres G” ante Central (el que ganó, gustó y goleó), pero en vez de pararse con línea de cinco (o de tres a la hora de atacar), volver al tradicional 4-4-2 con algunos movimientos de piezas... O un 4-5-1 con libertades para Zabala y Fragapane, que volverían a tener la licencia para aparecer por sorpresa haciendo un abanico por todo el frente de ataque.

¿Importan las dimensiones de la cancha?, relativamente. Muchas veces se hace un “cuco” de esto. Es un poco más chica que las “normales” y esto genera que, por ejemplo, haya que estar un poco más concentrado que de costumbre, porque así como la pelota sale del área, puede volver enseguida. Se achican algo más los espacios y no siempre la estrategia del contragolpe puede funcionar.

Unión tiene una forma de juego que no abandonará por más que juegue Zurbriggen como ante Central o regrese Troyansky como frente a Gimnasia. La presión permanente en todos los sectores de la cancha, las apariciones por sorpresa de volantes y marcadores de punta por los laterales, son reflejos que este equipo tiene y que no abandona, por más que juegue un poco más arriba o un poco más abajo, o por más que vaya ganando, empatando o perdiendo. Si para muestra vale un ejemplo, recordar de qué manera Unión se lo llevó por delante a Rosario Central durante los 90 minutos del encuentro en Arroyito, sin especular un solo instante ni cuidar el resultado durante un solo minuto.

Madelón había dicho, después de ganarle a Talleres, que había un par de jugadores que no estaban en un buen nivel. Uno de ellos era Acevedo, que ante Central levantó muchísimo. Y esto ratifica un viejo concepto: si Acevedo juega bien, Unión juega bien.

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Los objetivos de Unión han crecido. El año pasado, a esta altura, sólo se hablaba de sumar puntos para levantar en la tabla de promedios. Hoy se piensa en otra cosa: hay una clasificación consumada para la Sudamericana, hay un plantel consustanciado con el entrenador y con una estrategia de juego definida y hay también un desahogo que permite pensar en objetivos más grandes.

El tercer puesto en el que Unión ha comenzado esta fecha, permite suponer que se puede aspirar a ser lo que en otros torneos fueron Godoy Cruz o Talleres, sólo por mencionar algunos casos de equipos chicos o del interior, que se metieron en la lucha por los primeros lugares. Y eso los llevó a clasificar para la Copa Libertadores, además de engordar ese promedio que siempre se convierte en un fantasma que a cualquier equipo de los denominados chicos debe preocupar. Aunque en el caso de Unión, por lo que ha venido haciendo en estos últimos tiempos, ese fantasma tranquilamente se lo puede llevar al nivel de “fantasmita”.